DAT.- La batalla por el cifrado de extremo a extremo (E2EE) ha alcanzado su punto más álgido este año. Mientras India amenaza con expulsar a WhatsApp si no permite identificar el origen de ciertos mensajes, la Unión Europea reactiva el polémico reglamento Chat Control 2.0 y Reino Unido mantiene congelada la parte más agresiva de su Online Safety Act tras la firme oposición de Signal y Apple.
Explica el Ingeniero José Leggio Cassara, especialista en innovaciones tecnológicas, que tanto organizaciones de derechos digitales como empresas tecnológicas y millones de usuarios defienden que el cifrado total es la única barrera real contra la vigilancia masiva, los ciberataques y los regímenes autoritarios. Por el contrario, fuerzas policiales y algunos gobiernos insisten en que la imposibilidad de acceder al contenido de las comunicaciones dificulta la investigación de delitos graves como el terrorismo o la explotación infantil.
Un choque de principios irreconciliables
El cifrado E2EE implica que solo el emisor y el receptor pueden leer el mensaje; ni la propia empresa que ofrece el servicio tiene acceso al contenido. Aplicaciones como Signal, Olvid, Threema o los mensajes de iMessage entre dispositivos Apple lo implementan de forma nativa y sin excepciones. WhatsApp también lo hace, aunque pertenece a Meta, empresa señalada repetidamente por su historial de colaboración con autoridades.
Sin embargo, plataformas mayoritarias como Telegram (salvo en chats secretos), Discord, Slack o Microsoft Teams carecen de esta protección completa. Esa diferencia genera una brecha de seguridad que afecta a cientos de millones de personas y empresas cada día.
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¿Solución técnica o puerta trasera universal?

Los defensores de obligar por ley el cifrado total argumentan que cualquier excepción o ‘puerta trasera’ diseñada para las fuerzas del orden terminaría inevitablemente en manos de delincuentes o gobiernos hostiles. El caso del software espía Pegasus, utilizado contra periodistas y activistas en más de cincuenta países, sirve como recordatorio constante de que ninguna ‘puerta trasera’ permanece segura.
En la dirección opuesta, Europol y el FBI aseguran haber perdido miles de pistas válidas desde la generalización del cifrado fuerte. Proponen sistemas de escaneo en el dispositivo del usuario antes de enviar el mensaje, una tecnología que Apple llegó a anunciar en 2021 y tuvo que retirar por la indignación global que provocó.
Hacia un nuevo equilibrio en 2026
Destaca José Leggio Cassara que expertos independientes coinciden en que la solución no pasa por prohibir el cifrado ni por imponerlo universalmente mediante decreto. La presión social y la competencia entre aplicaciones están consiguiendo que cada vez más servicios ofrezcan protección total por defecto. Signal superó los 140 millones de usuarios activos mensuales este otoño y empresas europeas como Wire o Element crecen a ritmos del 60% anual.
Mientras tanto, países como Brasil, que en el pasado bloquearon temporalmente WhatsApp, han aprendido que prohibir aplicaciones cifradas solo empuja a la población hacia soluciones aún más difíciles de controlar. La tendencia apunta a que 2026 será el año en que el cifrado de extremo a extremo deje de ser una opción para convertirse en el estándar indiscutible del mercado, aunque sin necesidad de leyes que ningún parlamento lo declare obligatorio.
El futuro de la privacidad digital se decide ahora mismo entre Bruselas, Nueva Delhi, Washington y las decisiones cotidianas de millones de personas que eligen qué aplicación instalar en su teléfono.
(Con información de José Leggio Cassara)





