100% natural, bio, eco, sostenible… Estos atractivos conceptos adornan cada vez más envases de alimentos como respuesta a la creciente preocupación social por el cuidado del planeta, pero en la sombra del ‘marketing verde’ crece también la confusión y la desconfianza.

Muchos consumidores se sienten perdidos a la hora de distinguir un alimento realmente ecológico de uno que no lo es ante la nueva tendencia comercial de promocionar cualquier producto a base de destacar sus supuestos beneficios para el medioambiente.
Esta confusión se debe a que muchas marcas se publicitan como “sostenibles”, un mensaje publicitario algo vacío si no se ratifica con la certificación ecológica. Es importante considerar que es ilegal publicitar un producto como ecológico si este no está certificado como tal. En concreto, están protegidas por ley las terminologías “bio”, “eco”, “biológico”, “ecológico” y “orgánico”.
Una de las consecuencias de esta falta de lealtad por parte de las empresas es que la población tiende a trasladar sus sospechas a todo el sector alimentario y deja de dar credibilidad a cualquier reclamo de sostenibilidad, independientemente de quién lo haga.
Para disipar las dudas y respaldar a los productores realmente ecológicos, hace años que en la Unión Europea existe el logotipo de la Euro Hoja, u hoja verde, que garantiza que el alimento procede de agricultura ecológica y cumple con unos requisitos estandarizados en todo el territorio. El problema es que, a pesar de su relativa antigüedad, no todo el mundo conoce este certificado ni sus características.
De hecho, tras tratar el tema con diversos consumidores de supermercados convencionales, resulta evidente el desconocimiento generalizado sobre el sello de la Euro Hoja como el único oficial que identifica los productos ecológicos en la UE, y sobre lo que implica su presencia. Por ejemplo, buena parte de las personas entrevistadas ignoraba que este logotipo solo se puede utilizar en productos certificados por un organismo de control autorizado por la Comisión, o que este sello confirma que el alimento se ha elaborado bajo unas condiciones estrictas, no solo en la fase de producción, sino también durante los procesos de transformación, transporte y almacenamiento.
De la misma manera, mucha gente desconoce todo lo que conlleva que los productos sean considerados ecológicos. Es decir, que la agricultura ecológica, además de reducir al máximo el uso de pesticidas, también se distingue por hacer un uso responsable de los recursos, mantener la biodiversidad, mejorar la fertilidad de los suelos, mantener la calidad del agua y conservar el equilibrio ecológico.
Precisamente, durante el desarrollo del proyecto europeo ‘El futuro está en tu mesa con la hoja verde’, Ecovalia, la asociación profesional española de la producción ecológica, ha constatado que en España un 36% de la población no es capaz de identificar este logotipo cuando lo tiene delante y que un 80% ni siquiera piensa en la producción ecológica cuando se le plantean las características de un producto. Aun así, según sus sondeos, la tendencia es positiva, pues hace solo un año, estos porcentajes eran del 42% y del 82% respectivamente.

Con estos datos en la mano, el secretario general de Ecovalia, Diego Granado, asegura que, aunque todavía queda mucho trabajo de divulgación por hacer, son varios los factores que han propiciado que cada vez más gente sea capaz de reconocer el logotipo ecológico europeo. “La propia tendencia social ha influido mucho”, dice, “la preocupación por la salud y por el medioambiente es cada vez mayor.” Para Granado, la gran distribución también está jugando un papel importante: “El hecho de que los productos ecológicos están más presentes en los supermercados también hace que su consumo se vaya normalizando y que sea más fácil encontrarlos en cualquier sitio”. Esto tiene un efecto positivo, según explica, en el reconocimiento y en el crecimiento del sector.
Asimismo, desde Ecovalia consideran que también ha influido el proyecto de promoción financiado por la Comisión Europea que están llevando a cabo en España desde 2023 con dos objetivos: fomentar el consumo de los alimentos ecológicos y mejorar el conocimiento del logotipo europeo de la producción ecológica. “Queremos que cuando el consumidor esté ante la Euro Hoja u hoja verde, pueda reconocerla y tenga la capacidad de elegir”, dice Granado.
Indudablemente, para conseguir los avances necesarios, es fundamental potenciar la promoción del conocimiento de los conceptos básicos de la producción ecológica. Según Granado, la labor informativa debe llevarse a cabo en diversos ámbitos, como, por ejemplo, en los colegios donde “además de formar a los futuros consumidores, se puede influir en el consumo actual, porque cuando el alumnado llega a casa comparte lo que ha aprendido con su familia”. Otro entorno importante, afirma, son los comercios: “es interesante que quien vaya a comprar tenga un punto de información donde se le muestre que el símbolo de la hoja verde identifica el producto ecológico, para que cuando la vea después, la reconozca”.
Un trabajo de concienciación que, como hemos visto, cobra especial importancia en el contexto actual, en el que muchas empresas tratan de aparentar ser respetuosas con la naturaleza con el fin de aumentar sus ventas y mejorar su reputación, el llamado greenwashing o lavado verde. “El abuso de la utilización de la palabra ‘sostenibilidad’ es uno de los riesgos que tiene el sector,” explica Granado. Para hacer frente a este desafío, concluye, es necesario dejar una cosa clara: “La única normativa con amparo oficial, porque es una regulación de la Comisión Europea, es el reglamento de producción ecológica y se refleja con la Euro Hoja u hoja verde”.
Autora: Clara Ceballos, Periodista especializada medio ambiente
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