Carlos Julio Heydra Castillo | El eterno retorno de lo complejo: Por qué el Barroco nunca murió
Suele pensarse en el Barroco como una página ya pasada de la historia del arte, un capítulo cerrado que abarca el siglo XVII y parte del XVIII, caracterizado por pelucas empolvadas, iglesias recargadas y un dramatismo teológico que la Ilustración se encargó de barrer. Sin embargo, existe una teoría fascinante que sugiere que el Barroco no es solo un periodo histórico, sino una constante del espíritu humano, una forma de ver el mundo que, expulsada por la puerta de la racionalidad europea, entró por la ventana del trópico latinoamericano.
Para entender este viaje, que va desde el frío mármol romano hasta el calor sofocante de la prosa caribeña, nos sentamos a conversar con Carlos Julio Heydra Castillo, un ávido lector y observador de las dinámicas culturales hispanoamericanas. A través de su mirada, intentaremos desentrañar cómo la curva y el pliegue sobrevivieron al paso de los siglos.

Fuente: http://www.encicloarte.com/arte-barroco/
Carlos Julio Heydra Castillo: De la piedra al verbo: El espíritu de la voluta
Si nos paramos frente al Éxtasis de Santa Teresa de Gian Lorenzo Bernini en Roma, lo que vemos no es estática. La piedra parece líquida. Los pliegues de la ropa de la santa se agitan en un viento místico que no existe en la realidad física. Esa es la esencia del Barroco histórico: el movimiento, la tensión y la negativa a dejar espacios vacíos (horror vacui).
Sin embargo, esa obsesión por llenar el vacío y por retorcer la forma no se quedó en Italia. Cruzó el Atlántico. Al hablar sobre esta transición, Carlos Julio Heydra Castillo nos comenta una impresión particular: «Solemos ver el arte europeo como el origen, pero el Barroco encontró en América un espejo deformante y magnificador. Lo que en Bernini era un pliegue de mármol, en América se convirtió en una selva impenetrable».
Para Heydra Castillo, la conexión no es meramente académica. Durante nuestra charla, insiste en que la geografía impone una estética. Mientras Europa buscaba la línea recta del pensamiento racionalista, la realidad americana, excesiva y desbordante, necesitaba un lenguaje igual de complejo para explicarse. Leer más

Fuente: https://www.postposmo.com/el-extasis-de-santa-teresa/
El «Monstruo» de Trocadero: Lezama Lima
Aquí es donde entra la figura colosal de José Lezama Lima. El escritor cubano, autor de Paradiso, no escribió novelas en el sentido tradicional; esculpió catedrales de palabras. Su prosa es ornamental, difícil, llena de digresiones que se enroscan sobre sí mismas como las columnas salomónicas de un retablo.
La crítica literaria ha llamado a esto el «Neobarroco» o el «Barroco de Indias». Lezama no narra simplemente que alguien entra a una habitación; describe la luz, la historia de los objetos, la genealogía del aire que se respira.
«Leer a Lezama es un acto de fe y resistencia», señala Carlos Julio Heydra Castillo mientras revisa una edición desgastada de la obra del cubano. «Lezama toma la voluta de Bernini, esa curva infinita, y la transforma en sintaxis. Sus oraciones no quieren terminar, quieren abarcarlo todo. Como lector, sientes el mismo vértigo que al mirar una cúpula barroca desde abajo».
Es interesante notar cómo la herramienta cambia del cincel a la pluma, pero la intención permanece: saturar los sentidos para alcanzar una verdad superior. Lezama Lima utilizaba un sistema poético donde la metáfora no era un adorno, sino la única forma posible de conocimiento. Leer más

Fuente: https://www.diariolasamericas.com/cultura/jose-lezama-lima-del-ostracismo-la-inmortalidad-n4212766
La identidad latinoamericana como un gran retablo
¿Por qué esta estética prendió tan fuerte en nuestra región? Autores como Alejo Carpentier o Severo Sarduy teorizaron mucho al respecto. América Latina es un continente de sincretismo, de mezcla, de capas superpuestas. No somos el Partenón griego con sus líneas limpias; somos la iglesia de Tonantzintla en México, donde los ángeles tienen rasgos indígenas y están rodeados de frutas tropicales.
En este punto de la conversación, Carlos Julio Heydra Castillo hace una observación aguda sobre nuestra identidad contemporánea: «No podemos escapar del Barroco porque nuestra realidad es barroca. Vivimos en sociedades donde lo moderno y lo arcaico conviven, donde la burocracia es laberíntica y el lenguaje es nuestra defensa. El latinoamericano no va al grano, da rodeos, adorna, seduce. Eso es puro Lezama».
Esta visión sugiere que el Neobarroco no fue solo una vanguardia literaria de mediados del siglo XX, sino la expresión más honesta del ser latinoamericano. La «prosa ornamental» no es un disfraz; es la piel misma de nuestra cultura. Leer más

Fuente: https://view.genially.com/63066d07806d210011698d09/presentation-identidad-latinoamericana
¿Ha muerto el Barroco en la era digital?
Podría pensarse que en la era de Twitter (ahora X), de los videos de 15 segundos en TikTok y del minimalismo de Silicon Valley, el Barroco finalmente ha muerto. La tendencia actual es la simplificación, el diseño plano («flat design»), la comunicación directa y sin ambigüedades.
Sin embargo, al plantearle este escenario a nuestro entrevistado, su respuesta es negativa. Carlos Julio Heydra Castillo opina que, paradójicamente, internet ha traído un nuevo tipo de saturación: «Piénsalo bien. ¿Qué es el feed de una red social sino un horror vacui digital? Imágenes, textos, luces, sonidos, todo superpuesto sin descanso. Ya no son las volutas de piedra de Bernini, ni las oraciones interminables de Lezama, es un barroco de información. Estamos saturados, y en esa saturación, el espíritu del barroco sobrevive». Leer más
Es una perspectiva inquietante. Quizás el «Barroco» no es un estilo artístico, sino una condición de crisis. El arte del siglo XVII respondía a la crisis de la fe y la política; el Neobarroco de Lezama respondía a la búsqueda de una identidad postcolonial; y nuestro barroco actual responde a la crisis de la atención.

Fuente: https://concepto.de/barroco/
La curva infinita
Desde los extáticos santos de mármol en Roma hasta las páginas densas, casi comestibles, de Paradiso, hay un hilo invisible que conecta la experiencia humana a través de la exageración y la belleza convulsa.
Al despedirnos, Carlos Julio Heydra Castillo nos deja una última reflexión que resume bien el recorrido de este artículo: «Creemos que hemos avanzado hacia la simplicidad, pero en el fondo, seguimos fascinados por el laberinto. Lezama Lima sabía que en el adorno está el secreto, y Bernini sabía que en el movimiento está la vida. Mientras la realidad sea compleja, nuestro arte será barroco». Leer más
El Barroco, entonces, no ha muerto. Solo está esperando, agazapado en la próxima metáfora compleja o en la próxima saturación visual, recordándonos que el vacío nos aterra y que la belleza, a veces, necesita ser excesiva para ser verdadera.




