el gigante a las puertas de Varsovia
Pocas veces vas a poder visitar un lugar “abandonado” y al mismo tiempo turístico como la fortaleza de Modlin. Un gigante levantado con más de 200 millones de ladrillos, la fortaleza más grande de Polonia. Hoy, más de 200 años después del inicio de su construcción, sus muros, el mobiliario de los últimos soldados que vivieron en ella y su abandono nos dejaron con la boca abierta.

Más allá de su historia –que te resumiremos mucho– o su antiguo esplendor, es su estado actual el que nos convenció para incluir la fortaleza de Modlin entre nuestros lugares que visitar en Polonia. Y es que, la sensación de caminar por una cápsula del tiempo, un espacio que se quedó bloqueado y que solo los estragos del paso de los años ha cambiado, es algo que no somos capaces de describir con palabras. Una desconocida para el gran público, y para nosotros hasta que se convirtió en uno de los grandes descubrimientos de nuestro último viaje por el país.
Visitando el interior de la fortaleza de Modlin dejamos de saber en qué planta o en qué año estábamos a los pocos minutos. Así de impresionante es recorrer las salas de un edificio cuyos ladrillos darían cuatro veces y media la vuelta al mundo. No nos extraña que haya servido de escenario para más de 100 películas en las últimas décadas.
Un poco de historia de la fortaleza de Modlin: de Napoleón a la actualidad
Vamos a tratar de resumir mucho los más de dos siglos de historia de la fortaleza de Modlin por dos motivos: tú no has venido aquí a leer todos sus detalles y nosotros no tenemos vida suficiente para contártelos.


Napoleón, sí, Napoleón, mandó construirla
Napoleón decidió que la unión del Vístula y el Narew era un buen lugar para levantar un fuerte en 1806. Como la Guarida del Lobo, iba a ser temporal, pero los planes de invadir Rusia –igual que le pasó a Hitler después– le dieron más importancia ya en 1810. Como supondrás, por aquello de que la excursión invernal de Napoleón no salió bien, la fortaleza fue tomada por las tropas rusas en 1813, después de un asedio de ¡once meses!
¿Sabías que…?
Antes de Napoleón, ya se habían levantado fortificaciones en la zona para detener el avance de las tropas suecas a mediados del siglo XVII. No se detuvieron mucho y, tras la invasión, los suecos establecieron un campamento fortificado que, años después, con otra guerra y derrota, fue totalmente destruido.
Bajo el control de los zares
Bajo el control ruso se amplió entre 1832 y 1841, primero, y entre 1883 y 1888, después. Las nuevas armas la fueron dejando obsoletas –los fuertes que la defendían de los ataques de artillería estaban demasiado cerca– y, aunque se pensó en abandonar, se decidió volver a ampliar y reforzar antes de la Primera Guerra Mundial. A pesar de todo, el ejército prusiano tomó la fortaleza, de nuevo tras un asedio.


La Segunda Guerra Mundial: la invasión de Polonia y la Batalla de Modlin
Tras la Primera Guerra Mundial, pasó a manos de Polonia y, una vez más, se amplió y modernizó. Lo suficiente como para ser uno de los últimos bastiones de resistencia polaca en la Segunda Guerra Mundial en la batalla de Modlin. Entre el 13 y el 29 de septiembre de 1939, la fortaleza de Modlin fue bombardeada y asediada por tropas alemanas. Finalmente, un día después de la rendición de Varsovia y con casi 2.000 bajas entre muertos y heridos, el ejército polaco depuso las armas: no quedaba nada por lo que luchar.


Nuestro guía, Krzysztof, bisnieto de uno de aquellos soldados que resistieron en la fortaleza, nos dijo que hubo días con más de 10.000 bombas lanzadas. De más de 600 de los muertos en la batalla de Modlin no se conoce el nombre y otros tantos no se encontraron nunca, entre ellos, el bisabuelo de Krzysztof, capturado por las tropas alemanas.
La fortaleza de Modlin en el siglo XXI
El ejército polaco utilizó la fortaleza de Modlin hasta el año 2000, cuando la abandonaron. Así como suena. Un día se fueron y dejaron todo como estaba, con dos guardias que se encargaron de custodiar semejante monstruo durante 12 años. Ya imaginarás que entró casi cualquiera, se llevaron casi todo y, lo que no, se fue arruinando por falta de mantenimiento. En 2012 fue comprada por un privado –dueño también de la fortaleza de Poznan– por 40 millones de euros. Después de cinco años de limpieza –sacaron más de 400 camiones de basura– se abrió al público en 2021.
Qué vas a encontrar en la fortaleza inexpugnable a orillas de Vístula
Antes de que pienses “¿Inexpugnable? Si ha cambiado de manos mil veces…”, te diremos que, si te fijas bien, siempre cambió de manos por rendición. Nunca fue tomada por la fuerza. Vale, no hay mucha diferencia, pero es un sentimiento de orgullo importante.


¿Qué te espera dentro de su muralla exterior? De entrada, un patio lo bastante grande como para colocar el Castillo de Malbork entero en él. Patio rodeado por un montón de edificios, algunos conectados por pasillos kilométricos. Y, ¿qué hay en esos pasillos? Paredes con decenas de capas de pintura a la vista, hubo 44 regimientos diferentes y cada uno tenía su color; habitaciones en las que encontramos las literas que usaron los últimos soldados polacos; baños decorados con mosaicos hechos a base de platos y tazas de cerámica rotos; canchas de baloncesto y voleibol, dentro del edificio, sí; sótanos convertidos en refugios nucleares en la Guerra Fría…


Eso es lo que se puede “explicar”, pero lo más importante es la sensación de estar en un lugar en el que no deberías estar. Un lugar que no está preparado para que la gente camine por él. Un lugar que parece que va a colapsar o en el que van a aparecer los fantasmas de cadetes en uniforme en cualquier momento. Un museo, que no es un museo.
Fuera de esos edificios –no todos están conectados y hay que salir al patio–, el sol, el césped, los pájaros… son el choque que te “limpia” los sentidos antes de volver a entrar en los pasillos de ventanas cubiertas, techos con desconchones y paredes con la pintura levantada.


Más allá del patio, hay polvorines, revellines, fosos, murallas, puertas… Piensa que, solo en la época de Napoleón, se construyeron 21 polvorines y que los edificios y fuertes alrededor de la fortaleza no han hecho más crecer durante siglos.
Las guindas del pastel
Por la forma en que te lo hemos contado, esperamos haber dejado claro que todo el tiempo que pasamos en la fortaleza, lo hicimos con la boca abierta y dándonos codazos el uno al otro para señalarnos aquí y allí. Con todo y con eso, hubo dos lugares que fueron, si cabe, más especiales.


Empezamos con un depósito de agua con una capacidad de 40.000 litros construido en la época de los zares en hierro que solo fue usado durante 24 años. Subir esas escaleras oxidadas y asomarnos al interior del tanque vacío fue… otra de esas cosas que no podemos explicar con palabras.
¿Sabías que…?
Asomados al tanque, Krzysztof nos contó que solo había ocho baños, que hacían un total de 22 retretes disponibles en la fortaleza de Modlin. De entrada, ya son pocos, pero piensa que había 20.000 soldados: tocaban a un retrete cada 123. Tocaban a menos de 12 minutos de retrete por soldado durante las 24 horas del día…
La otra estrella fue la cocina. Bueno, la señora cocina usada hasta el último día de funcionamiento del complejo. Todavía están las barandillas que marcaban los pasillos en los que los soldados tenían que hacer cola con sus bandejas hasta llegar a los mostradores donde se las llenaban. Unas filas enormes que provocaban que, la mayoría de las veces, tuvieran que ir comiendo de pie porque no había tiempo para sentarse: tenían 20 minutos para comer. Pudimos pasar a la “parte de atrás” de las cocinas, donde está el sistema de ventilación de los años 90 y todavía quedan ollas de 500 y 1.000 litros para hacer sopas.


El museo de la fortaleza de Modlin
Hemos dicho que la fortaleza de Modlin es un museo que no es un museo. Pero, al finalizar la visita guiada, acabamos en un museo propiamente dicho. Allí encontramos insignias, medallas, armas y un uniforme original de 1939, junto a réplicas de uniformes de soldados de todas las épocas que pasaron por allí. Además de curiosidades y más datos históricos.


En una sala del museo está la recreación del despacho del comandante Wiktor Thommée durante la batalla de Modlin. Cada pocos minutos, una proyección inmersiva te coloca en esos días mientras caen las bombas del ejército alemán sobre la fortaleza.
Cómo llegar a la fortaleza de Modlin, precios y horarios
La fortaleza de Modlin está, en un ataque de imaginación, en Modlin. Concretamente en Adama Mickiewicza 99, mira Google Maps. Y seguramente te suene el nombre porque es allí donde está uno de los aeropuertos internacionales de Varsovia.


Es posible llegar en tren –línea 97126/7Modlin– desde la capital hasta cerca de la entrada de la fortaleza y también hay autobús –Flixbus–. De hecho, puedes llegar en autobús al aeropuerto desde la fortaleza en 5 minutos. Si llegas en coche, hay un aparcamiento de pago dentro del perímetro.
La visita al exterior de la fortaleza de Modlin es gratuita. La entrada al museo cuesta 15 PLN y abre de martes a domingo de 12 h a 16 h. La torre de observación tiene una entrada de 13 PLN y abre también de martes a domingo de 12 h a 16 h. Las visitas guiadas se contratan desde la web oficial, tendrás que usar Google Translate, está solo en polaco, aunque las visitas se hacen también en inglés.


Si te decides por la visita guiada, cosa que te recomendamos, resérvate unas tres horas. Ya hemos dicho que es enorme.


Nunca seremos capaces de explicar con palabras lo que sentimos en la fortaleza de Modlin, solo podemos decirte que no es algo que vayamos a olvidar.
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