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De ruta por las Tierras del Jiloca y Gallocanta

Las Tierras del Jiloca y Gallocanta hermanan las provincias de Zaragoza y Teruel en un espacio común pero a la vez sumamente diverso. Por un lado combinan parajes esteparios con sabinares milenarios, lagunas saladas y altiplánicas que atraen como un imán a decenas de miles de grullas cada invierno junto a profundas hoces horadadas por un río de piedra cuyo curso helado viene acompañado por el planeo de buitres y alimoches.

La solidez de imponentes torres mudéjares como faros de un medievo que reunión a tres culturas muy diferentes y pueblos de cuento secundando una vereda solitaria. El aroma del azafrán, de la trufa o de los secaderos de jamón se ocupan de envolver para regalo un sinfín de sabores y tradiciones que por sí solas son capaces de explicar un territorio que siempre sirvió como cruce de caminos donde a los transeúntes son guiados por robustos peirones de piedra así como por los cielos más rasos y limpios que se puedan imaginar.

Tras varios días recorriendo la zona con el coche me gustaría proponer a continuación una ruta por las comarcas del Jiloca (Teruel) y Campo de Daroca (Zaragoza). Un itinerario no falto de propuestas con las que se demuestra que en esta parte de Aragón la sorpresa tiene cabida.

Que es rica en rincones históricos formidables, espectáculos naturales al alcance de todos y la bondad de los lugareños que provocan que el frío invernal se pueda contrarrestar con la más cálida hospitalidad. 

Jiloca y Gallocanta, dos ejes vertebradores de un territorio fascinante

Dos elementos como el río Jiloca y la laguna de Gallocanta se encargan de vertebrar y marcar un territorio común que forma parte de provincias distintas. La comarca del Jiloca (Teruel) así como Campo de Daroca (Zaragoza) tienen en estos elementos naturales auténticos aliados que les han aportado personalidad y carácter.

Al oriente de Molina de Aragón (Guadalajara), en plena frontera histórica, primero entre musulmanes y cristianos, luego entre aragoneses y cristianos, son sabedores de que sus legendarios y gélidos inviernos son, en cierto modo, parte del encanto de la tierra.

Porque más que pluvioso y nuboso, este trocito de Aragón está cargado de la luz de sus cielos despejados que regalan unas increíbles puestas de sol, eternos amaneceres y noches tan estrelladas que basta con asomarse a la ventana para admirar este planetario natural al que no le hacen falta filtros.

Amanecer en la Laguna de Gallocanta (Tierras del Jiloca y Gallocanta, Aragón)

Si de algo me sonaba esta zona era por la laguna de Gallocanta, una parada indiscutible para buena parte de las grullas que bajan cada invierno del norte de Europa buscando rincones más apetecibles para ellas.

Muy pocas se escapan de detenerse algunos días tanto de ida (a partir de noviembre) como de vuelta (mediados o finales de febrero), o incluso de quedarse durante varias semanas en esta laguna endorreica de gran valor medioambiental.

De hecho se trata del mayor humedal salino de la Península Ibérica y el mejor conservado en Europa occidental, condiciones excelentes para atraer a múltiples aves (no sólo grullas invernantes) durante todos los meses del año.

Aquel es un paraíso para los amantes de la ornitología. Y además regala cielos estrellados, ruinas celtibéricas y unos amaneceres de otro planeta.

Grullas en la Laguna de Gallocanta (Tierras del Jiloca y Gallocanta)

Pero, a lo que iba, mi intención pasaba por las grullas porque en ningún sitio se pueden ver tantas ni a tan corta distancia. Aunque lo que pasó es que fui conociendo más y más… y más, hasta darme cuenta de que había encontrado otro de mis sitios en el mundo.

Que disfrutaría de los callejones medievales de Daroca y su gran patrimonio, gozaría con la gran colección de torres mudéjares de pueblos minúsculos, de un paseo agradable en la bella Anento, el Sabinar de Olalla o los Ojos del Jiloca.

Que aprendería sobre el mundo del azafrán en Monreal del Campo o en Blancas, y sobre tradiciones de la tierra en el interesantísimo Museo del Jamón de Calamocha. Que me asomaría a castillos impresionantes como el de Peracense y que me relamería con su deliciosa gastronomía.

Plaza mayor de Daroca (Campo de Daroca)

¿Qué ver y hacer en las Tierras del Jiloca y Gallocanta? Ideas para una ruta por las dos comarcas aragonesas

A continuación podrás leer una serie de consejos para armar una escapada más que recomendable al territorio Jiloca Gallocanta. Sirve para una escapada superior a los dos o tres días, aunque la cosa se pueda alargar (o acortar) todo lo que uno quiera en función de sus preferencias a la hora de viajar.

Por supuesto me quedaron numerosos lugares que poder visitar (los cuales mencionaré al final). Aunque, ya se sabe, lo mejor está en dejarse cosas para tener unas cuantas excusas de cara a forzar un feliz regreso. Si quieres que te cuente todo lo que dio de sí este viaje y lo que te recomendaría sin lugar a dudas, mejor que sigas leyendo porque encontrarás varias pinceladas que te pueden ser útiles para conocer y disfrutar de la zona.

Mapa de las Tierras del Jiloca y Gallocanta (Aragón)
Mapa de las Tierras del Jiloca y Gallocanta. Señalados en rojo la mayor parte de los lugares mencionados en el artículo.

Amanecer y atardecer entre grullas en la laguna de Gallocanta

Noviembre, diciembre, enero y febrero son meses realmente especiales en la laguna de Gallocanta. Es cuando se da el mandato del reino invernal de las grullas que a miles acuden a su refugio predilecto en este entorno lacustre de Aragón. Algunas sólo de paso antes de viajar al sur de la Península Ibérica, aunque cada vez son más las que deciden no moverse de Gallocanta.

Durante la noche estas aves se apelotonan en sus dormideros acuáticos, con las patas dentro del agua para sentirse más seguras (cualquier vibración de depredadores como los zorros las alertarían) pero cada mañana, en cuanto se intuyen las primeras luces del alba, salen múltiples bandadas a la vez formando auténticas autopistas en el cielo con el objetivo de desperdigarse por los campos de alrededor y ponerse a comer durante horas.

A pesar del frío existen miradores protegidos (el del Cañizar es uno de los mejores para los amaneceres, aunque el observatorio de la ermita tampoco le va a la zaga) donde refugiarse y algunas empresas en la zona como GuiaTe Daroca ofrecen visitas guiadas de la mano de expertos, algo que también se puede encontrar, por ejemplo, hospedándose en Allucant, el único alojamiento del pueblo de Gallocanta y con un ambiente magnífico que reúne a grandes amantes de la naturaleza y la fotografía.

Bandos de grullas al amanecer en la laguna de Gallocanta

Durante las horas de mayor luminosidad resulta sencillo ver las grullas a una distancia más cercana en grupos que se desperdigan por los cultivos, aunque son bastante asustadizas. Aunque, si no se hace ruido y se va con cautela, se puede disfrutar de su presencia con cierta proximidad.

Después durante el atardecer (y a veces entrada la noche) regresan a sus dormideros en la laguna los cuales, en ocasiones, se congelan por completo.

Grullas en Gallocanta

Grullas en la Laguna de Gallocanta (Tierras del Gallocanta y Jiloca)

Quizás el momento cumbre en la laguna de Gallocanta es a finales de febrero cuando se juntan más de cien mil grullas para retornar a sus hogares en los países nórdicos y parten casi a la vez utilizando las corrientes térmicas.

Semanas o días antes (en 2019 se hizo el fin de semana del 1-3 de febrero) se celebra la que se conoce como la “Fiesta de despedida de las grullas”, que se convierte en todo un acontecimiento en el territorio (son titánicas las tareas de sensibilización para lograr un sentido de pertenencia y respeto con las grullas), aunque apurando a finales de mes llega el mejor momento para observar en directo el comportamiento de estas aves que vuelven a sus hogares ya en latitudes más septentrionales.

Grullas en la Laguna de Gallocanta

Consejos para visitar la laguna de Gallocanta

  • Los pueblos que rodean la laguna y, por tanto, están más cerca del humedal son Gallocanta, Berrueco, Tornos, Bello y Las Cuerlas. Es aconsejable que el hospedaje esté en los mismos o lo más próximo posible, sobre todo cuando se tiene pensado madrugar para ver a las grullas.
  • Una buena recomendación de alojamiento la encontramos en el propio Gallocanta con el establecimiento hotelero Allucant, donde los huéspedes encuentran ya un lugar tematizado e incluso una biblioteca para los amantes de las aves y los viajes. Es un lugar hecho para ornitólogos empedernidos. También en Tornos, en la Plaza España, destaca el Hostal Las Grullas, un lugar ya tradicional con una veintena de confortables habitaciones sobre un bar/restaurante donde deleitarse de las delicias de la tierra.
  • Desde el Berrueco si se sube a lo alto del castillo el visitante se encontrará con las que probablemente sean las mejores vistas panorámicas de la laguna.

Laguna de Gallocanta desde El Berrueco (Tierras del Gallocanta y Jiloca)

  • A menos de una decena de kilómetros de Gallocanta hay otra laguna conocida como “de la Zaida” aunque al contrario que la laguna de Gallocanta, sus aguas son dulces, de ahí que cuente no sólo con la presencia de las grullas igualmente sino también con otras aves acuáticas (zampullines cuellinegros, fochas, ánades, avefrías, etc.). Su mirador es aconsejable también para los amaneceres.
  • En el Centro de Interpretación de la laguna, que se encuentra en la carretera entre Gallocanta y Berrueco, sirve no sólo de oficina de turismo sino además como lugar donde entender las particularidades de este lugar. Cuenta con museo de aves y un mirador (precio general 2€). Además su cuenta de twitter (CIGALLOCANTA) es especialmente activa e informa de los últimos censos de grullas (se suelen hacer semanalmente), lo que viene bien para decantarse por una fecha u otra para visitar la laguna.
  • Para los amantes de la fotografía de naturaleza que busquen una cercanía para captar imágenes más profesionales existe la posibilidad de utilizar hides o escondites fotográficos próximos a la laguna, aunque reservándolos con antelación a través del correo electrónico hidesgallocanta@aragon.es. Pero se debe entrar a los mismos una hora antes del amanecer y no abandonarlos bajo ningún concepto hasta una hora después del ocaso (y el bajo ningún concepto incluyen las necesidades fisiológicas). Más información en la web de Red Natural de Aragón.

Mapa de migración de las grullas (rama occidental)

Senderismo en las Hoces del río Piedra (entre buitres y alimoches)

Lo primero que iba a escribir era que dejábamos atrás el tema de las aves pero mentiría. Porque en este lugar también las hay. Buitres leonados todo el año y en meses más cálidos alimoches, amén de otras muchas especies de menor rango (o tamaño), pero igualmente interesantes.

Aunque la mayoría de quienes siguen el cauce del río Piedra (afluente del Jalón y cuyo cauce pasa por el conocido como Monasterio de Piedra) lo hacen buscando hacer una de las mejores propuestas de senderismo de la provincia. Porque paisajes como los de las hoces, que han sido lenta pero inexorablemente erosionadas por este río, no se ven todos los días.

Sele en las Hoces del río Piedra

Se accede desde las localidades de Torralba de los Frailes o Aldehuela de Liestos por el sendero GR 24 para perseguir el río Piedra por abajo y por arriba jugando a marcar las posiciones de un abrupto desfiladero que abraza una prolífica vegetación y cobija a no pocos animales entre los cortados.

Los senderistas toman usualmente el sendero circular (convenientemente señalizado) con una dificultad media-baja, que tiene al conocido como mirador de los buitres como uno de los hitos de un viaje a lo mejor de estos abruptos paisajes de Campo de Daroca.

En invierno, si hay agua, es probable que el río no corra sino que permanezca congelado durante semanas, mientras que en otoño es probable que este cañón viva su mejor momento gracias a la suma de colores que ofrece la vegetación de ribera. En primavera y verano se puede disfrutar del vuelo de los alimoches, esas aves carroñeras de rostro tan amarillo como inconfundible.

Buitre sobrevolando las Hoces del río Piedra (Tierras del Jiloca y Gallocanta)

Sabías quéEl alimoche es una especie actualmente amenazada que cruza cada año el Estrecho de Gibraltar para pasar el invierno en África. Este carroñero, presente en alguno desfiladeros de la Península Ibérica, es famoso por ser una de las pocas especies que utilizan una parte que no es de su cuerpo para lograr su propósito. Y es que les encanta comerse los huevos de las avestruces, pero éstos son tan grandes y fuertes que la manera que tienen de romperlos es tomando una piedra para después lanzarla contra el cascarón y así poder abrirlo.

Daroca medieval

La capital que da nombre a la comarca destila nobleza y un elegantísimo aire medieval que corre por sus espléndidas murallas mientras zigzaguean por colinas y riscos durante un viaje en el tiempo y el espacio de más de tres kilómetros de longitud (en su momento llegó a poseer 114 torreones).

Hablamos de uno de los conjuntos histórico-artísticos más imponentes e importantes de todo Aragón, de una localidad que rezuma vida en su alle Mayor, donde sucede todo, pero que invita a perderse por los estrechos callejones de su vieja morería, a forzar el cuello para admirar el entramado de sus torres mudéjares y, por supuesto, conocer su rico y variado patrimonio.

Tanto civil (el patio de la Casa de los Luna o la Puerta Baja visitable por dentro) como religioso, destacando sobre todo la Colegiata de Santa María de los Sagrados Corporales, templo custodio de una reliquia que explica el fervor de todo un pueblo, así como la iglesia consagrada a San Miguel Arcángel, con maravilloso retablo mural oculto durante siglos tras una parafernalia barroca y en un estado de conservación excelente.

Vistas de Daroca desde la Puerta Baja (Tierras del Jiloca y Gallocanta)

El milagro de los corporales de Daroca

Corría el año 1239, en plena contienda entre los reinos cristianos y musulmanes, cuando se libraría una gran batalla entre las tropas darocenses lideradas por el noble Berenguer de Entenza con el objeto de atacar a los musulmanes al sur del río Júcar anteponiéndose a los propósitos de su rival.

Los soldados cristianos fueron sitiados tras una emboscada del enemigo, por lo que quedaron en una posición evidente de desventaja y una difícil salida. Ante el irremediable asedio ante una derrota más que asumida, el propio Berenguer de Entenza pidió al cura de la iglesia de San Cristóbal de Daroca, Mosén Mateo, que oficiara una misa previa a tan difícil enfrentamiento.

Armadura en Daroca

Para llevar a cabo la Eucaristía el clérigo se dispuso a levantar el paño donde guardaba las seis últimas hostias consagradas que llevaba, aunque lo que no quedaba era vino para completar el sagrado sacramento.

Cuando lo hizo, todos los asistente se quedaron estupefactos al comprobar que el todas ellas estaban empapadas en sangre, lo que fue considerado como un milagro y el acicate para emprender la lucha. Mosén Mateo portó las consideradas como reliquias, los sagrados corporales, cual estandarte mientras acompañaba a los soldados sobre un asno blanco.

De ese modo las tropas musulmanas fueron derrotadas. Al final de la batalla, como no sabían qué hacer con el paño, decidieron ponerlo a lomos de una mula y acompañarla hasta donde ella quisiese.

Tras muchos kilómetros el pobre animal cayó muerto junto a la Puerta Baja de Daroca, en el convento de Santa Ana, por lo que allí se quedó la reliquia muchos años hasta que fue trasladada a la iglesia de Santa María, después Colegiata, protegida por un espléndido coro alto que narra la historia escultóricamente en lo que parecen auténticas viñetas de un cómic con más de cinco siglos de antigüedad.

Coro Alto de la colegiata de Daroca (Tierras del Jiloca y Gallocanta)

En Daroca no hay mejor consejo que extraviarse a propósito, visitar sus iglesias, admirar las vistas de la ciudad bien desde una de las torres almenadas de la Puerta Baja o completando la atractiva ruta de las murallas y detenerse en sus muchas casas nobles que recuerdan un prestigioso pasado.

Se organizan visitas guiadas desde la oficina de turismo (Calle Mayor 44) de martes a domingo por el módico precio de 5€. Si se desea, se puede incluir la posibilidad de conocer el interesantísimo Museo de la pastelería. Sin duda entre los mejores de España, fruto de lo que seis generaciones de Pastelerías Manuel Segura (Calle Mayor 63), reposteros que mantienen una tradición que supera los 140 años, guardaron a buen recaudo.

Este museo de tres plantas posee una colección de maquinaria y herramientas que han tenido que ver con esta pastelería desde 1874 con objetos destinados a la elaboración del chocolate, caramelos o pasteles (incluso velas puesto que también fue cerería). Se puede comenzar en el museo y terminar en la pastelería o, al revés.

Todo sea para probar los suculentos mudéjares, moscatelicos, almojábanas o una inmensa diversidad de chocolates y, de ese modo, endulzar una visita ya de por sí muy relacionada con los sabores.

Museo de la Pastelería Manuel Segura en Daroca (Zaragoza)

Dónde dormir (y comer) en Daroca

  • Apartamentos Melihah: Entre la calle Mayor y la Plaza Santiago un edificio guarda seis estupendos apartamentos bien equipados donde además de un amplio espacio (ideal para parejas y familias) se ofrece confort y diseño. Cada habitación es diferente, con elementos que explican la relación de la ciudad de Daroca con las tres culturas que aquí convivieron durante la Edad Media. Una de las habitaciones está completamente adaptada para personas que necesiten silla de ruedas.

  • Cien balcones: Algo más abajo, también en plena calle Mayor, este hotel dispone de casi una treintena de habitaciones modernas, cómodas y muy luminosas. Diseño, ubicación y precio en uno de los mejores hoteles de la comarca el cual, además, cuenta con su propio restaurante (Ruejo), convertido en un auténtico regalo gastronómico gracias a un menú variado que tiene en cuenta los productos de la tierra sin dejar de lado la posibilidad de innovar en cocina.

Restaurante Ruejo en Daroca (Campo de Daroca, Zaragoza)

Daroca, como capital del conocido como Campo de Daroca, puede ser también una base excelente para hospedarse varios días y organizar diversas rutas por las Tierras del Jiloca y Gallocanta.

La laguna de Gallocanta queda apenas a media hora y Calamocha a unos veinte minutos. Entre medias hay un sinfín de atractivos dignos de formar parte de un buen itinerario por el territorio.

Daroca (Tierras del Jiloca y Gallocanta)

Anento, uno de los pueblos más bonitos de España

Sin salir de Campo de Daroca nos encontramos con una inmensa llanura entre el valle del Jiloca y las faldas de las sierras de Modorra, Peco y Cucalón. Sería apenas una quincena de kilómetros si tomamos el desvío de Báguena (con una estupenda torre mudéjar) para penetrar en el sendero arbolado que antecede a la localidad de Anento.

Ésta, que ahora cuenta con cerca de un centenar de habitantes, estuvo a las puertas de una inevitable despoblación y abandono total, ya que en los ochenta sólo vivía en él un pastor. Pero el alcalde de entonces, así como muchos simpatizantes del pueblo que no querían ver morir a este lugar, se pusieron manos a la obra para conseguir restaurar numerosas edificaciones, atraer al turismo y, de ese modo, volverlo a hacer habitable.

En 2015 Anento entró de forma merecida como miembro de la asociación que engloba a los pueblos más bonitos de España y hoy día se puede decir que goza de una salud excelente.

Anento (Tierras del Jiloca y Gallocanta, Zaragoza)

Coronado por las ruinas de un castillo (donde hay restos prerromanos) se apelotona en un entorno de tierra rojiza una sucesión de callejuelas medievales, casonas bien coloridas que traen esa armonía que en tantas ocasiones echamos de menos en muchos pueblos españoles, donde destaca una iglesia del siglo XII cuyo retablo mayor (posterior, del siglo XV) está considerado como una de las obras maestras del gótico en Aragón.

Hoy día, además de ser un núcleo idóneo para la práctica del turismo rural debido a sus amplias posibilidades de alojamiento, sirve de punto de partida para marchar caminando en un sendero bien señalizado al “Aguallueve”, un manantial cuyo agua se filtra y escurre por las paredes de toba formando un universo esponjoso de gotas de agua, musgo y demás vegetación que cuando llega el invierno forma auténticas estalactitas de hielo dejando una estampa inconfundible.

Carámbanos en Anento en invierno (Campo de Daroca)

Coleccionando torres mudéjares

No se puede comprender esta parte de Aragón sin la presencia del mudéjar. Con este término eran referidos aquellos musulmanes que permanecieron en los territorios conquistados por los cristianos. Pero artísticamente hablando se va más allá, a un estilo exclusivo de la Península Ibérica, donde los elementos islámicos se sumaban a las influencias cristianas.

De ese modo en la arquitectura el románico y el gótico encontraban como aliados a los diseños con influjos árabes y a materiales como el ladrillo, la cerámica vidriada, el yeso o la madera, dispuestos no sólo en edificios religiosos sino también civiles, aunque es en los torreones o campanarios de las iglesias donde es más fácil discernir sobre esta técnica.

Torre mudéjar de Olalla (Tierras del Jiloca y Gallocanta)

Tanto Campo de Daroca como la comarca del Jiloca atesoran un buen número de torres mudéjares o elaboradas con posterioridad, pero influidas por un estilo que define bien a ambas comarcas.

Así que hacer una ruta del mudéjar (existe una oficial a nivel de Aragón) seleccionando algunas de las mejores joyas del territorio es una excusa más para sumar a un itinerario ya de por sí previsto de imprescindibles.

Las mejores torres mudéjares de las Tierras del Jiloca y Gallocanta

La torre de Olalla, junto al sabinar del mismo nombre, se trata de uno de los mejores ejemplos de mudéjar en la comarca del Jiloca. Aunque bajo letras mayúsculas se amparan los campanarios de Villar de los Navarros, Romanos, Herrera de los Navarros, Báguena o Navarrete del Río, muestras indiscutibles que han sobrevidodo para la dicha de los amantes de la arquitectura mudéjar en esta parte de Aragón.

La de Burbáguena, edificada con posterioridad, suma los influjos mudéjares a un barroco bien asentado. Por supuesto en Daroca habría que dirigirse a la iglesia de San Juan de la Cuesta donde, más que la torre, merece un buen vistazo su ábside.

Torre mudéjar en Olalla (Comarca del Jiloca, Teruel)

Dentro de la arquitectura civil, el patio darocense de la casa de los Luna, es uno de los máximos exponentes del mudéjar dentro del ámbito civil.

El sabinar de Olalla, arboleda singular

Durante este viaje viajamos a Olalla con la excusa de su maravillosa torre mudéjar, pero a un costado del pueblo, accesible mediante un sendero de tierra, nos adentramos en un sabinar antiquísimo declarado “arboleda singular”.

Pasear entre árboles centenarios encerrados en un paisaje de cárcavas de barro merece un apartado especial para los aficionados al “trekking tranquilo” entre sabinas albares, chopos cabeceros, carrascas y rebollos.

Sabinar de Olalla (Tierras del Jiloca y Gallocanta)

Este lugar de interés comunitario (LIC) posee un sendero circular y señalizado de 7,7 kilómetros y normalmente se encuentra muy poco transitado, por lo que permite respirar la tranquilidad de este paisaje soberbio junto a la Sierra de Fonfría. Y quien sabe si cruzarse con alguno de los zorros que moran por el sabinar.

Calamocha y el Museo del jamón

A muchos les suena Calamocha por ser el pueblo con la temperatura más baja jamás registrada en España. Un 17 de diciembre de 1963 alcanzó los 30 grados bajo cero, temperaturas impensables ahora con el cambio climático pero que aún así hacen que Calamocha venga adjetivado como gélido.

Quizás su clima sea el ingrediente necesario para que allí salgan algunos de los mejores jamones de España bajo la Denominación de Origen Jamón de Teruel. Porque este producto forma parte de la idiosincrasia de una localidad sabedora de que de sus secaderos salen auténticas obras maestras que se saborean con los cinco sentidos.

Si bien Calamocha no goza ni de lejos de la monumentalidad de Daroca, no nos vamos a engañar, conviene no perderse la iglesia de Santa María la Mayor, con su preciosa fachada barroca, atravesar el llamado “puente romano” (aunque es más bien medieval) o pasear por sus calles para admirar algunas de las inmensas casas solariegas que todavía conserva, destacando las de los Tejada y Vicente, situados en la calle Mayor, donde se aprecia la riqueza de estos palacetes de las familias más acaudaladas en la comarca del Jiloca.

Portada de Santa María la Mayor de Calamocha

Un capricho muy dulce en Reynaldo’s

En el número 7 de la calle Manuel Marina hay una excusa para detenerse y darse un capricho bien dulce (aunque también se elaboran comidas para llevar). En Reynaldo’s la confitería es un arte y un don. Los que tiene su dueña, Elena Cebollada, para innovar con un universo de pasteles sin perder de vista la tradición local. Entró de casualidad a este negocio pero el tiempo le ha dado la razón. Y Calamocha tiene un motivo más del que sentirse orgullosa.

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A las afueras de Calamocha, en pleno polígono agroalimentario, el Museo del Jamón se ha convertido en uno de los grandes atractivos de la comarca, a pesar del poco tiempo que lleva en funcionamiento. El jamón se muestra en sus distintos procesos, aunque la vertiente de este museo toca por sus cuatro costados la etnología, el saber hacer de Calamocha y la comarca del Jiloca.

De ahí que se pueda ver una cocina de antaño, fotografías en blanco y negro como testigos de época y múltiples objetos relacionados con la vida de la zona durante el siglo XX. Posee tres grandes plantas, estando la última dedicada a sala de exposiciones en la recreación de un granero.

Porque el museo en sí repasa también cómo era una casa solariega, aunque en una edificación moderna en la que se elaboran numerosos actos culturales o talleres.

Fotografía de una mujer salando jamón (Museo del Jamón de Calamocha)

Este museo se encuentra en la Avenida Bigas Luna número 2 (La película Jamón Jamón tiene mucho que ver) y se ocupa, entre otras cosas, de albergar el Centro de Estudios del Jiloca, dedicado desde hace décadas a investigar la cultura popular del valle del Jiloca, u ofrecer múltiples actividades pedagógicas.

Horarios y precio de apertura del Museo del Jamón de Calamocha

En invierno se puede visitar los viernes y sábados de 11:00 a 14:00 y de 16:00 a 19:00 horas, así como domingos de 11:00 a 14:00, mientras que en los meses de verano las tardes cambian el horario de 17:00 a 20:00 horas (los domingos igual todo el año). El coste de la entrada general es de 3€.

Cartel de Jamón Jamón en el Museo del Jamon de Calamocha

Muy cerca de este museo se encuentra la sede de Qalat, empresa dedicada a la fabricación, elaboración y comercialización de productos cárnicos (ahora también mediante cátering). Su gama es variada, destacando los embutidos y conservas. La longaniza con trufa es un espectáculo. Sus productos se pueden encontrar en comercios el territorio Jiloca Gallocanta, por lo que no está de más fijarse en esta marca a la hora de llevarse algo a casa.

Producto de Qalat (Longaniza con trufa negra de Teruel)

Los Tollos, un paisaje de otro planeta

En la carretera que une Navarrete con Calamocha conviene percatarse de un paisaje de cárcavas conocido como los Tollos. Es fácil encontrarse además a grandes grupos de corzos en el área, aunque lo que sorprende es la fotogenia y el colorido de este terreno por el que se puede hacer una ruta circular, siendo una de las opciones de trekking más interesantes de la comarca.

Los Tollos de Navarrete (Territorio Jiloca Gallocanta)

Monreal del Campo y el Azafrán

17 kilómetros separan Calamocha de Monreal del Campo, mencionado en un par de ocasiones en el Cantar de Mío Cid (y parte del Camino del Cid). Para los foráneos es una distancia más. Para quien vive en ambas localidades es un mundo puesto que su rivalidad es tan legendaria como sana.

Los Villarriba y Villabajo de la comarca del Jiloca. Pero, ¿por qué detenerse en Monreal del Campo? Lo recomiendo, no sólo por los restos de su viejo castillo, sobre los cuales sobresale el campanario de una iglesia, o por callejuelas que rezuman sosiego en recias edificaciones que en muchos casos superan el siglo de vida, sino, sobre todo, por poseer un interesantísimo museo dedicado al azafrán.

Situado en la Casa de Cultura, en plena Plaza Mayor, se dedica de forma monográfica a esta cotizadísima especia que acompaña a una tradición de generaciones esbrinando en una mesa noche y día. En éste se exponen más de un centenar de piezas donadas por lugareños del pueblo con el objeto de transmitir la importancia de este sector para la economía familiar durante generaciones.

Museo del azafrán en Monreal del Campo (Tierras del Jiloca y Gallocanta)

Y es que Monreal posee las condiciones perfectas (altitud de entre 700 y 900 metros, inviernos fríos y secos con veranos calurosos y cortos) para el cultivo y recolecta de la flor del azafrán. Sus pistilos son un excelente potenciador de sabor y cuenta con múltiples propiedades beneficiosas para la salud. De hecho durante mucho en esta tierra se podía pagar con dinero… o en azafrán. Y es que se trataba de un valor seguro.

Azafrán sobre la mesa

El museo abre sus puertas de martes a sábado tanto mañanas como tardes (el domingo sólo mañanas) y, además de exhibir su mundo de azafrán en una típica casa solariega de tres plantas, organiza exposiciones y otras actividades culturales sobre las que conviene estar alerta.

Los ojos del Jiloca

A tan sólo un par de kilómetros de Monreal del Campo se haya un importante humedal. Un sinfín de manantiales se conectan para descargar aguas de procedencia subterránea y permitir el nacimiento del río Jiloca.

Si tuviéramos una vista aérea (para eso un drone es perfecto) nos daríamos cuenta de que son círculos encerrados entre la vegetación, pero unidos entre sí, de ahí que se les conozca como los ojos del Jiloca o, incluso, los ojos de Monreal. Si bien su forma conjunta recuerda a la de un rosario.

Ojos del Jiloca cerca de Monreal del Campo (Teruel)

Hoy día este espacio natural de gran importancia ofrece un paseo realmente agradable entre carrizos y choperas.

Sabías quéExiste una leyenda en los Ojos del Jiloca que habla de susurros de mujeres saliendo del agua en las gélidas noches de invierno. Se trataría de dos damas, la hija del alcaide musulmán de Daroca y su acompañante, quienes huyeron por todo el valle del Jiloca en un carro tirado por caballos para viajar hasta la costa Mediterránea y así evitar casarse con el marido que eligiera su padre. Cuentan que tanta prisa se dieron que sus caballos, extenuados, se detuvieron en los Ojos de Monreal para beber agua, arrastrando con ellos al carruaje y sus ocupantes, perdiéndose el rastro para siempre y convirtiendo sus lamentos en toda una leyenda.

La paramera de Blancas (y más sobre el azafrán)

En la comarca del Jiloca la variedad de paisajes resulta abrumadora. Aunque al sur de la cuenca de Gallocanta éstos sean vastos páramos que muchos creerían desprovistos de vida. Craso error.

En este territorio yermo y casi plano situado a más de 1000 metros sobre el nivel del mar entre los municipios de Blancas, Odón y Torralba de los Sisones hay zorros y aves esteparias (avutardas o sisones los más destacados).

De hecho suele dejarse ver la escurridiza alondra de Dupont (Chersophilus duponti), uno de los “cromos” más deseados por ornitólogos de medio mundo por su cada vez más escasa distribución.

Paramera de Blancas (Comarca del Jiloca, Teruel)

En cuanto a vegetación predomina el conocido té de roca (Jasonia glutinosa), aunque el azafrán vuelve a ser, una vez más, el protagonista para quien se adentra en busca de esta apreciada especia. Precisamente en la localidad de Blancas se encuentra La Carrasca, empresa familiar empeñada en redescubrir el azafrán en el territorio y recuperar una de las tradiciones más ancestrales en este pedacito de Teruel.

Con trabajo, dedicación y, sobre todo, pasión, han devuelto a la zona la querencia por esa flor que significa algo más que sus pistilos y sus múltiples propiedades. En la calle Corazón de María número 14 de Blancas se puede, además, visitar su tienda y comprar azafrán así como productos relacionados con el mismo de manera directa o indirecta.

Aunque, turísticamente hablando, lo más interesante está en la posibilidad de vivir una experiencia en el mundo del azafrán, asistir a una cosecha o conocer de la mano de expertos de un proceso que se sigue meticulosamente desde hace siglos cuando los árabes introdujeron esta flor en España.

Ojos Negros

Camino al castillo de Peracense es necesario atravesar la localidad de Ojos Negros, un municipio ligado desde antaño a sus minas de hierro en una explotación a cielo abierto. A comienzos del siglo XX la Compañía Minera de Sierra Menera comenzó a explotar el yacimiento, por lo que mucha de la gente del pueblo se trasladó unos kilómetros más adelante para fundar un nuevo barrio y así vivir más cerca de su trabajo. Tan importante fueron estas minas que llegó a construirse una línea de ferrocarril que unía Ojos Negros con Sagunto (Valencia) y así lograr una salida al mar.

Vieja locomotora en Ojos Negros (Comarca del Jiloca, Teruel)

La Compañía Minera de Sierra Menera dejó de funcionar en 1986 y el nuevo “Ojos negros” fue casi abandonado. Aún quedan muchas de las casas y algunos habitantes que no han querido abandonar el pueblo, los edificios de la gerencia, el antiguo casino y, por supuesto, las huellas de un ferrocarril marcadas por una vieja locomotora junto a la plaza principal, así como la “vía verde” más larga de España con más de 160 km, ya que, por supuesto, esta ruta dejó de funcionar por completo.

Un lugar ideal para quienes les apasiona la fotografía de lugares abandonados o en vías de serlo, de escenarios que se quedaron congelados décadas atrás.

Antiguo casino de Ojos Negros (Territorio Jiloca Gallocanta)

Sabías quéApenas a un kilómetro del pueblo camino a las minas hay un molino de viento datado entre los siglos XVI y XVII similar a los que podemos encontrar en la ruta de los molinos de Castilla-La Mancha en pueblos como Consuegra, Campo de Criptana, Mota del Cuervo o El Romeral. Fue completamente restaurado y se puede visitar por dentro, aunque previa petición de llaves en el Ayuntamiento de Ojos Negros, lo que hace que la mayoría sólo pase por delante o se aproxime con su vehículo particular a tomar fotos.

Sele en el molino de viento de Ojos Negros en la comarca del Jiloca (Tierras del Jiloca y Gallocanta)

Castillo de Peracense

Justo al fin de la ruta encontramos la guinda del pastel, un motivo que por sí solo justificaría una buena suma al cuentakilómetros de nuestro vehículo. En el extremo suroeste de la comarca del Jiloca, ya casi rozando con Sierra de Albarracín (y con la provincia de Guadalajara), surge ante la imensidad un castillo roquero sobre piedras de rodeno que riegan de color rojo a una estampa ya de por sí inigualable. Nada mejor que el castillo de Peracense para solidificar en una sola imagen esa fusión asombrosa de paisaje e historia de Aragón.

Castillo de Peracense (Territorio Jiloca Gallocanta)

El castillo de Peracense responde al origen de tantos y tantos castillos fronterizos, primero con el Islam y después entre los reinos de Castilla y Aragón. Su posición geoestratégica lo sitúa como un baluarte esencial para comprender la Baja Edad Media y esa frontera, para nada invisible, que separaba a los aragoneses y castellanos.

Guarda ciertas similitudes con el castillo de Zafra (Guadalajara), célebre últimamente al aparecer en la serie Juego de Tronos, al verse erguido sobre las rocas, aunque en el caso de Peracense el material aprovechado de los alrededores, la piedra de rodeno, así como sus dimensiones y su situación a mayor altura, lo vuelven aún más impresionante.

Conviene contemplarlo desde diversos miradores (uno de ellos acondicionado incluso para los visitantes que van en silla de ruedas) para apreciar mejor a esta fortaleza roja.

Castillo de Peracense (Territorio Jiloca Gallocanta en Aragón)

En mi caso supuso el final del viaje. Y, además, con cierto simbolismo. Porque al otro lado empecé a escuchar las voces de la Sierra de Albarracín que me decían que aún me quedaba provincia de Teruel para rato.

Y, aunque ese día mi coche no me dio una buena noticia, reventando el filtro del aceite y teniéndoselo que llevar la grúa, me prometí a mí mismo que regresaría para seguir conociendo rincones de una provincia que aguarda a los viajeros con una sonrisa.

Sele en el castillo de Peracense

El precio de la entrada general al castillo de Peracense es de 3’50€. Desde enero hasta abril abre sólo fines de semana, mientras que en verano lo hace todos los días. El resto del año se puede visitar de miércoles a domingos. Para conocer horarios y precios actualizados recomiendo visitar la página web oficial del castillo de Peracense.

Nos volveremos a ver…

Me dejé muchas cosas por hacer tanto en Campo de Daroca como en la comarca del Jiloca. Por ejemplo, visitar los restos de la Guerra Civil española en Rubielos de la Cérida, con las trincheras probablemente mejor conservadas de la contienda. O completar mi colección de torres mudéjares en Villar de los Navarros.

Ver el “aguallueve” de Anento completamente congelado u hospedarme en un molino de agua convertido en hotel en Burbáguena (MoBu). U observar la laguna en otra época del año y volver a caminar por las Hoces del río Piedra durante su estampa otoñal.

Por lo pronto en las Tierras del Jiloca y Gallocanta me encontré como en mi propia casa, conocí a un montón de gente encantadora a la que sé, no tengo ninguna duda, que volveré a ver. No sé si seré como las grullas, que se pasean por el territorio cada invierno, pero he vuelto convencido de que Gallocanta (y sus alrededores), una vez al año… puede estar bien.

Niebla en el entorno de la Laguna de Gallocanta (Tierras del Jiloca y Gallocanta)

GRACIAS a ADRI Jiloca Gallocanta (Asociación para el Desarrollo Rural Integral de las Tierras del Jiloca y Gallocanta) y a los integrantes de Calidad Rural en Aragón por mostrarme tantas maravillas. Y a todas esas personas que formasteis parte de mi viaje.

¡¡Salud y viajes!!

José Miguel Redondo (Sele)

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