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¿los imanes decorativos influyen en el consumo eléctrico del frigorífico?

Durante años, ha estado circulando un rumor: sus imanes de recuerdo se están comiendo el consumo de su refrigerador. ¿Mito o realidad? Los expertos finalmente deciden, y también las marcas.

¿Los imanes en el frigorífico aumentan realmente el consumo de energía?

Los imanes en la puerta del frigorífico son casi omnipresentes: sujetan listas de la compra, postales, recordatorios escolares o fotos familiares. Forman parte del paisaje doméstico. Sin embargo, su inocencia ha sido cuestionada durante años por un rumor persistente: ¿aumentan el consumo de energía del frigorífico?

Imanes en el frigorífico: ¿inocentes o culpables?

La respuesta, según fabricantes como Bosch y LG, así como entidades de consumidores como la OCU, es clara: los imanes no tienen ningún impacto en el consumo eléctrico del aparato. La razón es sencilla: el campo magnético que generan es tan débil que no puede alterar ni interferir con los sistemas eléctricos o electrónicos del refrigerador.

Bosch ha señalado que el único riesgo podría surgir si se colocan demasiados imanes pesados, al punto de generar una tensión excesiva en las bisagras de la puerta. Esto podría acortar su vida útil, pero no tiene ninguna relación con el gasto energético.

La empresa energética Endesa también respalda esta posición: los campos magnéticos de los imanes decorativos no tienen fuerza suficiente como para afectar los componentes internos del refrigerador. Incluso en un entorno con decenas de imanes, la eficiencia energética del aparato se mantiene intacta.

En resumen, el mito queda desmontado: poner imanes en la nevera es un gesto sin consecuencias energéticas.

¿Cómo reducir realmente el consumo energético del frigorífico?

Despejado el tema de los imanes, conviene centrarse en acciones que sí marcan la diferencia en el consumo eléctrico del frigorífico. En un hogar medio, este electrodoméstico puede representar entre el 10 % y el 15 % del gasto eléctrico total, ya que funciona las 24 horas del día.

Pequeños cambios en el uso pueden generar un ahorro significativo:

  • No abrir la puerta innecesariamente ni dejarla abierta más de lo necesario.
  • Dejar que los alimentos se enfríen antes de introducirlos.
  • No sobrecargar el interior, permitiendo una buena circulación del aire frío.
  • Descongelar el congelador con regularidad, evitando capas de hielo que dificultan el funcionamiento.
  • Revisar y limpiar los sellos de goma de la puerta, asegurando un cierre hermético.
  • Mantener limpios los serpentines traseros, que disipan el calor.

Además, establecer temperaturas adecuadas es fundamental:

  • Entre 3 °C y 5 °C para el refrigerador.
  • -18 °C para el congelador.

Una temperatura más baja no mejora la conservación, pero sí dispara el consumo.

Tecnología al servicio del ahorro

Los últimos modelos de frigoríficos ya integran mejoras significativas en eficiencia. La tecnología Inverter, por ejemplo, regula la potencia del compresor de manera inteligente, adaptándose al uso real y reduciendo los picos de consumo. También destacan los sistemas de multi-airflow, que distribuyen el frío de forma uniforme, evitando fluctuaciones que fuerzan el motor.

En países europeos como España, la etiqueta energética se ha actualizado para ofrecer una clasificación más rigurosa. Ya no basta con un A+: ahora los electrodomésticos realmente eficientes deben alcanzar una clase A o B bajo el nuevo sistema, más exigente. Elegir modelos con esta etiqueta es una inversión que amortiza su coste a medio plazo en forma de ahorro energético.

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