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Eco Turismo: Rochefort-en-Terre, el pueblo más pintoresco de la Bretaña

Rochefort-en-Terre es un pequeño pueblo de apenas 800 habitantes ubicado en el departamento de Morbihan, en la Bretaña francesa, un imprescindible que hay que visitar. Clasificado como Petite Cité de Caractère por haber sabido conservar y revitalizar su rico patrimonio arquitectónico e histórico, es una población realmente bella.

Su castillo, sus calles y plazas empedradas, rodeadas por hermosos edificios de piedra y de entramado de madera, que rivalizan en belleza, lo han hecho merecedor del distintivo de ser uno de Les Plus Beaux Villages de France. Pero, sobre todo, lo que llama la atención son las flores que aparecen por todos los rincones de la población, lo que le ha valido la denominación de Village Fleuri con la máxima puntuación de 4 flores.

Rochefort-en-Terre©Alexandre Rousse Rochefort-en-Terre Tourisme

Rochefort-en-Terre©Alexandre Rousse Rochefort-en-Terre Tourisme

Primer contacto con Rochefort-en-Terre

Cuando planeamos nuestro viaje a la Bretaña, al principio no incluimos en nuestro itinerario ir a Rochefort-en-Terre por falta de tiempo, pero nos la recomendaron tanto que decidimos hacer un alto en el camino de vuelta a Barcelona para visitarla. Tengo que decir que valió la pena, pues se trata de una población que parece surgida de las páginas de un cuento.

Rochefort en Terre, uno de los pueblos con más encanto de la Bretaña

Rochefort en Terre, uno de los pueblos con más encanto de la Bretaña

Nosotros llegamos muy temprano procedentes de Carnac y dejamos el coche aparcado en la entrada de Rochefort, en un parking de pago, donde las flores ya hacían su presencia. Enfrente del parking, una pequeña entrada da acceso a los jardines del castillo. También hay una gran zona de aparcamiento cerca de la capilla de San Miguel, en el otro extremo del pueblo.

Un día gris de verano en Rochefort-en-Terre

Un día gris de verano en Rochefort-en-Terre

El castillo de Rochefort

El origen del castillo-fortaleza de Rochefort-en-Terre se remonta al siglo XII, cuando fue construido sobre un espolón rocoso, desde donde se dominaban Les Grées. Estas colinas de esquisto tuvieron una gran importancia pues de ellas se extraía el material para la construcción de casas y la pizarra para los tejados. Su explotación duró hasta después de la Primera Guerra Mundial.

El nombre de Rochefort procede de “Roche Forte”, que es tal como se denominó en su día a este promontorio rocoso. La historia de los señores de la villa comienza en 1118, con Abbon de Rochefort. En 1374, con la unión por matrimonio de los Rochefort con los Rieux, se convirtieron en una de las familias más influyentes de Bretaña.

El castillo fue destruido en 1488, en tiempos de Juan IV de Rochefort, en el transcurso de las luchas por la anexión de Bretaña por parte del rey Carlos VIII de Francia. No obstante, años más tarde, Ana de Bretaña, una vez convertida en reina de Francia por su matrimonio con Carlos VIII, financió la reconstrucción del castillo de su antiguo tutor. Posteriormente, en 1594 durante las guerras de religión, el castillo, entonces en manos de los Coligny, fue incendiado por ser un feudo del protestantismo. El castillo fue nuevamente destruido durante la Revolución Francesa.

Vestigios del castillo original©Alexandre Rousse - Rochefort-en-Terre Tourisme

Vestigios del castillo original©Alexandre Rousse – Rochefort-en-Terre Tourisme

El castillo actual

El edificio, tal y como lo vemos en la actualidad, se debe al pintor americano Alfred Klots, que como otros pintores se enamoró del pueblo a principios del siglo XX. En 1907 compró las ruinas del castillo y se cuidó de su renovación. Su aspecto actual, con sus dos torres y sus buhardillas de estilo gótico renacentista, se asemeja más a un palacio que a un castillo medieval. Alfred Klots fue quien promovió el gusto por la decoración floral entre los habitantes de la población, creando en 1911 el primer concurso de escaparates floridos.

Castillo de Rochefort-en-Terre ©Rochefort-en-Terre Tourisme

Castillo de Rochefort-en-Terre ©Rochefort-en-Terre Tourisme

El castillo se erige, majestuoso, rodeado de zona verde y es sin duda uno de los mejores lugares que ver en Rochefort-en-Terre. No se puede acceder a su interior, si bien la visita al parque es libre. Os aconsejo que deis un paseo y disfrutéis de la tranquilidad que se respira en este lugar. El parque, llamado “jardín de los pintores” forma parte del hábitat de distintas especies raras de murciélagos, por lo que es una zona protegida. El recinto del castillo conserva vestigios de la antigua fortaleza medieval del siglo XII. Este encantador parque también alberga el Museo Naïa, un museo de artes fantásticas imaginarias.

Parque del castillo de Rochefort-en-Terre ©Rochefort-en-Terre Tourisme

Parque del castillo de Rochefort-en-Terre ©Rochefort-en-Terre Tourisme

Qué ver en Rochefort-en-Terre

Rochefort-en-Terre es uno de esos pequeños pueblos para recorrer sin prisas, gozando a cada instante de la vista de hermosos edificios, de cada detalle que encontramos a nuestro paso y sobre todo de las flores que aparecen en cada rincón. Más allá de este rico patrimonio arquitectónico-floral, la localidad también se distingue por sus numerosas galerías de arte, talleres de artistas, tiendas de antigüedades; además de los característicos establecimientos dedicados a la venta de productos locales. Nosotros compramos unas deliciosas galletas artesanales en “Le Rucher Fleuri”, en la rue du Porche.

Le Rucher Fleuri

Le Rucher Fleuri

Place du Puits

Esta encantadora plaza no puede ser más bonita, rodeada de preciosos edificios de esquisto y granito con flores diseminadas por las fachadas, puertas y ventanas. Un pintoresco pozo completa el conjunto, y como no podría ser de otra manera, también está cubierto de flores.

Una de las plazas más bonitas de la Bretaña francesa

Una de las plazas más bonitas de la Bretaña francesa

Place des halles

Esta plaza fue el centro económico de la localidad desde el siglo XVII. Era el lugar que albergaba el mercado y donde se celebraban las ferias, además de las festividades de la población. Allí se puede ver la reconstrucción de la antigua lonja (halles) con su peculiar forma de herradura y donde en la actualidad se halla la Oficina de Turismo, donde os proporcionarán todo tipo de información que solicitéis.

Otros edificios peculiares son el hotel Burban, un palacete del siglo XVII utilizado como prisión señorial y el hotel Le Pélican, antiguo albergue Lecadre, lugar donde se alojaron, desde finales del siglo XIX, numerosos pintores, entre ellos Alfred Klots. También se encuentra el edificio del Ayuntamiento que destaca por estar decorado con una glicinia bicentenaria que recorre la parte central de la fachada principal.

Tourelle

Entre la place du Puits y la place des Halles, en la rue du Porche, se puede admirar otro edificio emblemático de la ciudad, se trata de la Tourelle (Torrecilla) de la casa doble, un edificio que llama la atención por su peculiar combinación entre el estilo gótico y el renacentista bretón.

La Torrecilla de Rochefort

La Torrecilla de Rochefort

La Porte de l’Étang

Desde la place des Halles se desciende, por la rue Candré, hasta la puerta de l’Étang, que antaño era una de las puertas de entrada a la población, pues coincidía con la ruta de la sal. Así pues, la rue Candré fue antiguamente la calle principal de Rochefort, llamada la “Grande Rue”.

El lavadero

Este antiguo lavadero del siglo XVI se alimentaba de las aguas del antiguo arroyo Le Candré. Es un lugar encantador que se encuentra próximo a la puerta de l’Étang. Se asocia a la leyenda de las lavanderas nocturnas. Según se cuenta, las lavanderas que durante su vida habían cometido delitos, en el Juicio Final eran condenadas a volver a su trabajo. Esos fantasmas, que aparecían en las noches sin luna, pedían a los incautos que por allí pasaban que les ayudasen a escurrir la ropa.

Cuando se enfadaban rodeaban al incauto con la colada y lo estrujaban hasta romperle los huesos. Se dice que esta macabra leyenda tenía como finalidad disuadir a los hombres que regresaban de las tabernas de pasar por allí, por el peligro que suponía caer al agua y ahogarse.

Casa rue Haute Candré

Casa rue Haute Candré

Antiguo burgo

Es la muestra de una sociedad jerarquizada. Se trata de la zona donde residían las clases sociales más humildes (curtidores, alfareros, etc.), ubicada en un nivel inferior a las casas de los estamentos superiores (clérigos, nobles y gentes de armas).

Notre-Dame de la Tronchaye

La rue de l’Étang nos conduce hasta la iglesia de Nuestra Señora de la Tronchaye. El edificio se halla situado en un terreno en pendiente, por debajo de la población. La explicación a esta singular ubicación la encontramos en una leyenda según la cual, en época de las invasiones normandas allá por siglos IX-X, un sacerdote decidido a proteger una imagen de la Virgen amamantando al Niño la escondió en el hueco de un tronco de árbol.

Dos siglos más tarde, una pastora halló la imagen en el interior del mismo tronco. Posteriormente, se construyó una iglesia en ese mismo lugar. De ello se deduce que el nombre de la iglesia tiene mucho que ver con esa leyenda.

El edificio, que data de los siglos XII y XVI, está declarado Monumento Histórico. El exterior destaca por su torre románica y su fachada en estilo gótico flamígero. En el interior, llama la atención la inclinación de las columnas, consecuencia de diversos corrimientos del terreno, pues el edificio se había construido sin cimientos. Para evitar su hundimiento se construyeron una nave lateral y unos contrafuertes. Destaca una vidriera de 1927 donde se representa la leyenda de la pastora encontrando la imagen de la Virgen.

Delante de la iglesia se encuentra un bello Calvario del siglo XVI esculpido en tres niveles. Se trata del único ejemplar en Bretaña donde se representa la Pasión y la Ascensión de Cristo.

Iglesia de Nuestra Señora de la Tronchaye

Iglesia de Nuestra Señora de la Tronchaye

Capilla de Saint-Michel de la Grêle

La capilla de San Miguel se construyó en el siglo XVII, siendo restaurada en el siglo XX. Está ubicada en una zona boscosa de gran encanto donde  se encontraba el priorato de Saint-Michel de la Grêle del siglo XI.

Estanque del Moulin Neuf

A solo quince minutos andando desde Rochefort se encuentra, rodeado de zona verde, el estanque Moulin Neuf, un lugar donde toda la familia puede disfrutar de diversas actividades náuticas (pedales, canoas, kayaks, etc.). Los amantes de las sensaciones fuertes disponen de una tirolina gigante que atraviesa el estanque, mientras que los más pequeños podrán divertirse a través de un recorrido de redes en los árboles.

Casas de piedra de Rochefort-en-Terre

Casas de piedra de Rochefort-en-Terre

 

 

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