
El río Zirauntza nace en un entorno privilegiado: el Parque Natural de Aizkorri-Aratz. Amparado por el abrazo de los robles, pinos y hayas que viven a las orillas de sus cauces, este paritorio acuático es un destino ideal para quienes quieren disfrutar del senderismo sin complicarse demasiado. Una manera saludable y natural de conocer un rincón del interior de Álava desde el pueblo de Araia.
Características de la ruta
El camino que se recorre para llegar hasta allí es el SL-A14, que está perfectamente señalizado con líneas paralelas en verde y blanco. Se trata de una ruta circular (aunque se puede volver por el mismo camino por el que se fue) de 3,80 kilómetros, que se completa en una hora y tres cuartos. Su desnivel es de 280 metros, aproximadamente, y el grado de dificultad es fácil. La única parte un poco complicada, por decirlo de alguna manera, es un pequeño tramo con escalones.
Como siempre, es esencial llevar calzado adecuado, ya que en las zonas más boscosas puede haber barro y, por lo tanto, peligro de resbalones. Además, hay que proveerse de agua y comida porque no es un camino en el que se encuentren tiendas. Y, por supuesto, crema de protección solar para la piel y ropa adecuada.
Ruta al nacedero del río Zirauntza

El recorrido comienza en el museo del Mitxarro, en Araia. Está dedicado al lirón gris, a través de cuya figura se explica el entorno natural, arquitectónico y cultural de la zona. Allí mismo está el indicador ‘SL-A14 Sendero del Nacedero’, así que no hay duda. La primera parte de la ruta se realiza entre ejemplares de pinos y hayas, que protegen del sol en los días de verano y mantienen el verde tan admirado del ecosistema de la zona.
Después de esa zona frondosa, se llega a un cruce de caminos que no presenta mucha duda, ya que la señalización nos dirige hacia la izquierda. Un poco más adelante, aparece la fábrica de Ajuria – Urigoitia, que a día de hoy ya no está en marcha. Dicha factoría empezó a funcionar en 1848, durante 137 años produjo acero para fabricar piezas, herramientas y otros objetos.
Allí también se utilizó por primera vez en el país un horno eléctrico de inducción. Hasta 1995, dio trabajo a cientos de personas (la cifra descendió progresivamente con el paso del tiempo) y atrajo a familias de todas partes de España, que se mudaron allí para incorporarse a la fábrica. Como en muchos otros sitios en los que la siderurgia fue el motor principal de su economía, el cierre se notó en el censo de población.

Tras dejar atrás el edificio de la factoría, se pasa por una valla y un puente de madera que entra, de nuevo, en un conjunto frondoso de árboles. El cauce del río queda a la izquierda del camino, que ahora es un poco empinado (el esfuerzo se nota en las piernas, aunque no es demasiado acusado).
En determinado momento, aparece un nuevo cartel que dirige a una cascada formada por la presa del río. Desde allí, se llega al nacedero del Zirauntza con solo caminar unos metros más. Al llegar a este punto, se puede optar por regresar al pueblo por el mismo camino o seguir por el sendero GR-25, que está marcado con señalizaciones blancas y rojas. Solo hay que cruzar el puente y seguir las indicaciones que llevan hasta Araia.
Cuándo es el mejor momento para realizar la ruta
Durante el último tramo por el bosque, antes de llegar a la bifurcación que lleva al nacimiento, hay mesas y bancos de madera donde sentarse para comer y descansar. El otoño, junto con la primavera, es la mejor estación para hacer esta ruta, ya que es cuando el agua (bien sea por las lluvias o bien por el deshielo de las montañas cercanas) fluye con más fuerza. El sonido del río es uno de los gozos sensoriales del camino.
Qué hay en Araia
El pueblo del que parte la ruta, Araia, es la capital del municipio de Aspárrena, compuesto por diez localidades y que en 2024 tenía 1.641 habitantes. Está próxima a los montes de Alzania y las peñas Aratz, Albéniz y Eguilar, así que recibe bastantes visitas de aficionados a la montaña. Además, una parte del Camino de Santiago -el que une Guipúzcoa con Álava por el túnel de San Adrián- también pasa por allí.

Entre su patrimonio, más allá del natural, se encuentran varios templos religiosos como la iglesia de San Pedro, que data del siglo XV; la ermita de Andrea Mari, del siglo XVIII, que antiguamente también se conocía como ermita de la Asunción; y la ermita de San Juan de Amamio. Esta última es originaria del siglo XII, es de estilo románico y una de las últimas representantes del estilo de las construcciones sacras alavesas de aquel entonces.
En su casco urbano se puede ver el escudo de la Hermandad de Aspárrena, que está en la Casa Consistorial, construida en 1771. Asimismo, otro de los puntos de interés para conocer la historia del pueblo es el humilladero, donde está la cruz más llamativas de las que rodean la localidad (hay una en cada punto cardinal).
La herencia medieval de la localidad se puede comprobar en las ruinas del castillo de Marutegui, ubicado en un peñón homónimo también conocido como Marumendi, a 863 metros de altitud. Según parece, el encargado de su construcción fue García Íñiguez de Pamplona en el siglo VIII. Su intención era la de guardar el reino de Pamplona. Anteriormente podría haber existido una fortaleza árabe, sobre la que se edificó un torreón y un recinto amurallado.
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.




