El pan ha formado parte de nuestra alimentación desde tiempos ancestrales. Es uno de los alimentos básicos de muchas culturas en todo el mundo. Lo encontramos de muchas formas, sabores y variedades distintas, pero no todos son iguales. Elegir un buen pan puede marcar la diferencia.

Blanco, integral y de grano: ¿son lo mismo?
La respuesta es no. Cada tipo de pan se distingue por su composición y por su proceso de elaboración, que repercute directamente en su sabor y en la calidad final. El pan blanco se elabora a partir de harinas refinadas. Se trata de harinas que pasan por un proceso de molienda que elimina el salvado y gran parte del germen del grano de los cereales. Estos dos componentes contienen parte del valor nutricional del cereal, de modo que, al eliminarlos, el pan carece de la mayoría de los micronutrientes y de la fibra, aunque presente una textura esponjosa y suave. El resultado es un pan de color claro y con un índice glucémico alto.
La diferencia entre el pan blanco y el plan integral es que, en el segundo, las harinas utilizadas son integrales. Es decir, pasan por un proceso de molienda, pero conserva todas las partes del cereal, incluido el salvado de los granos (la cubierta externa del cereal o la cáscara) y, por lo tanto, los nutrientes presentes en este. Por este motivo, es una opción más saludable y saciante que el pan blanco.
No obstante, el pan de grano es el más interesante desde el punto de vista nutricional. Se elabora a partir de granos completos de cereales previamente activados, sin utilizar harinas, y con un proceso de fermentación más largo, lo que permite mejorar la biodisponibilidad de sus nutrientes y la digestibilidad.
Y si se elabora con granos ecológicos, el resultado es un pan más nutritivo, digestivo y de una calidad superior
De elaboración artesanal, más digestivo y saludable
La receta de los panes de grano sigue la tradición artesanal. Su preparación comienza el día anterior, remojando los granos hasta 24 horas en un ambiente propicio para su activación. Gracias a este proceso, los granos “liberan” los nutrientes del cereal, haciendo que sean más biodisponibles. Es decir, los nutrientes pasan de estar “secuestrados” a ser “aprovechables” por nuestro organismo.
Tras la activación inicial, el pan pasa por una fermentación lenta en un ambiente cálido y húmedo que permite que se desarrollen los aromas y que las levaduras hagan su función correctamente. Para finalizar el proceso, pasa por una fase de horneado y enfriamiento controlados.
El resultado es un pan excepcionalmente sabroso, sin gluten, lactosa ni azúcares añadidos. A la vez, es alto en proteínas, rico en fibra, lo que lo hace muy saciante y tiene un bajo índice glucémico, reduciendo los picos de azúcar en sangre.
Pan ecológico, la mejor opción
Y si se elabora con granos ecológicos, el resultado es un pan más nutritivo, digestivo y de una calidad superior. El cultivo y la producción ecológica garantizan la ausencia de posibles residuos de pesticidas y fertilizantes de origen sintético, ingredientes transgénicos u organismos modificados genéticamente, así como de aditivos no autorizados.
En Veritas, elige entre múltiples variedades
Trigo sarraceno, quinoa, avena… Existen muchas variedades de pan de grano. En los supermercados Veritas puedes encontrar distintas opciones para elegir, ya sea en forma de rebanadas, pan de molde, baguette o en forma de magdalenas irresistibles.
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Autora: Amancay Ortega, Nutricionista y Content Manager en Veritas
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