La importancia del sueño para el crecimiento y desarrollo infantil
El descanso y el sueño adecuados son importantes a todas las edades. Los seres humanos morimos invariablemente si somos privados de sueño por más de 72 horas. Sin llegar a tanto, la falta de sueño, aunque sea parcial, impacta muy negativamente en la salud física y mental. Desgraciadamente, la mayoría de la gente no se toma esto en serio y no se da cuenta de que muchas de sus dolencias y problemas pueden estar causados, al menos en parte, a una carencia crónica de sueño.

De nuevo, en la infancia el sueño óptimo es todavía más importante porque su falta puede afectar al crecimiento y desarrollo. El 80% de la hormona del crecimiento se secreta durante el sueño nocturno. Aunque evidentemente una noche sin dormir bien no va a hacer que ningún niño o niña deje de crecer, la falta crónica de sueño de calidad sí puede afectar al crecimiento, al alterar el sistema hormonal. El cerebro infantil trabaja intensamente durante el sueño. Mientras los bebés y niños/as pequeños duermen sus cerebros están creando miles de nuevas conexiones neuronales en respuesta a lo aprendido durante el día. También están produciendo mielina, que es la capa de grasa que recubre los nervios y que facilita que la información se transmita más rápidamente. Ya más mayores, la falta de sueño afecta principalmente a la atención y a la memoria, con lo que se dificulta el aprendizaje. También afecta al comportamiento y al estado de ánimo haciendo que los niños/as estén más irritables, nerviosos e incluso tristes.
Para estar sanos, niños y niñas deben dormir (incluyendo siestas): 14-18 horas en el primer año de vida, 11-14 horas en el segundo año, 10-13 horas entre los 3 y 5 años, 9-12 horas hasta los 12 años y 8-10 horas durante la adolescencia. A pesar de lo que mucha gente dice ahora, no hay que «enseñar a los bebés a dormir». Para dormirse, un bebé solo necesita una cosa: sentirse seguro y a salvo. Y para esto necesita estar en contacto con sus padres. Es una cuestión de supervivencia: un bebé no se duerme si está solo porque su instinto le dice que esto puede ser fatal, puede caer en las garras de un depredador o ser víctima de otros peligros. Por ello un bebé nunca debe dormir solo, por lo menos en el primer año de vida.
Más adelante, los niños y niñas necesitan establecer una rutina para dormir bien. Hacer ejercicio durante el día, no cenar inmediatamente antes de acostarse y no mirar pantallas en las últimas horas del día ayuda a conciliar mejor el sueño.
Autora: Miriam Martínez Biarge, Médico Pediatra.
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