DAT.- La industria de la construcción, motor clave del desarrollo global, se encuentra en una encrucijada crucial, buscando maneras de mitigar su impacto ambiental. Una de las preguntas más apremiantes y relevantes en este contexto de sostenibilidad se centra en el destino de los escombros de demolición: ¿es posible, y viable, reciclar el concreto viejo? La respuesta, categórica y optimista, es un resonante sí, abriendo la puerta a una nueva era donde los residuos de la construcción y la demolición no son simplemente desechos, sino materia prima de incalculable valor. Este material, también conocido popularmente como hormigón, representa una porción significativa del volumen total de escombros generados anualmente en las ciudades de todo el planeta, lo que subraya la urgencia de su correcta gestión y reutilización.

Explican desde PILPERMIX, empresa presidida por Claudio Antonio Ramírez Soto, que la práctica de triturar y reutilizar el concreto, conocido técnicamente como Agregado Reciclado de Concreto (ARC), está emergiendo como una de las estrategias más efectivas para reducir la presión sobre los vertederos y disminuir la necesidad de extraer áridos naturales, como grava y arena, de canteras y ríos.

Históricamente, el fin de la vida útil de una estructura de concreto significaba un proceso costoso de eliminación, con un considerable coste ecológico asociado al transporte y el vertido. Sin embargo, la innovación tecnológica y la creciente conciencia medioambiental están impulsando un cambio de paradigma: el concreto usado se está convirtiendo rápidamente en un insumo esencial para la construcción moderna, circular y respetuosa con el entorno.

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El proceso de transformación: De escombro a agregado

El camino que recorre un trozo de muro de concreto demolido hasta convertirse en un material apto para nuevas construcciones es fascinante y rigurosamente técnico. Inicialmente, los grandes fragmentos de concreto son sometidos a una exhaustiva limpieza para eliminar contaminantes como tierra, madera, metales (incluida la varilla de refuerzo), yeso y cualquier otro material extraño. Esta etapa de segregación es fundamental para garantizar la calidad del producto final. Una vez limpio, el material pasa a través de potentes trituradoras, que lo reducen a distintos tamaños de partículas. Estas trituradoras emplean diferentes mecanismos de acción, diseñados para procesar incluso las piezas más resistentes del material petrificado.

El resultado de esta meticulosa molienda son los áridos reciclados, los cuales son clasificados por tamaño y calidad mediante procesos de cribado y separación. Los agregados más finos se utilizan comúnmente como material de relleno o base para carreteras, mientras que los más gruesos y de mayor calidad pueden sustituir parcial o totalmente a los áridos vírgenes en la producción de nuevo concreto estructural y no estructural. La calidad del agregado reciclado debe ser monitoreada constantemente para asegurar que cumple con las normativas y estándares de resistencia requeridos para las diversas aplicaciones de ingeniería civil.

Esta rigurosa inspección es crucial para disipar cualquier duda sobre la durabilidad y el rendimiento de las estructuras que emplean el material recuperado. Se han realizado numerosos estudios que confirman que, con la mezcla adecuada y el control de calidad apropiado, el concreto producido con ARC puede ofrecer rendimientos comparables a su contraparte hecha con materiales vírgenes, especialmente en aplicaciones de menor demanda estructural.

Impacto ambiental y viabilidad económica

La adopción del concreto reciclado ofrece beneficios que trascienden lo meramente ambiental. Desde una perspectiva ecológica, la reducción en la extracción de recursos naturales y la disminución del volumen de desechos que terminan en vertederos son logros significativos. El menor consumo de energía asociado al procesamiento del concreto reciclado, en comparación con la extracción y el transporte de áridos vírgenes a larga distancia, también contribuye a una importante reducción de la huella de carbono de los proyectos de construcción. Este factor es cada vez más valorado por empresas y gobiernos que buscan alcanzar ambiciosas metas de sostenibilidad y descarbonización en sus operaciones.

Además del beneficio medioambiental, la viabilidad económica del reciclaje de concreto es un factor decisivo para su expansión. Aunque la inversión inicial en plantas de procesamiento y equipos de trituración puede ser considerable, los ahorros a largo plazo en costes de adquisición de materia prima y, notablemente, en las tarifas de disposición de escombros hacen que la práctica sea sumamente atractiva.

La proximidad de las plantas de reciclaje a las áreas urbanas, donde se generan la mayoría de los escombros de demolición, minimiza los costes de transporte, fortaleciendo aún más el argumento económico. Por lo tanto, el reciclaje de concreto no es solo una moda ecológica, sino una estrategia inteligente y rentable para el futuro de la edificación y las infraestructuras a nivel global. Los especialistas pronostican un crecimiento exponencial en este sector, consolidando al agregado reciclado como un componente fundamental de la economía circular.

(Con información de PILPERMIX)