¿Puede un pueblo depender de un propietario que está a 300 kilómetros de distancia? Bueno, si hay quien tiene segundas residencias en la playa o en zonas rurales, ¿por qué no se va a poder tener un municipio entero, por muy lejos que esté? Es lo que poseía el abad del monasterio de Santa María de Poblet, el precioso templo ubicado a los pies de las montañas de Prades, en Tarragona: la actual localidad de Quart de Poblet, en la comarca de l’Horta Sud de Valencia y junto al Parque Natural del Turia.
El reparto del rey Jaume I
Todo tiene una explicación. Cuando el rey Jaume I conquistó Valencia en el siglo XIII, primero donó el castillo, la villa de Quart y la alquería de Aldaia al priorato del hospital de San Vicente de la Roqueta. Así consta en el famoso Llibre de Repartiment, algo así como el registro de la propiedad de la época en el que se repartieron los bienes a los pobladores del nuevo reino.
Los más avispados os habréis dado cuenta de que primero hemos hablado de Quart de Poblet y, después, hemos mencionado la villa de Quart. Realmente nos referimos al mismo lugar. El nombre del pueblo es de origen romano y viene de Quartum, en referencia al hito quartum miliarium que marcaba la distancia que había desde la ciudad de Valencia (es decir, cuatro millas romanas). La coletilla llegaría siglos después.
Por decisión del rey Alfonso II de Aragón, en 1287 pasó a manos del monasterio de Santa María de Poblet, que pertenecía a la Orden del Císter. Así, el abad se convirtió en el señor natural del término y de los habitantes de Quart. Para dejar patente su propiedad, le añadió el apellido “de Poblet”. Esta relación feudal duró hasta la desamortización de Mendizábal del siglo XIX, pero el renombramiento todavía perdura en la actualidad: Quart de Poblet.
Otros vínculos valencianos con el monasterio de Santa María de Poblet
A todo valenciano que visita el monasterio de Santa María de Poblet le sorprende lo mismo: las dos robustas torres de la entrada. ¡Pero si son como las famosas torres de Serranos de la ciudad de Valencia! Una vez más, no es casualidad. El arquitecto Pere Balaguer, autor de la puerta de la muralla cristiana de la ciudad, que se construyó en el siglo XIV, se inspiró en la puerta Real del templo catalán. Eso sí, a las torres les dio un tamaño todavía mayor, haciéndolas más esbeltas y más ornamentadas. Aún así, el parecido es más que razonable.
Todavía hay más influencias palpables del monasterio de Santa María de Poblet en la Comunidad Valenciana. Inspirado en él y con el objetivo de ser el gran templo cisterciense en el nuevo reino valenciano, a imagen y semejanza del de Tarragona, se proyectó el monasterio de Santa María de la Valldigna. Los primeros ocupantes del nuevo establecimiento en 1299 fueron el abad Ramón de Santcliment y 11 monjes, todos procedentes del también tarraconense monasterio de Santes Creus. Después de sufrir muchas dificultades —desde un terremoto hasta la expropiación y derribo de parte de las instalaciones—, hoy está en proceso de rehabilitación.

Un pueblo de huerta con tesoros hidráulicos y modernistas
Volvamos a Quart de Poblet. En su día seguramente sería un tesoro a repartir por su potencial agrícola. Y es que antes del siglo XX, el 83% de su superficie (casi 20 kilómetros cuadrados) estaba ocupada por campos de cultivo. Sin embargo, en los últimos 100 años, su proximidad a la ciudad de Valencia y a otros grandes núcleos de población, ha hecho disparar su número de habitantes y se ha urbanizado bastante. Aún así, sigue conservando una personalidad propia y típica de la huerta valenciana.

En un paseo por el municipio, destaca la red de acequias de riego herencia del dominio árabe y que sigue dando vida a los campos que quedan. Las aguas proceden de la acequia madre de Quart. Entre los diversos elementos de patrimonio hidráulico que vale la pena visitar están las “Lenguas de Sant Onofre”, un partidor que separaba las aguas de riego o el depósito de agua de baja presión.
La ermita de San Onofre es uno de los Bienes de Relevancia Local del pueblo, originaria del siglo XIV. Precisamente las fiestas del pueblo celebran la tradicional y singular “Passejà de Sant Onofre” la noche del 9 de junio, una procesión impactante con miles de cohetes y fuegos artificiales.

Siguiendo con los restos del patrimonio hidráulico de Quart de Poblet, también se puede ver un tramo original de la acequia de Mislata, que es Bien de Interés Cultural. Además, no hay que dejar de pasear por las callejuelas del casco histórico, pasando por la cisterna medieval y la iglesia de la Purísima, que son dos de los edificios más antiguos del municipio.
Dejando atrás la Edad Media, el municipio preserva algunas joyas arquitectónicas del modernismo como la antigua estación del ferrocarril —hoy centro de información turística—, preciosas casas y el Centro Cultural El Casino, que sigue abierto en la actualidad y alberga una cafetería con terraza. Otro lugar imprescindible es el Molí de Vila, construido en el siglo XIX en el momento en el que Quart de Poblet avanzaba hacia la industrialización y que generaba energía de la acequia de Mislata. Hoy es un auditorio y se ha convertido en símbolo del municipio.
El Parque Natural del Túria, pulmón verde de Quart de Poblet

Quart de Poblet está junto al Parque Natural del Túria, una arteria verde que vertebra los municipios que colindan con el río desde la ciudad de Valencia hasta el pueblo de Chulilla, en el interior. Es un lugar de esparcimiento de 35 kilómetros muy popular, tiene una vía verde para pasear e ir en bici o a caballo. Estuvo fuertemente afectado por la DANA de octubre de 2024, pero ya se está trabajando para su recuperación.
Periodista y aventurera. Me has podido leer en Escapada Rural, Diari Nosaltres La Veu, La Vanguardia, El Salto y otros medios. Habitante y amante de las zonas rurales, sea cual sea el destino. Procuro escaparme una vez por semana con las botas de montaña, el arnés o el neopreno. También soy un intento de baserritarra.




