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Científicos desarrollan nuevo método que aprovecha el calor interno de baterías gastadas para recuperar el 95% de metales clave > litio, níquel y cobalto sin hornos ni ácidos

Investigadores logran extraer hasta 98% del litio activando reacciones térmicas controladas dentro de baterías usadas.

  • Energía interna de la batería usada como fuente de calor.
  • Recuperación de hasta 95% de metales clave.
  • Temperatura interna controlada: hasta 1.100 °C.
  • Menor uso de energía externa y reactivos químicos.
  • Mejor alternativa frente a métodos tradicionales.
  • Procesamiento en dos etapas: lavado + disolución ácida.
  • Potencial para reutilizar grafito y metales.
  • Tiempo total del proceso: menos de 6 horas.

Un paso audaz hacia el reciclaje inteligente de baterías

Un grupo de investigadores ha logrado algo que hasta hace poco parecía contradictorio: usar la propia energía residual de una batería agotada para descomponerla y recuperar sus metales valiosos. Este avance permite recuperar hasta el 95 % de los metales de transición y más del 90 % del litio sin necesidad de hornos industriales ni toneladas de productos químicos agresivos.

La clave está en un concepto tan simple como ingenioso: provocar una reacción térmica interna controlada, conocida como thermal runaway, que libera el calor necesario para transformar los materiales del cátodo en formas más simples y solubles. No se trata de un accidente ni de una combustión descontrolada, sino de una estrategia medida, con protocolos de seguridad, control de gases y una ventana temporal optimizada.

¿Por qué importa este enfoque?

Los métodos actuales de reciclaje de baterías, como la pirometalurgia o la hidrometalurgia, son intensivos en energía, altamente contaminantes y económicamente difíciles de escalar. Fundir baterías a más de 1.400 °C o disolverlas en ácidos concentrados implica una enorme huella de carbono y la generación de residuos líquidos que deben ser gestionados con extremo cuidado.

En cambio, esta nueva técnica utiliza como única entrada energética el proceso de recarga parcial de la batería gastada, suficiente para alcanzar temperaturas de hasta 1.100 °C en su núcleo. A partir de allí, se desencadena la transformación química que simplifica la recuperación de níquel, cobalto, manganeso y litio, entre otros elementos.

Un ejemplo reciente involucró una celda de 24 amperios-hora con cátodo NMC (óxido de níquel-manganeso-cobalto). Al recargarla al 70 %, se alcanzó la temperatura deseada para iniciar la reacción. El resto del proceso requiere trituración, tamizado, lavado con agua y una etapa final con ácido clorhídrico diluido. Todo el procedimiento se completa en unas 5 horas y media.

Aplicaciones más allá del NMC

Aunque buena parte del foco está en cátodos NMC, el estudio también evaluó baterías LFP (fosfato de hierro y litio), una tecnología libre de cobalto y cada vez más común en vehículos eléctricos de gama media y almacenamiento estacionario. Los resultados mostraron que el simple lavado con agua recuperó casi el 88 % del litio, sin necesidad de ácidos adicionales. Esto abre la puerta a un reciclaje menos tóxico y más adaptable a diferentes químicas.

Reutilización y eficiencia

Uno de los hallazgos más prometedores fue el estado del grafito tras la extracción de metales. Al presentar bajos niveles de contaminación metálica, este material podría reintegrarse en nuevas baterías, reduciendo aún más la necesidad de materias primas vírgenes. Recuperar grafito reutilizable no es trivial: hasta ahora, la mayoría de los procesos lo destruían o lo degradaban.

Además, al evitar el uso de reactores térmicos externos y minimizar la necesidad de reactivos agresivos, el proceso reduce costos y emisiones, acercando la economía circular al ámbito real y no solo al discurso.

Proyectos e implicaciones reales

Este enfoque se alinea con objetivos legislativos cada vez más exigentes. En la Unión Europea, por ejemplo, el nuevo Reglamento sobre baterías establece objetivos obligatorios de reciclaje de 50 % de litio y 90 % de cobalto, níquel y cobre para 2027, incrementándose en los años siguientes. Tecnologías como esta serán esenciales para cumplir esas metas sin disparar los costes ambientales.

Empresas emergentes como Ascend Elements o Redwood Materials ya están explorando rutas de reciclaje avanzadas, pero el uso del calor interno de la batería representa un cambio radical. Podría integrarse incluso en plantas descentralizadas, reduciendo la necesidad de transportar baterías enteras por largas distancias para su procesamiento.

Potencial

La posibilidad de usar la propia batería para descomponerse y reciclarse marca un punto de inflexión. Algunas implicaciones prácticas:

  • Reducción drástica del consumo energético en procesos de reciclaje.
  • Menor dependencia de reactivos químicos peligrosos.
  • Recuperación eficiente de materiales críticos, lo que reduce la presión sobre la minería.
  • Mayor viabilidad económica del reciclaje local, incluso a pequeña escala.
  • Fomento de una cadena de suministro más circular, resiliente y menos geopolíticamente vulnerable.

Si esta tecnología se implementa a escala, podría convertirse en una pieza clave para gestionar los millones de baterías que llegarán al final de su vida útil en los próximos años. No solo como una solución técnica, sino como una apuesta tangible por una economía baja en carbono, más limpia y justa.

Más información: Thermal Runaway Induced Battery Recycling – Du – Advanced Energy Materials – Wiley Online Library

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