Si vas a Tarragona, apunta Altafulla. Este municipio de poco más de 5.000 habitantes tiene todo lo que se le puede pedir a un pueblo costero. Casco histórico medieval, castillo, paseo marítimo con casitas encaladas, playas, calas, senderos entre bosques y acantilados… y buena comida. Todo esto al lado de Tarragona y a una hora de Barcelona. Si se te ocurre algo más que podría tener, dínoslo, porque a nosotros no.

¿Todavía no te hemos convencido? Fíjate en todo lo que hay que ver en Altafulla, seguro que lo siguiente que harás será buscar hotel. Nos vamos a subir y bajar cuestas, a pasear por la playa, a encontrarnos con castillos y a sumergirnos en la naturaleza. Y, por supuesto, ¡a comer!

No le damos más vueltas, no te preocupes, aquí están nuestros 7 lugares que ver en Altafulla. ¡Qué ganas de volver!

1. El casco histórico de Altafulla: la Vila Closa

Lo primero que tienes que ver en Altafulla es su casco histórico: la Vila Closa. ¿Por qué closa? Pues, fácil, porque está “cerrada” por sus murallas. El antiguo núcleo medieval ha mantenido su trazado de callejuelas estrechas y empinadas y parte de esas murallas. Unas murallas del siglo XIV, pero remodeladas en los siglos XVII y XVIII. Quedan en pie las torres medievales, una ya integrada en el casco histórico, y tres puertas de esa segunda época. Atravesando una de ellas, la del carrer del Dalt –que lleva en su dovela central la fecha 1678–, entramos a la Vila Closa por la Plaçeta. Las otras dos están en el carrer del Forn y en la plaça de la Pau –aquí la fecha es 1618–. También se conserva un pasaje que cruza la muralla: el Passatge de Santa Teresa.

Nuestro objetivo era llegar a la plaza de la iglesia, donde se levantan la iglesia parroquial de San Martín y el castillo. Los dos edificios medievales y los dos reconstruidos en el siglo XVII y principios del XVIII. ¿Te suenan las fechas? Pues sí, como la muralla. Aquí los que traían el dinero eran los marqueses de Tamarit, los dueños del castillo, y en esa época tenían mucho, gracias al comercio marítimo de los productos agrícolas de la zona.

La muralla, la iglesia, el castillo… Sí, hay unos cuantos monumentos en la Vila Closa. Pero lo más bonito es el conjunto en sí, con sus escaleras, las fachadas de sus casas de tonos cálidos y su tranquilidad.

2. El castillo de Altafulla

Ya habrás entendido que entre los monumentos que visitar en Altafulla el más importante es el castillo. Pero hay una “pequeña pega”: es la residencia de verano del marqués de Tamarit y de la familia de los Montserrat. De ahí lo complicado que resulta visitarlo. Hasta 2019 ni siquiera era posible. Desde entonces, solo el primer martes y el último sábado de cada mes, menos en Semana Santa y en verano –cuando están los propietarios–. Hay que reservar llamando a la oficina de turismo de Altafulla al teléfono 977651426. La visita dura solo media hora y recorre el jardín, el patio, algún que otro espacio común y el plato fuerte: su galería renacentista.

Todo esto lo hemos leído, porque no coincidimos con uno de los días de apertura del castillo de Altafulla. No descubrimos sus interiores renacentista y tuvimos que contentarnos con ver su fachada y sus almenas y garitas que nos recordaron más a una fortificación que a un palacio renacentista…

3. La villa romana de Els Munts

Otro de los monumentos que habría que visitar en Altafulla es la villa romana de Els Munts. ¿Y por qué decimos “habría”? Pues porque también la encontramos cerrada, tuvimos la mala suerte de ir justo el único día de la semana en el que cierran: el lunes. Así que, de nuevo, todo lo que sabemos de ella no es de primera mano. Lo que hemos leído es que era una villa rural del siglo I destinada a la actividad agrícola y al ocio de una familia aristocrática de Tarraco y que es una de las que mejor se han conservado de la Hispania romana.

Puedes consultar el horario de la villa en la web del museo arqueológico de Tarragona. Forma parte del conjunto arqueológico de la Tarraco romana, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO–. 

4. El paseo marítimo de Les Botigues de Mar

Seguimos con nuestros lugares que ver en Altafulla con otro que pudimos disfrutar: el paseo marítimo de Les Botigues de Mar. Les Botigues de Mar es un barrio de Altafulla nacido junto a la playa. ¿Adivinas cuándo? Sí, en el siglo XVIII, la época pujante del comercio marítimo de la villa. El nombre del barrio no podría ser más literal, aunque bueno, más que tiendas, lo que había eran almacenes. Construcciones en las que los comerciantes guardaban sus mercancías y los pescadores sus redes y demás equipo de pesca. Con el tiempo y la llegada del turismo, los almacenes fueron desapareciendo. Todos, menos los de la primera línea de playa, que siguen conservando la fisionomía de esos antiguos edificios.

Ahora, eso sí, hay alguna vivienda, alguna tienda de artesanía y, por supuesto, terrazas de bares y restaurantes. Esas construcciones blancas junto al mar parecen hechas para Instagram.

5. La playa de Altafulla y las vistas a la Vila Closa

El paseo de Les Botigues de Mar está junto a la playa de Altafulla, un gran arenal con Bandera Azul y zona de dunas. A un lado tienes el Mediterráneo y al otro las dunas y las vistas de la Vila Closa de Altafulla, ¿qué más se puede pedir?

Esta es la principal, pero no la única playa de Altafulla. También puedes ir a la playa del Canyadell, compartida con Torredembarra. Una calita al abrigo del Roquer de Torredembarra rodeada de un pequeño pinar, el Bosquet del Canyadell. Suena bien, ¿no? Pues, además, Ecologistas en Acción le ha dado el reconocimiento de “playa virgen”.

6. El castillo de Tamarit y la cala Jovera

Nosotros no somos muy de tumbarnos en la playa, pero sí de caminar. Así que caminamos por la playa de Altafulla, pasando junto a su zona de dunas, al búnker de la Guerra Civil y a la desembocadura del río Gaià, para llegar hasta el castillo de Tamarit.

La imagen del castillo de Tamarit es una de las más icónicas de Tarragona. Un castillo de origen medieval junto al mar rodeado por una muralla, que lo protegió de los ataques de piratas y demás enemigos. Eso sí, hoy la muralla lo protege… de los turistas. Es, como el de Altafulla, un castillo privado usado exclusivamente para eventos. La mayoría bodas, como la de Andrés Iniesta. “No se hacen visitas turísticas” es el primer mensaje que sale en su web.

Aunque no se pueda entrar al castillo, la vista desde la playa de Altafulla-Tamarit no nos la quitó nadie. Y no paramos ahí: lo rodeamos hasta llegar a la cala Jovera. La vista del castillo de Tamarit desde allí también es preciosa. ¡Que no se diga que no lo admiramos desde todos los ángulos!

7. El Camí de Ronda de la Costa Daurada

Por donde se accede a la cala Jovera también se puede seguir por el tramo del camino de ronda que une Altafulla-Tamarit con la playa Larga de Tarragona. Como el castell de Tamarit, el Camí de Ronda es otro de los iconos de la Costa Daurada, con sus acantilados, sus calitas y sus bosques. Por cuestión de tiempo, no por falta de ganas, nosotros llegamos solo al mirador de la playa de la Mora. Un aperitivo que no estuvo nada mal. Eso sí, no olvides llevar gorra y protector solar. Ah, de lo que sí te debes olvidar es de las chanclas, es una ruta de senderismo seria.

Mapa con los lugares que ver en Altafulla y alrededores

Aquí tienes nuestro mapa con los lugares que ver en Altafulla y alrededores, para que no te pierdas nada. También te indicamos dónde puedes aparcar para visitar el casco histórico y la zona de la playa –recuerda que al castillo de Tamarit no puedes ir en coche, bueno, puedes, pero luego no podrás aparcarlo–.

Dónde comer en Altafulla: el restaurante Bruixes de Burriac

Tantos paseos, por la playa, por el Camí de Ronda y por el casco histórico, nos dieron hambre. Lo bueno es que en Altafulla comimos en el que se convirtió en uno de nuestros restaurantes favoritos de Tarragona: Bruixes de Burriac. Lo encontramos por estar aconsejado en la Guía Michelin y en la Guía Repsol y pocas veces se equivocan. Cocina de temporada, tradicional con algún toque de autor, producto de proximidad… ¿qué más se puede pedir? Tienen diferentes menús a mediodía, pero nosotros nos decidimos por pedir a la carta. ¡Cómo estaba ese arroz! Por no hablar de los canelones, de esa papada ibérica con pulpo o del postre… ¡Qué hambre nos está entrando!

El restaurante Bruixes de Burriac pertenece al Hotel Gran Claustre. Pasamos a echar un vistazo a la piscina, en el claustro, y la verdad es que tenía muy buena pinta. No dormimos allí, en realidad, no dormimos en Altafulla, pero tienes de todo, desde un cuatro estrellas como este a campings. Aquí puedes ver todos sus alojamientos.

Te dijimos que tenías que apuntar Altafulla. Teníamos razón, ¿no?