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Eco Turismo: Fougères y su imponente fortaleza medieval

La ciudad de Fougères se encuentra en el departamento de Ille y Vilaine en la Bretaña francesa, a 40 Km. de la capital, Rennes. Su historia y su rico patrimonio arquitectónico la han hecho merecedora del distintivo “Ville d’Art et d’Histoire”. Y es que Fougères posee el mayor castillo-fortaleza medieval mejor conservado de Europa. Perderse por las callejuelas del barrio medieval, a los pies de las murallas, y luego por la ciudad alta es otro de los atractivos de esta encantadora ciudad bañada por el río Nançon.

Fougères

Fougères

Llegamos a la ciudad muy temprano por lo que no tuvimos problemas de aparcamiento. Encontramos un parking a los pies del castillo (parking La Poterne), y totalmente gratis. No obstante, hay diversas zonas para aparcar distribuidas por toda la ciudad. Lo primero que hicimos fue visitar el castillo.

Visita al Castillo de Fougères

La entrada al recinto del castillo nos costó 9 euros cada uno, precio que incluía una audioguía, muy práctica para conocer la historia del castillo. Otra opción es recorrer las instalaciones acompañados por un guía del servicio de patrimonio. Si vais con niños, también hay un itinerario infantil con audioguía, para niños mayores de seis años.

En la Edad Media, el Ducado de Bretaña estaba siempre en constantes litigios con sus vecinos: Normandía, que pertenecía a los ingleses, y Anjou y Maine que formaban parte del reino de Francia. En la zona fronteriza, las llamadas “Marcas de Bretaña”, se construyeron algunas fortalezas para defender el territorio bretón, entre ellas Fougères.

Vistas desde el campanario ©Destination Fougeres.

Vistas desde el campanario ©Destination Fougeres.

Tenemos noticias de que alrededor del año 1000 se construyó un primer castillo de madera en un peñasco rocoso, aprovechando un meandro del río Nançon. Poco después de ser arrasado por los ingleses a finales del siglo XII, el barón Raoul de Fougères mandó edificar el castillo de piedra, con planta de herradura. Durante los siglos sucesivos, los diferentes señores feudales reforzaron el sistema defensivo de la fortaleza. Esta perdió su interés militar cuando, tras el matrimonio de Claudia de Bretaña con el rey de Francia Francisco I (1532), el ducado de Bretaña pasó a formar parte del reino de Francia. A lo largo de los siglos, el castillo tuvo diferentes usos hasta que a finales del siglo XIX pasó a manos del Ayuntamiento, iniciándose a partir de entonces grandes campañas de restauración.

La torre La-Haye-Saint-Hilaire flanqueada por la torre de Guémadeuc y torre du Hallay

La torre La-Haye-Saint-Hilaire flanqueada por la torre de Guémadeuc y torre du Hallay

Acceso a la fortaleza

El ingreso al recinto se hace por la Tour-porte de La-Haye-Saint-Hilaire, torre cuadrada de finales del s. XII. Se halla flanqueada por dos torres circulares, la Tour de Guémadeuc y la Tour du Hallay, añadidas en el siglo XIII. La novedad de la torre circular consistía en que al carecer de ángulo muerto era mucho más eficaz para la defensa.

Entrada a la fortaleza ©MROINSON

Entrada a la fortaleza ©MROINSON

Las ruedas de molino

Antes de acceder por la citada torre, a la izquierda, se pueden visitar las cuatro ruedas de molino accionadas por el agua del Nançon. Estos molinos de harina datan del siglo XII y eran propiedad del señor. Se supone que el rendimiento de cada molino era de 100 Kg de harina por hora.

Ruedas del molino en Fougères

Ruedas del molino en Fougères

La Barbacana

Ahora sí, cruzamos la puerta de la Tour de La-Haye-Saint-Hilaire que nos introduce en La Barbacana, una zona rodeada por torres y paños de muralla. Era un espacio trampa para los invasores, pues si lograban pasar la primera muralla se encontraban con una segunda, quedando atrapados por los tiros procedentes de las diversas torres.

La Barbacana

La Barbacana

Patio exterior

La Barbacana da acceso al patio exterior a través de la puerta de la desaparecida Tour de Coëtlogon. Este espacio, de grandes dimensiones, era donde en tiempos de paz se desarrollaba la vida social del castillo. En época de guerra también servía de refugio para la población. Allí se encontraba la residencia del señor y todo lo necesario para la defensa y la subsistencia diaria (caballerías, herrerías, graneros, talleres, capilla, pozo, etc.). Actualmente es un espacio en ruinas, donde solo se conservan las columnas de la sala pública.

Patio Exterior

Patio Exterior

A través del camino de ronda accedimos a la Tour Raoul y a la Tour Surienne, dos torres de artillería construidas en el siglo XV. Se caracterizan por su forma circular en el exterior y el aspecto de una casa de cuatro plantas en la fachada interior.

Torre Raoul

Torre Raoul

Patio interior

Si los asaltantes conseguían avanzar, quedaba otro sector de protección separado del patio exterior por una muralla. Se trata del patio interior o “reducto”, lugar donde se había construido el primer castillo de madera. Allí se edificó en el s. XII la Tour des Gobelins y más tarde, en el siglo XIV, la Tour Mélusine. Se puede acceder hasta lo alto de ambas torres desde donde se obtienen unas vistas espectaculares del propio recinto fortificado y de la población. Si no tenéis ganas de subir a las dos torres, os recomiendo la ascensión a la torre Mélusine donde se puede disfrutar de instalaciones multimedia.

Torre Gobelins y torre Mélusine de Fougères

Torre Gobelins y torre Mélusine de Fougères

A mediados del siglo XV, cuando los duques de Bretaña se hicieron con la fortaleza mandaron edificar la Poterna o puerta secundaria, flanqueada por las torres de Amboise, que protegía la zona noroeste del castillo.

Desde la torre de Gobelins volvimos a coger el camino de ronda que nos condujo a través de la Tour de Guibé y la Tour de Coigny, que se caracteriza por su forma cuadrada y con pórtico, hacia la salida del recinto.

Patio exterior del castillo con la torre Coigny a la izquierda

Patio exterior del castillo con la torre Coigny a la izquierda

Una vez fuera de la fortificación nos sentamos a tomar un aperitivo en una terraza de la plaza Pierre Symon, un lugar tranquilo y acogedor. Luego nos dispusimos a dar una vuelta por la ciudad, agrupada en dos zonas: la ciudad baja y la ciudad alta.

Plaza Pierre Symon

Plaza Pierre Symon

Paseo por la ciudad de Fougères

La población de Fougères nació alrededor del castillo. Durante la Edad Media fue una ciudad muy próspera pues se hallaba en el cruce de las grandes rutas comerciales. También era una zona con un gran desarrollo artesanal relacionado con el mundo textil y con la confección de zapatos. En el siglo XIX, los efectos de la naciente industrialización se hicieron sentir en el sector del calzado, creándose numerosas fábricas. La mayor parte se instaló en el nuevo barrio de Bonabry, incluso una estuvo ubicada en el interior del castillo.

Barrio medieval con casas de entramado de madera

Barrio medieval con casas de entramado de madera

Empezamos nuestro recorrido por la parte más antigua de la ciudad, el barrio medieval, que se extiende a los pies de la fortaleza. En esta zona, al borde del río Nançon, es donde estaban situados los molinos y los talleres de los diferentes oficios relacionados con la fabricación de paños de lana (curtidores, tintoreros, pelaires, etc). Descubrimos las pintorescas casas de entramado de madera bordeando el río y también en la place Marchix. Nos deslumbró la iglesia de Saint-Sulpice, una magnífica construcción de estilo gótico flamígero, financiada por la rica burguesía de la ciudad.

Iglesia de Saint- Sulpice

Iglesia de Saint- Sulpice

Después nos encaminamos hacia la ciudad alta, cruzamos el río a través de un puentecito y nos encontramos con el antiguo lavadero. Luego nos adentramos en el jardín público, que destaca por sus paseos flanqueados por espesos árboles y por su bello estanque. Además, es un lugar ideal para tomar buenas fotografías del barrio medieval y del castillo. El final del parque marca el límite con la ciudad alta, separada de la ciudad baja por la muralla medieval.

Nos adentramos en la rue Nationale, que conserva importantes construcciones. Después del gran incendio que sufrió la ciudad alta en el siglo XVIII, que arrasó las casas de entramado de madera porticadas, se obligó a construir los edificios en piedra. De esa época son los palacetes de la rue Nationale.

La iglesia de Saint-Leonard se halla adyacente al parque público y al inicio de la rue Nationale. Data del siglo XII, aunque fue reconstruida en los siglos XV y XVI, y ampliada en el siglo XIX. De este siglo son el pórtico y el rosetón, de estilo gótico flamígero, de la fachada principal. Conserva una de las vidrieras más antiguas de Bretaña (s. XII), procedente de la abadía de Saint-Denis, cerca de París.

Unos pasos más allá se halla el museo Emmanuel de la Villéon dedicado al famoso pintor paisajista, natural de Fougères. Llama la atención el edificio de entramado con porche, único en su estilo en una calle poblada de casas de piedra. En la misma calle se encuentra el Beffroi, o campanario civil, que ejerce también de torre vigía. Su construcción fue financiada por los ricos comerciantes de la ciudad en 1397, según el modelo flamenco.

Biffroi de Fougères ©EPETITJEAN

Biffroi de Fougères ©EPETITJEAN

Un poco más adelante pudimos contemplar la hermosa fachada del teatro Victor Hugo construido a finales del siglo XIX, siguiendo el modelo de los teatros italianos. Justo al lado está la Oficina de Turismo. Entre la ciudad alta y el castillo discurre el jardín de Val Nançon que comprende un amplio espacio de dos hectáreas atravesado por el río Nançon. Lo conforman jardines muy variados con plantas de diversos tipos.

Si disponéis de tiempo también podéis visitar La Carrière du Rocher Coupé que se encuentra a un quilómetro del centro de la ciudad. Se trata de un paraje natural de gran belleza con un circuito pedestre alrededor de un pequeño lago. Durante el recorrido se pueden obtener unas magníficas vistas del castillo y de la ciudad.

Carrière du rocher coupé - Office de Tourisme Destination Fougères

Carrière du rocher coupé – Office de Tourisme Destination Fougères

El encanto y el carisma de Fulgères sirvió de inspiración a algunos de los más célebres escritores franceses del siglo XIX, como Chauteaubriand, Balzac o Victor Hugo para escribir algunas de sus obras más célebres.

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