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Qué ver en Castril, joya del norte de Granada

Entre octubre de 1995 y diciembre del año 2000 la 2 de Televisión Española emitió una serie de esas que se transforman en incunables con el paso de tiempo. Se trataba de ‘Un país en la mochila’. En sus 29 episodios, repartido en dos temporadas, el gran José Antonio Labordeta recorría las zonas rurales de España acercando al telespectador la vida de los habitantes de aquellos pueblos y aldeas, siempre desde el más profundo respeto y admiración, y aportando sus valiosas reflexiones personales.

Fue uno de esos programas que me mantenían pegado al televisor durante casi una hora, sin darme cuenta de cuánto tiempo había transcurrido. Así fue como empecé a descubrir la belleza de una España que me era totalmente desconocida.

Un país compuesto por una población rural que sigue intentando llevar, con mucho esfuerzo y trabajo, una vida en armonía con los medios que les proporciona su entorno natural.

Viven en pueblos como Castril, una preciosa villa que intenta cobijarse al abrigo de un peñasco en el norte de Granada. Me bastó poco tiempo para apreciar las muchas cosas bellas que ver en Castril.

Castril – antes conocido como Castril del Peñón – cuenta tan solo con un par de millares de habitantes censados. Un ejemplo de la España rural que tan solo vive momentos de explosión durante los períodos vacacionales e intenta reinventarse con las nuevas tecnologías y la llegada – parece que para quedarse – del teletrabajo.

Bajo la imponente silueta de su castillo de Castril, las pequeñas casas de fachadas blancas y tejas rosadas parecen apiñarse en busca de calor, asomándose a unas calles estrechas y sinuosas que presentan empinadas cuestas aquí y allá.

Castril desde lo alto del Peñón. Foto © David Escribano

El aire es limpio y fresco, producto de la hermosa naturaleza que rodea al pueblo. Y es que el río Castril pasa por aquí con alegría y algún salto que otro, escapándose entre desfiladeros y llenando de vida y vegetación cada rincón a su paso.

Castril me pareció uno de esos lugares en los que cualquier escritor encontraría la inspiración casi sin buscarla. Quizá así ocurrió al gran literato portugués, y Premio Nobel de Literatura, José Saramago, quien se casó aquí con Pilar del Río, nacida en en el pueblo.

Entre las mejores cosas que ver en Castril encuentro bastantes argumentos para que no dejéis de visitar esta joya del norte de la provincia de Granada.

Las mejores cosas que ver y hacer en Castril

El Castillo de Castril

Ruinas del Castillo de Castril. Foto © David Escribano

El castillo es, sin duda, uno de los lugares imprescindibles que ver en Castril.

Es imposible obviarlo, pues el castillo de Castril es lo primero que ves cuando te acercas al pueblo desde la carretera. No se sabe a ciencia cierta cuándo comenzó a levantarse la fortaleza – se cree que entre los siglos IX y XI -, pero lo que está claro es que el peñón rocoso que le sirve de base fue un baluarte estratégico desde hace más de un milenio. Y es que desde lo alto del peñón de Castril se dominan unas amplias tierras que comprenden valles, ríos y montañas, siendo un importante nudo de comunicación entre las áreas del Altiplano de Granada, la zona de Murcia y el Alto Guadalquivir. Además, la rocosa orografía del lugar lo convertía en un bastión infranqueable, con el cañón del río Castril presentando unas paredes casi totalmente verticales.

Los restos arqueológicos que se han ido hallando en el peñón confirman sucesiones ocupaciones por parte de íberos, romanos, árabes e incluso pueblos más antiguos. Por lo tanto, cuando comenzamos a ascender por el camino que lleva al castillo desde la oficina de turismo de Castril, estábamos caminando sobre pedacitos de historia.

La estructura que se puede observar hoy en día deriva de la época de dominación nazarí. En el siglo XIII, y ya con los cristianos amenazando el paso a la sierra de Cazorla desde Jaén y Murcia, las defensas del castillo fueron reforzadas. Sin embargo, esto no impidió que cayera en manos cristianas en 1285, volviendo luego a manos árabes antes de la rendición definitiva en 1488, al encontrarse asediada por las tropas de los Reyes Católicos.

Aún se observan restos de los distintos niveles del castillo. En el inferior vivía la población civil y las familias de los soldados que defendían el baluarte. En el superior se concentraba toda su fuerza militar. Además, justo por debajo del castillo se apiñaban otros grupos de casas.

El castillo, que perteneció al señorío de Castril desde 1490, continuó teniendo un uso militar hasta la desaparición de tal señorío, en 1838. Después tuvo uso como cementerio y cantera improvisada de la que los habitantes del pueblo expoliaron piedras con las que construir sus viviendas.

Hoy en día, no existe ningún tipo de beligerancia en la espectacular panorámica que te regala el castillo de Castril. Bajo un radiante sol de otoño, pude disfrutar de la mejor panorámica que ver en Castril, con el pueblo, el cañón del río Castril, los vastos campos de cultivo en los que predomina el olivo, y, más allá, las bellas siluetas de las montañas granadinas. Solo por ello, merece la pena la ascensión.

Parque Natural Sierra de Castril

Cerrada de Castril. Foto © David Escribano

En nuestra visita a Castril, también tuvimos tiempo para hacer algo de senderismo por la cerrada del río Castril y disfrutar de los bellos parajes naturales que rodean a esta localidad granadina.

El Parque Natural Sierra de Castril posee una extensión de unas 12.000 hectáreas en las que se hallan cañones, ríos, cuevas y una flora digna de admiración. Puedes partir desde el centro del pueblo y tomar una senda que desciende hasta el cañón sobre el que se asienta el castillo de Castril. Por él fluyen las aguas del río Castril, pudiendo caminar en paralelo a ellas gracias a una pasarela de madera, un puente colgante y senderos bien trazados junto a la roca.

La naturaleza caliza del paisaje ha permitido que las aguas labren fisuras y cuevas en las paredes, creando algunas cuevas más que interesantes y misteriosas. Algunas de ellas son la Cueva del Muerto y la Cueva de Don Fernando, que es la de mayor longitud y profundidad en la provincia de Granada.

Foto © David Escribano

Así paseamos entre enebros y vegetación propia de los lechos de los ríos, mientras que observábamos cómo los buitres y una pareja de águilas volaban sobre nuestras cabezas, custodiándonos desde las alturas.

Me habría gustado tener más tiempo para hacer una ruta más larga, pero sé que volveré más pronto que tarde. Te recomiendo que te hagas con buenos mapas de la zona y aproveches las muchas opciones senderistas que ofrece el Parque Natural Sierra de Castril.

Iglesia de la Virgen de los Ángeles de Castril

Foto © David Escribano

Esta iglesia del siglo XVI es el monumento eclesiástico más importante que ver en Castril. Su fachada carece de grandes ornamentos, pues fue levantada en la etapa más sobria del Renacimiento. También su interior mantiene esa línea de sencilla belleza, a excepción de dos puertas: la del Sol y la de la Lonja, que presentan una decoración algo más recargada.

En el interior el templo se halla un Nazareno del siglo XVIII, el coro y una capilla lateral – ambos añadidos del siglo XIX -, y la patrona de la localidad: la Virgen del Rosario. Además, hay un pequeño museo que exhibe objetos de orfebrería y bordados de terciopelo.

Callejear y el vidrio de Castril

que ver en castril

Foto © David Escribano

Sin embargo, lo que más me gustó de toda mi visita fue callejear por Castril. En sus calles se respira la camaradería de los pueblos pequeños en los que casi todo el mundo se conoce. Esas puertas abiertas en todo momento, los bares en los que te llaman por tu nombre, terrazas al sol, mercadillos y ese aire puro que te regala la naturaleza. Las bonitas casas de fachadas blancas están adornadas con marcos y dinteles de colores, y pertrechadas con flores de distintos tipos.

Pero no solo son las flores las que confieren color a las calles de Castril. La industria del vidrio tuvo gran arraigo aquí desde los tiempos de dominación árabe. Las cercanas montañas donaban todo lo necesario para su fabricación: combustible, sílice, sosa… Así, ya en el siglo XVI se abriría la primera fábrica de importancia, justo a la entrada del pueblo. En ella, mediante el arte del soplado y el moldeado, se creaban coloridas botellas, garrafas, tarros y muchos otros objetos.

Aunque fue cerrada en 1878 – debido, en gran parte, a la llegada de la industrialización y la caída de la artesanía -, aún se pueden ver bonitas piezas de vidrio de Castril repartidas por el pueblo. Una de ellas la apreciamos en el pavimento de la subida al castillo de Castril.

Y es que hay muchas sorpresas ocultas que ver en Castril. Tendré que volver para conocer las que se me han quedado en el tintero.

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