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Viaje al mercado de comida más grande del mundo

La Central de Abasto se conoce como «el estómago de Ciudad de México«, y las cifras lo confirman: por allí pasan a diario 90.000 trabajadores, y se vende el 70% de lo que se consume en la urbe.

El espacio comercial de la Central de Abasto está dividido en nueve sectores: flores y hortalizas; frutas y legumbres; aves y cárnicos; pescados y mariscos; abarrotes y víveres; subasta y productores; bodegas de transferencia; envases vacíos, y zona de pernocta. En la foto, el pasillo de los nopales de la sección de hortalizas.

La mayor parte del recinto está dedicado exclusivamente al mayoreo y se compra por cajas, toneladas o cosechas enteras. Muchos puestos están especializados en la comercialización de un único producto. En la foto, un vendedor de cebollas tiernas. A diferencia de la mayoría de centrales de abastos del mundo, la mexicana permite el acceso a particulares. Hay una pequeña zona dedicada al comercio de menudeo donde hacer la compra sale un 30 % más barato que en cualquier otro sitio de la capital.

Con tanta oferta, ¿cómo hacer que un puesto destaque por encima de otros? Fácil, poniendo mensajes ingeniosos en los cartelitos. Un kilo de zanahorias por cuatro pesos, ¿por qué no? Ándele, que las de ocho pesos son pura vitamina. Carteles ingeniosos aparte, aquí también se recurre a la herramienta más primigenia de la historia de la mercadotecnia, la voz. “¡Pásale, pásele, páseleeeee!”, “Le doy precio, güero”, “¿Cuántos, joven?”, “¿Qué va a querer, marchanta?”. El griterío de los vendedores se solapa con los sonidos de reguetón, cumbia, ranchera y salsa de los transistores y con los silbidos de los carretilleros pidiendo paso.

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