12 razones para viajar al cantón de Friburgo, en Suiza
Si buscas una «Suiza en miniatura», el cantón de Friburgo es tu destino ideal. Combina a la perfección paisajes alpinos, grandes lagos, pueblecitos medievales, tradiciones centenarias y gastronomía típica. Bueno, le falta la alta montaña, pero entre los 429 metros sobre el nivel del mar del lago de Neuchâtel –el más grande de Suiza completamente dentro del país– y los 2.389 metros del Vanil Noir, no te vas a aburrir. ¿Quieres comer una auténtica fondue de queso? Estás en la cuna del gruyer. ¿Quieres visitar una de las ciudades más bonitas de Suiza y alucinar con sus vistas? Tienes Friburgo. ¿Quieres conocer pueblecitos medievales que combinan historia, tradiciones antiguas y arte contemporáneo o urbano? ¿O disfrutar de los paisajes de los Prealpes? También estás en el sitio adecuado.

El cantón de Friburgo, además, es un punto de encuentro entre la Suiza francesa y la Suiza alemana, donde conviven diferentes culturas y lenguas. Aquí se hablan el francés y el alemán, junto con dialectos locales como el Seislertütsch y el Jaundütsch –del alemán– y el patois alpino –del francés–. Incluso podrías escuchar el bolz, una curiosa mezcla de alemán y francés, en algunos rincones de la capital.
Si nuestras 12 razones para viajar al cantón de Friburgo no te convencen, es que lo estamos haciendo muy mal. Porque en este cantón tienes todo lo que hace a Suiza tan especial. Eso sí, te avisamos: vas a volver con algún kilo de más. Que esos quesos y esos merengues con doble nata de gruyer pasan factura. ¡Aunque siempre puedes compensarlo con unas buenas caminatas!
1. Visitar una de las ciudades más bonitas de Suiza: Friburgo
Cualquier viaje por el cantón de Friburgo tiene que empezar por su capital. Friburgo ciudad se suele incluir en muchos itinerarios de viaje por Suiza, pero a menudo sin dedicarle el tiempo que se merece. Y lo sabemos bien porque ese error lo cometimos nosotros en nuestro primer viaje por el país. Te aseguramos que si le dedicas un par de días enteros, no te vas a arrepentir ni a aburrir. Recorrer sus callejuelas y caminos de ronda, subirse a sus torres y miradores –como el del campanario de la catedral–, admirar sus doscientas fachadas góticas, visitar sus iglesias y museos… da para mucho.


Hablando de museos, no puedes perderte tres. Uno es el Museo de Arte e Historia de Friburgo, un imprescindible, tanto por sus piezas como por los edificios que las alojan. Otro es el Espacio Jean Tinguely – Niki de Saint Phalle, donde alucinar con las obras de la pareja de artistas más famosa de Suiza: las extravagantes esculturas en movimiento de Jean Tinguely y las “Nanas” de Niki de Saint Phalle. Y, el último, es el Espace 1606, un viaje a la Friburgo del siglo XVII con una enorme maqueta –¡52 m2!–.
2. Comer una fondue de queso en la cuna del gruyer
Si te gusta el queso, el cantón de Friburgo es tu sitio. La región de Gruyère, donde se produce el queso más famoso de Suiza y uno de los más famosos del mundo, está aquí. Así que no hay mejor sitio para comer el plato más emblemático de Suiza: la fondue de queso. Lo más común es comer la fondue moitié-moitié, o sea mitad con queso gruyer y mitad con queso Vacherin Fribourgeois, otra DO del cantón de Friburgo. La otra opción es la fondue solo de queso Vacherin. Por lo visto es más cremosa, nosotros no la probamos.


Y, ¿dónde comer fondue de queso en el cantón de Friburgo? Pues lo mejor, por supuesto, es acercarse a la región de Gruyère. En su capital, Bulle, nos encantó la fondue del Café Restaurant Le Fribourgeois, donde la comimos mojando patatas asadas. ¡Qué delicia! Otro sitio donde tienes que comer fondue de queso es el pueblo de Gruyères, uno de los más bonitos del cantón y de toda Suiza. En el Hôtel Restaurant La Fleur de Lys es su especialidad. Si vas en verano –de mayo a octubre–, puedes comerla también en una “buvette d’alpage”, los mesones típicos de montaña como Chez Boudji. Por supuesto, también puedes comerla en Friburgo capital. Nosotros nos quedamos con ganas de hacerlo en el Café du Midi –pero hay tanto que comer–, uno de los sitios más famosos para comer fondue en la capital.
3. Disfrutar de La Gruyère… más allá del queso
La Gruyère es una de las regiones más bonitas del cantón de Friburgo, así que deberías visitarla aunque no te guste el queso gruyer, cosa que tenemos que decir que nos es difícil de entender… Ya hemos dicho que aquí está uno de los pueblos más bonitos de Suiza: Gruyères. Su castillo, sus callejuelas y los paisajes que lo rodean son motivos suficientes para viajar al cantón de Friburgo.


Hablando de paisajes, otro imprescindible de la región de Gruyère es subir al Moléson, en los Prealpes suizos. Es la montaña más emblemática del cantón y, si no quieres llegar hasta la cima andando, no hay problema: puedes llegar al mirador, 2.002 msnm, en teleférico y funicular desde Moléson-sur-Gruyères –se llega en autobús en unos 20 y pico minutos desde Bulle–. Nosotros no tuvimos suerte con el tiempo, así que no subimos, pero leímos que, cuando hace bueno, se puede ver prácticamente toda la Suiza francesa: el lago Léman, la región de los Tres Lagos, el Mont Blanc, el Jura, el Oberland bernés…
Si viajas a la región de Gruyère en verano –de principios de mayo hasta mediados-finales de septiembre– puedes visitar también una quesería alpina, fromagerie d’alpage, donde se hace queso con la leche de las vacas que pastan en los prados alpinos en esa época del año de forma tradicional con fuego de leña. La Fromagerie d’alpage de Moléson es una de ellas. Si no, tienes todo el año la Maison du Gruyère, para conocer todo sobre el proceso de producción del queso gruyer DO.
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Si vas a visitar varias atracciones en la región, echa un vistazo al DayPass La Gruyère
4. Alucinar con el creador de los xenomorfos de Alien
Ya te hemos dado razones suficientes para acercarte al pueblo de Gruyères: sus paisajes, su castillo, sus callejuelas llenas de encanto, sus fondues de queso… Pero te vamos a dar una más, una que puede que no te esperes: visitar el Museo H.R. Giger.


Si decimos Hans Ruedi Giger puede que no te suene de nada… Pero ¿y si te decimos que es el “creador visual” de los xenomorfos y que por ello ganó el Óscar a los mejores efectos visuales por Alien en 1979? Si te gusta lo surrealista y lo macabro, tienes que conocer la obra de este artista. Entenderás por qué le llamó la atención a Ridley Scott.
Pinturas de gran formato, esculturas, muebles, proyectos de arquitectura e interiorismo… donde las protagonistas son sus creaciones “biomecánicas”, síntesis entre carne y máquina. Es complicado explicarlo, hay que verlo… ¡y alucinar! También puedes tomarte algo en el Giger Bar, no va a ser barato, pero sí curioso.
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Busca la tumba de H.R. Giger en el pequeño cementerio de Gruyères. La vas a reconocer fácilmente…
5. Recorrer el camino de ronda de Murten
En el cantón de Friburgo nos encontramos con otro de los pueblos más bonitos de Suiza. Hablamos de Murten, en alemán, o Morat, en francés, incluido, como Gruyères, en la lista de Best Tourism Village de la Organización Mundial del Turismo. El casco histórico medieval es pequeñito, pero es una joya, con su Puerta de Berna, sus palacios barrocos, sus fuentes y sus soportales. Para tener buenas vistas, sube a la torre del castillo y recorre el camino de ronda –ambos son gratis–. Las vistas del lago de Murten al atardecer, por lo visto, también son una maravilla. Decimos “por lo visto” porque nosotros tuvimos poca suerte con el tiempo.


Si llueve, un buen plan es visitar el Museo de Murten, ubicado en un antiguo molino. Después de empaparnos con la lluvia, en el museo nos empapamos de los más de 6.000 años de historia de Murten y de su comuna. Desde la prehistoria hasta la famosa batalla de Morat –una de las más importantes para Suiza, por lo que significó la victoria de la Confederación Helvética sobre el Ducado de Borgoña–, pasando por su legado romano o la fundación del pueblo en el siglo XII. Y curiosidades como la triste historia del “elefante de Murten”…
Rincón Salta Conmigo
En el museo comienza el Circuit Secret, un recorrido por seis lugares “escondidos” de Murten con obras de arte contemporáneo en las que la protagonista es la luz. Hay muchas curiosas, ¡la última es una pasada!
6. Descubrir el pueblo del castillo, el arte urbano… ¡y las ranas!
Más pueblos con encanto en el cantón de Friburgo, ¡que no pare la fiesta! Nos vamos a Estavayer-le-Lac que, como su nombre indica, también está en la ribera de un lago. Y no uno cualquiera: el lago de Neuchâtel, el más grande de Suiza completamente dentro del país –el lago Léman es más grande, pero es compartido con Francia–. Otro lago y otro castillo, en el que también puedes subir a su torre para tener vistas de 10.


En las callejuelas del casco histórico medieval de Estavayer-le-Lac, además, te esperan un par de sorpresas. La primera: las obras de arte urbano del circuito ArtiChoke, que puedes seguir con este mapa. Un verdadero museo al aire libre. La segunda, y más sorprendente aún, está en el Musée d’Estavayer-le-Lac et ses grenouilles. Si hablas francés, sabrás que grenouille significa rana. Sí, lo que nos esperaba en el museo eran las creaciones realizadas en el siglo XIX por un ex oficial de la Guardia Suiza Pontificia con… ranas disecadas. OK, si lo piensas es un poco –bastante– espeluznante, tendiendo a siniestro. Pero esas caricaturas de escenas humanas son hilarantes. Y considera que era el siglo XIX y lo del respeto a los animales no “estaba de moda”…
7. Dejarse fascinar por la Désalpe de Charmey
Desde mayo hasta finales de septiembre los armaillis, como se conoce en dialecto local a los pastores de vacas, hacen su vida en los prados alpinos. Allí elaboran sus famosos quesos alpinos, fromages d’alpage–.


A finales de septiembre, el retorno de las familias de pastores a los pueblos de los valles con sus vacas se celebra a lo grande. Las vacas se decoran con flores multicolores y los pastores y la gente local viste sus trajes típicos. Es la fiesta grande en algunas zonas del cantón: la désalpe. Nosotros tuvimos la suerte de vivir la Désalpe de Charmey, la más importante del cantón de Friburgo, y la experiencia nos fascinó. Te lo contamos en detalle en el artículo Vacas, flores y gruyer: la Désalpe de Charmey, en Suiza.
8. Visitar la fábrica de la marca de chocolate en activo más antigua de Suiza
Hemos hablado mucho de quesos, pero nada del otro gran clásico suizo: el chocolate. Si perteneces a uno de nuestros clubs, el de los golosos, no te preocupes, en el cantón de Friburgo no faltan las grandes fábricas de chocolate ni los pequeños talleres de maestros chocolateros.


Si quieres visitar la fábrica de la marca de chocolate en activo más antigua de Suiza, tienes que ir a la Maison Cailler, en Broc –en la región de Gruyère–. Aprenderás sobre la historia del chocolate y de la empresa con experiencias interactivas y multisensoriales. Entre las experiencias sensoriales están, cómo no, las catas. Te aseguramos que no te vas a quedar con ganas de chocolate. Nunca habíamos comido tanto chocolate en tan poco tiempo…
¿Sabías que…?
La Maison Cailler está al lado de la estación de tren de Broc. Hay un tren llamado Chocolat Express que llega allí desde Berna en menos de una hora y veinte minutos. Puedes imaginar la decoración…
Otro productor de chocolate con historia es Villars, en Friburgo. La tienda está un poco fuera, pero se llega en menos de diez minutos en autobús. Está ubicada en el edificio histórico de su fábrica de chocolate, incluido en la lista de bienes culturales de importancia nacional del cantón de Friburgo.


Respecto a los maestros chocolateros con tiendas más pequeñas, te vamos a mencionar dos, el primero en Friburgo y el segundo en Gruyères. El primero es Jorge Cardoso Chocolatier, con sus creaciones artísticas a base de chocolate que le han valido unos cuantos premios. ¡Incluso hizo un Roger Federer a tamaño natural! Y el otro es la Chocolaterie de Gruyères, con sus tabletas “bean-to-bar”.
9. Pasear entre viñedos y con vistas a un lago
No todo es queso y chocolate en Suiza ni en el cantón de Friburgo. Murten se encuentra junto a la región del Seeland, o de los Tres Lagos, considerada el huerto de Suiza y el paraíso de la pesca de peces de lago –con los lagos de Murten, Neuchâtel y de Biel/Bienne–. La región de los Tres Lagos es también una de las seis regiones vinícolas del país. Al otro lado del lago de Murten respecto al pueblo están los viñedos del Vully, una de las denominaciones de origen de esa región.


Hay bodegas que se pueden visitar y donde se pueden hacer catas. Nosotros no bebemos alcohol, así que no probamos los vinos, pero no dejamos de pasear entre los viñedos de chasselas, de pinot noir y de otras variedades con vistas al lago de Murten. Puedes llegar hasta Môtier o a Praz en barco desde Murten cruzando el lago –los barcos están incluidos en el Swiss Travel Pass– o en tren a Sugiez, como hicimos nosotros, el viento y la lluvia provocaron la cancelación de los barcos. Desde allí comenzamos la ruta –te la indicamos en el mapa–, aunque también puedes ir en autobús a Môtier y Praz.
Ah, el vino no, pero lo que sí probamos es el gâteau du Vully. El riquísimo dulce típico local con ingredientes de lo más sencillos: harina, mantequilla, leche, huevos, nata, azúcar y canela.
10. Enamorarse de los merengues, de la nata… y de más delicias locales
No bebemos, pero cuando se trata de comer no tenemos rival. Así que hicimos los deberes antes y durante el viaje. Antes informándonos de todos los productos y platos típicos del cantón de Friburgo y durante… ¡probándolos todos!
Tienen seis productos con Denominación de Origen Protegida (DOP). Ya hablamos del queso de gruyer y del Vacherin Fribourgeois. Nos acompañaban en todos nuestros desayunos junto a otros productos DOP: la cuchaule – una especie de pan brioche con azafrán que es una auténtica delicia–, el Jambon de la Borne –un jamón cocido con hueso– y la Boutefas –una salchicha–. La poire à Botzi, una pequeña pera que crece en racimos –botzi significa racimo en patois, un dialecto de los Alpes–, es otro de los productos DOP del cantón. ¡Que también los hay ligeros!


No podemos olvidar la moutarde de Bénichon, un tipo de mostaza, y los dulces, más allá del chocolate y del gâteau du Vully. Nos volvimos adictos a los merengues con double crème de Gruyère, una nata con hasta un 50% de grasa que está de muerte. Y luego hay un montón de galletas artesanas y postres secos de panadería como los bricelets –barquillos–, pains d’anis –galletas de anís–, croquets –unas galletas alargadas– y los bricelets singinois –con su característica forma de doble infinito–. Ah, también están las cuquettes y los beignets de Bénichon…
Todo esto, dulce y salado, forma parte de la comida típica de Bénichon, una festividad tradicional de la cosecha que casi coincide en tiempo con la désalpe –tiene lugar entre mediados de septiembre, octubre y noviembre– y de la que te hablamos en nuestro artículo sobre la Désalpe de Charmey.
11. Desayunar queso, queso… ¡y queso!
Seguimos con la comida, ya ves que es nuestra obsesión… Ya hemos dicho que el gruyer y el Vacherin, junto a otros productos típicos locales, nos acompañaron en todos nuestros desayunos. Parece una banalidad, pero no lo es. De hecho en Zúrich, por ejemplo, nos encontramos con quesos en lonchas en el desayuno, y eso que era un muy buen hotel. En todos los hoteles del cantón de Friburgo había quesos de los buenos y más productos locales de calidad. ¡Se nota que están orgullosos de lo suyo! Y con razón.


Dormimos en cuatro hoteles en el cantón. En la capital, en el Hotel Le Sauvage, nuestro favorito. Un pequeño hotel con encanto donde todo estaba genial: habitación espaciosa y cómoda, diseño muy chulo, personal simpático… ¡y un desayuno de 10!
En Estavayer-le-Lac y en Murten en dos hoteles con ubicación ideal, en pleno casco histórico: el Hotel Le Rive Sud y el Hotel Murtenhof und Krone, respectivamente.


Y, finalmente, en Bulle, la capital de la región de Gruyère, en el Hotel D. ¡Todavía nos acordamos de ese gruyer y de ese Vacherin en el desayuno! Además de que el personal también era muy simpático y de que estaba en posición ideal, en la estación de tren y muy cerca del castillo.
Ya sabes, si vas a algunos de estos hoteles, no te olvides del desayuno… Y, si ninguno te convence, echa un vistazo a otros hoteles en el cantón de Friburgo.
12. Moverse de la forma más cómoda y sostenible posible
Movernos en transporte público en nuestros viajes nos encanta casi tanto como comer. Si podemos evitar alquilar coche, estamos encantados. Hay sitios donde no hay otra, porque es difícil llegar, sobre todo a pequeños pueblos o rincones naturales. Pues no es el caso del cantón de Friburgo, una maravilla para los amantes del transporte público como nosotros.


Si llegas en avión a Ginebra o Zúrich, puedes coger el tren directamente en los aeropuertos y llegar a Friburgo en menos de dos horas. Si llegas al aeropuerto de Berna, entre autobús y tren, tardarás poco más de una hora. Desde allí, casi todos los pueblos de los que te hemos hablado –Murten, Estavayer-le-Lac, Gruyères, Bulle y Broc– están conectados por tren. Para ir al Vully, ya dijimos que puedes ir en barco o en autobús desde Murten. Y, para Charmey y la base del funicular a Moléson-sur-Gruyères, hay autobuses desde Bulle. ¿Lo mejor? Está todo incluido –menos el funicular y el teleférico– en el Swiss Travel Pass y todos los horarios –incluso de los barcos– los puedes consultar en la web o en la app de los Ferrocarriles Federales Suizos SBB.
Mapa del cantón de Friburgo
Aquí tienes un mapa del cantón de Friburgo para ubicar todas las experiencias y lugares de los que te hemos hablado.
¡No nos digas que no te han entrado ganas de viajar hasta allí!
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