En el corazón de los Pirineos orientales, Sant Joan de les Abadesses parece detenido en el tiempo. Rodeado por bosques y el rumor constante del río Ter, este pequeño pueblo de El Ripollès conserva la esencia de la Cataluña medieval, la calma de los paisajes de montaña y la autenticidad de la vida rural. Sus calles empedradas, sus casas de piedra y su imponente monasterio cuentan mil años de historia en cada rincón.

Lo que debes saber sobre Sant Joan de les Abadesses
Dónde está: en el valle del río Ter, dentro de la comarca del Ripollès (Girona), a unos 70 km de Girona y 150 km de Barcelona.
Por qué visitarlo: es uno de los conjuntos medievales mejor conservados de Cataluña. Su monasterio benedictino, el puente Viejo gótico y su casco antiguo invitan a perderse sin prisa.
Naturaleza: punto de inicio de la vía verde del Ferro i del Carbó, ideal para caminar o pedalear junto al Ter. Su entorno combina bosques de pino, hayedos y prados de montaña con vistas abiertas al Pirineo.
Qué no perderse: el monasterio de Santa María, el puente Viejo, el gorg de la Malatosca —una poza natural envuelta en leyendas de brujas— y las ermitas rurales que salpican el paisaje.
Sabores locales: embutidos del Ripollès, trinxat de la Cerdanya, miel de montaña y la tradicional coca de l’Abadessa.
Ambiente: tranquilo y familiar, perfecto para parejas, familias y senderistas que buscan un destino auténtico y sin aglomeraciones.
Consejo local: llega temprano para visitar el monasterio y alquila una bicicleta para recorrer la vía verde. Al caer la tarde, contempla el atardecer desde el Puente Viejo: es uno de esos momentos que se quedan grabados.
Historia y patrimonio de Sant Joan de les Abadesses

Sant Joan de les Abadesses nació al abrigo del monasterio benedictino de santa María, fundado en el año 885 por la condesa Emma, hija de Guifré el Pilós. Aquella primera comunidad femenina marcó el destino del pueblo. Hoy, el visitante puede recorrer el conjunto monástico y sentir el peso de los siglos entre sus muros románicos y su elegante claustro gótico, uno de los más bellos del Pirineo.
En el interior, el grupo escultórico del Santísimo Misterio —del siglo XIII— impresiona por su realismo y espiritualidad. Frente al monasterio, el antiguo palacio abacial se ha convertido en museo y guarda piezas de arte sacro que narran la historia de Sant Joan y su territorio. La oficina de turismo, situada en la plaza de la Abadía, ofrece visitas guiadas para conocer más a fondo su patrimonio.

Desde el monasterio, las calles empedradas conducen al casco antiguo, un entramado de callejuelas porticadas y casas nobles que conservan escudos, inscripciones y balcones floridos. El puente Viejo (Pont Vell), con su arco gótico de piedra, es uno de los símbolos de Sant Joan de les Abadesses. Cruza el río Ter desde el siglo XIV y ofrece una de las vistas más evocadoras del conjunto urbano, con el monasterio recortándose sobre el verde del valle. Una buena idea para el visitante es contemplar y retratar el atardecer desde este punto.
En torno a la plaza Mayor, los soportales acogen tiendas de artesanía, cafeterías y terrazas donde la vida transcurre despacio. Aquí se celebra en junio la Festa Major, con el tradicional Ball dels Pabordes, una danza que sólo se baila en Sant Joan y que ha sido reconocida como patrimonio cultural catalán.
Naturaleza y entorno: entre bosques y montañas

El paisaje que rodea Sant Joan de les Abadesses es una invitación constante a salir al aire libre. Entre colinas, bosques y prados, el valle del Ter ofrece rutas de todos los niveles y una tranquilidad difícil de encontrar. La vía verde del Ferro i del Carbó, trazada sobre una antigua línea ferroviaria, es perfecta para recorrer a pie o en bicicleta. Sus doce kilómetros hasta Ripoll transcurren junto al río, entre túneles, puentes y viejos apeaderos convertidos en refugio de senderistas.
Otra ruta muy apreciada es la que sube hasta el mirador de Sant Antoni, a más de 1.600 metros, desde donde se dominan los tejados de pizarra del pueblo y las montañas del Pirineo. También merece la pena seguir el sendero de las Cuatro Ermitas (PR-C 60), un itinerario circular que une pequeñas capillas rurales escondidas entre bosques y pastos.

El gorg de la Malatosca, a tan solo un kilómetro del casco antiguo, es uno de esos rincones mágicos donde el rumor del agua se mezcla con las leyendas. El sendero que conduce hasta allí es corto y sombrío, ideal para un paseo en familia. Es un lugar con encanto y con leyenda: dicen que las brujas se reunían aquí para celebrar sus aquelarres bajo la luna.
La fauna y la flora son abundantes: corzos, jabalíes y zorros habitan los bosques de pinos, robles y hayas, mientras en el cielo planean águilas y buitres. En otoño, el paisaje se tiñe de tonos ocres y los níscalos —las setas más apreciadas del Pirineo— se convierten en protagonistas de las excursiones y las mesas locales.

El entorno ofrece también opciones para los aventureros más activos, como pesca de trucha en el Ter, rutas de BTT por el Ripollès, escalada en la peña de Montgrony o, en invierno, jornadas de esquí en Vallter 2000 o La Molina. Consejo: usa calzado cómodo para los caminos rurales y, si vas en verano, no olvides el repelente de insectos.
Gastronomía y cultura local de Sant Joan de les Abadesses

Comer en Sant Joan de les Abadesses es saborear la montaña. Los restaurantes locales apuestan por productos de proximidad: embutidos curados, quesos de oveja, miel de alta montaña y setas de temporada. No puede faltar la coca de l’Abadessa, un dulce tradicional elaborado con almendra y manzana. Por supuesto, no te vayas sin probar el fuet del Ripollès o la sidra local.
Las ferias gastronómicas llenan las calles de aromas y vida. A finales de octubre destaca la Fira de la Tardor (Feria de Otoño), con concursos, degustaciones, talleres creativos y exposiciones de calabazas gigantes. Poco antes, a mediados de septiembre, tiene lugar la Fiesta del Grito, un curioso homenaje a México por su independencia. Durante un fin de semana, el pueblo se llena de mariachis, bailes y color. No obstante, Jaume Nunó, nacido aquí, fue el compositor del himno nacional mexicano. También se celebran ferias en Navidad, en primavera o por San Isidro.

Más allá de las ferias, el mercado dominical en el passeig del Comte Guifré reúne a productores locales que ofrecen verduras de huerta, embutidos y artesanía. Es un buen lugar para charlar con los vecinos y sentir el pulso cotidiano del pueblo.
Como decíamos, las leyendas también forman parte del alma de San Joan de les Abadesses. La más famosa es la leyenda del Comte Arnau, condenado a cabalgar eternamente por estas montañas acompañado por su jauría infernal. Se dice que tenía un túnel secreto para acceder al monasterio y cortejar a la abadesa, con quien tenía una relación secreta.
Alojamientos rurales recomendados en Sant Joan de les Abadesses

El Muig: una masovería situada en plena naturaleza, a las puertas del Pirineo, que agrupa tres casas independientes (La Cort, El Graner y La Balconada) perfectamente equipadas para estancias de entre 4 y 8 personas. Destaca por su zona exterior con huerto ecológico, gran barbacoa y juegos infantiles que completan una experiencia rural relajante.

Mas La Batllia: antigua masía catalana restaurada, ubicada en una zona llana y abierta, que ofrece tres apartamentos independientes de 4 a 8 personas cada uno. Ideal para familias o grupos, cuenta con piscina cubierta climatizada, amplias zonas verdes con columpios, portería y barbacoa que invitan a disfrutar del entorno al aire libre.

Serrat de la Teia: masovería con orígenes documentados desde 1397, restaurada para acoger hasta 16 personas en dos alojamientos (Casa y Cabanya) decorados con estilo rústico-moderno. Ofrece chimenea de leña, jardín con barbacoa, cocina amplia y entorno de montaña tranquilo, perfecto para desconectar en pareja, familia o con amigos.

El Serradal: casa rural para grupos de hasta 10-11 personas, situada a la orilla del río y rodeada de bosque, con vistas directas a los Pirineos. Dispone de salón con chimenea, sala de juegos, terraza panorámica, barbacoa y zona infantil, lo que la convierte en una opción excelente para escapadas colectivas en un entorno auténticamente natural.
Información práctica para visitar Sant Joan de les Abadesses
Cómo llegar: la opción más cómoda es el coche. Desde Girona, accederemos por las carreteras C-17 y C-26. Es un trayecto de aproximadamente 70 kilómetros, con una duración aproximada de una hora. Desde Barcelona, la distancia aproximada es de unos 150 kilómetros por la carretera C-17. Si optamos por el transporte público, podemos llegar en tren hasta Ripoll y posteriormente tomar un autobús local hasta Sant Joan de les Abadesses. También hay línea de autobús TEISA Girona-Ripoll con parada en el pueblo.
Cuándo ir: nuestra recomendación es ir de mayo a octubre, cuando el clima es más suave y los bosques lucen su mejor color. Si somos de los que disfrutan cuando llega el frío, en invierno el ambiente es más tranquilo y las montañas cercanas se cubren de nieve, ofreciendo paisajes de auténtica postal invernal.
Duración de la escapada: una estancia de dos o tres días es lo ideal para descubrir con calma y en profundidad de Sant Joan de les Abadesses, ya que permite disfrutar tanto del patrimonio urbano del pueblo como de las rutas naturales de su entorno.




