Los frutos secos, así como las semillas oleaginosas, son un tesoro dietético. La proporción de sus nutrientes cambia ligeramente entre las diferentes variedades, pero todos ellos son de una riqueza alimentaria excelente. Por eso, han dejado de verse como un tentempié extra y actualmente forman parte de numerosos platos por pleno derecho. Equilibran todo tipo de propuestas dietéticas y son elementos imprescindibles en las dietas keto.

Destacan en dos macronutrientes cada vez más apreciados. Superan el 60% de grasas de calidad, muy ricas en ácidos grasos insaturados omega 9, 6 y 3, y que se han demostrado esenciales para la salud cardiovascular y del sistema nervioso.
Aportan proteínas en valores alrededor del 20%, muy ricas en aminoácidos esenciales. Aunque tienen una cierta limitación de metionina, es fácil complementarla con otros alimentos, como legumbres.
Entre los micronutrientes, son la principal fuente de la vitamina antioxidante E, además de B y A. Son grandes mineralizantes con altos valores en calcio, hierro, magnesio, fósforo, zinc, selenio y manganeso.
Aportan proteínas en valores alrededor del 20%, muy ricas en aminoácidos esenciales
Ideales en los meses fríos
Son un alimento para todo el año, pero por su alto valor calórico, el invierno es la estación ideal para introducirlos en numerosos tipos de recetas como:
- Salsas y picadas. En toda la familia de pestos, romescos y picadas, son el complemento ideal de guisos, cereales, proteínas y hortalizas.
- Rellenos. Cualquier relleno de empanadillas, canelones, tartas dulces o saladas mejora con unos tropezones de frutos secos.
- Turrones. Enteros o triturados, los frutos secos son la base de los turrones, mantecados y numerosos dulces navideños. Almendras, avellanas, nueces y piñones triunfan asociados a frutas confitadas, chocolate y otras delicias.
Son un alimento para todo el año, pero por su alto valor calórico, el invierno es la estación ideal para introducirlos en
numerosos tipos de recetas
- Patés. Son fundamentales en los grandes patés vegetales como toda la gama de hummus, tahinis y cremas de cacahuetes y otros granos. Y en la clásica crema de avellanas con cacao.
- Quesos veganos. Son los reyes de los verdaderos quesos vegetales, que aportan calcio, grasas saludables y proteínas para enriquecer tapas y bocadillos. Se activan con un remojo, se trituran finamente y se complementan con levadura nutricional y especias.
- Masa para tartas. Finamente picados junto con dátiles, se aplastan sobre el fondo de un molde, se cuecen al horno unos minutos y sirven de masa base sin gluten, para tartas dulces. Si se trituran con copos de avena, son una base sin lactosa, para tartas saladas.
- Mueslis y desayunos. Son un pilar de los desayunos saludables, ya sea en mueslis tostados, como las granolas, troceados sobre copos hervidos o en crema sobre tostadas.
- Repostería. Se incluyen en las recetas de galletas, magdalenas y pasteles. Una fórmula sorprendente consiste en triturarlos junto a fruta fresca como plátano o manzana y un poco de cacao para conseguir mousses muy sanas. Sustituyen a las harinas en las dietas keto.
- Postres. Un postre característico es el “menjar blanc”, unas natillas medievales, con base de almendras, aromatizada con limón y canela y espesada con almidón de arroz.
- Tentempiés. Además del clásico aperitivo, forman parte de numerosas recetas de barritas energéticas y crackers, para saciar el hambre entre horas de forma equilibrada. Una fórmula diferente es tostarlos al horno con curry.
- Ensaladas. Este plato principal de toda dieta saludable no queda del todo equilibrado sin la presencia de frutos secos como nueces, cacahuetes, anacardos, o semillas, como sésamo, pipas o cáñamo.
Autora: Mercedes Blasco, Nutricionista, Máster en Nutrición y Salud
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