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Imprescindibles en un viaje al Algarve sur de Portugal

Si estás planeando un viaje por el Algarve portugués he aquí una lista con los imprescindibles que todo viajero debe tener en cuenta para exprimir a tope este destino. Donde el sol y el mar conviven con cultura. Todo ello envuelto en una naturaleza única. Un viaje recomendado para aventureros con ganas de exprimir esta tierra rica en actividades. Y para familias que quieran relajarse y tomarse un tiempo de descanso en un destino tranquilo y seguro.

El Algarve, es una de las zonas más turísticas de Portugal. Con razón. Son muchos los viajeros que llegan al sur del país en busca no sólo de sol, playas y mar. La oferta del Algarve es mucho más amplia.

Esos arenales maravillosos de roca esculpida conviven con pueblos encantadores, añejos, rodeados de naturaleza. Simbiosis que también conquista a los amantes de las actividades náuticas y del turismo activo.

Asimismo, es justo hacer mención a la oferta cultural. Y lo mejor, es el Algarve un destino tranquilo. Cómodo, de fácil acceso. Donde resulta muy fácil relajarse y disfrutar con total seguridad. Razón por la cual muchas familias eligen el Algarve para sus escapadas.

Mapa con todas las playas del Algarve

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Las mejores playas del Algarve

Las playas son el reclamo más grande del Algarve. El sol siempre presente ayuda a disfrutar de la inmensa oferta de arenales, muchos de ellos famosos por sus curiosas formas. Adornados con rocas esculpidas por el viento y adornadas por sedimentos milenarios que dan forma a curiosas cuevas y túneles que son un espectáculo.

Se contabilizan más de cien playas en este litoral. Hay tanto donde elegir que no es una exageración decir que hay una para cada viajero. Nos centramos en los aproximadamente 170 kilómetros que separan Vilareal do Santo Antonio (en la frontera con España) de Sagres y Cabo San Vicente.

Por ejemplo, los amantes de los arenales desiertos y de la observación de aves se sentirán felices en la playa de Barril, situada en la isla de Tavira.

Playa de la Falesia
Muy Panorámica de la playa da Falesia

En esta misma isla hay más arenales como la playa de la Estreita, más popular. Puedes llegar a ambas en ferry desde el Cais das Quatro Aguas.

Hay en el Algarve más islas curiosas. Por ejemplo Armona o Culatra, cercanas a Olhao. Y hay hasta una “isla desierta” (es el nombre de la playa) situada cerca de Faro y donde no hay nada, sólo arena, agua de mar. Y un chiringuito que nada más abre en verano.

Quienes quieran una gran playa pueden dirigirse a Praia da Falesía, situada entre Faro y Albufeira. Y disfrutar con esos siete kilómetros de arena fina que harán las delicias de los amigos de las largas caminatas.

Cueva de Benagil Algarve

La impresionante cueva de Benagil

Si te gustan los rincones instagrameables sin duda debes dirigirte a la playa de Armacao de Pera, antes de Carvoeiro, pueblo que por cierto, presume por ser uno de los más bonitos del Algarve.

Muy cerca está la cueva de Benagil, a donde solo se puede llegar en kayak o canoa, tabla de paddle surf… O en alguno de los barcos que hacen ese recorrido. Otro rincón fotogénico es la Ponta da Piedade, cerca de Lagos, con sus famosos acantilados.

Aquí al lado está la playa de La Marina, habitual en la lista de arenales más bellos de Europa por sus aguas turquesa que contrasta con los acantilados de piedra roja tan característica de la zona.

En Portimao están las playas más populares

Si quieres una playa con buen ambiente garantizado y con gente, chiringuitos, tiendas… puedes tumbarte al sol en la playa de la Rocha, en Portimao. Más salvaje es la playa de Amado, muy cerca de la llamada Ponta do Arco do Pau.

En los alrededores de Lagos encontramos las playas más populares. Mi favorita, sin duda, la playa de Doña Ana con el mar lleno de rocas que la hacen única.

Carvoeiro es uno de los pueblos más bonitos del Algarve

Naturaleza para observadores de aves

Si eres un amante de la naturaleza, imprescindible contemplar uno de los más hermosos parajes naturales del Algarve y navegar por el parque de la Ría Formosa, la más extensa zona lacustre de Portugal.

Nace en Cacela Velha, una aldea encantadora ubicada en la cima de un peñasco. Abarca ¡ciento ochenta kilómetros cuadrados! Que se extienden a lo largo de los municipios de Tavira, Olhäo, Faro y parte de Loulé.

Quienes mejor conocen los secretos de este entorno son las miles y miles de aves que pasan aquí el invierno, anidadas en estas rocas ocres y caprichosas. Atentas a todo lo que ocurre a su alrededor, pero seguras ocultas en las arcadas y cavernas esculpidas palmo a palmo por los agitados vientos atlánticos.

Si te animas, ten en cuenta que la ría Formosa puede recorrerse en barco siguiendo los canales hasta las islas de Culatra, de Armona y de Farol, o incluso hasta la isla de Fuzeta  (salidas desde Faro y Olhao). O bien por carretera o a pie o siguiendo rutas señalizadas por la costa donde se marcan los puntos más adecuados para la contemplación de bandadas de gaviotas, corremolinos, chorlitejos y demás aves típicas de la zona.

Muchas de estas sendas comienzan en la playa de Gigi, en Quinta do Lago, al occidente del parque. También puedes visitar el centro de interpretación en la Quinta do Marim, a un kilómetro de Olhäo.

Cultura, arte e iglesias en Tavira

Seguimos en el Sotavento, nombre con el que se conoce la mitad oriental de la región. Y nos detenemos en Tavira. Ejemplo del viejo Algarve costero y parada obligada. Partida en dos por el río Gilão que se puede cruzar a través de un bello puente romano de siete arcos.

Tavira Algarve

Da gusto pasear y perderse por las callejuelas empinadas que llevan al castillo. O para contemplar, al menos, alguna de las ¡treinta y siete iglesias! que hay en esta pequeña localidad! Una por calle según me cuentan los lugareños, siempre dispuestos a conversar.

Si puedes, no te pierdas la iglesia de Santa María do Castelo, donde descansan los siete caballeros que reconquistaron la ciudad del imperio musulmán. La de Misericordia, del siglo XVI, uno de los más hermosos ejemplos del Renacimiento del Algarve. O la de las Ondas, la favorita de los marinos. 

Es también Tavira buen lugar donde hacer una parada gastronómica. Es famosa por la calidad de las doradas, sargos y lubinas que sirven en los restaurantes locales. experiencia que recomiendo.

El mercado de Olhao

Tiene Tavira una vecina de nombre Olhao. Otra de esas localidades con sabor añejo, habitada por hombres de mar, dedicados en gran parte a la pesca de la sardina y que habitan en un laberinto de casas blancas con forma de cubo. De ahí su calificativo de ciudad “cubista”. Todas ellas con grandes azoteas desde donde se controlaban los movimientos de la marea.

Olhao es también famosa por su mercado donde verás productos frescos y locales. Y sentirás el latido de las gentes del Algarve. Y por los avistamientos de delfines. ¿Te animas?

Leyendas y naranjas en Silves

Dejamos la costa para sumergirnos en las carreteras que van al interior con rumbo Silves. Capital musulmana del antes llamado Al Gharb (el occidente en árabe), que el cristianismo reconquistó 1189. Pueblecito de calles empedradas donde hay que caminar con la mirada puesta en los tejados inclinados y chimeneas con celosías con forma de minarete.

Famosa por la calidad de sus naranjas, esconde Silves un mercado encantador. Y un castillo con un yacimiento romano en su desde cuyas almenas es fácil imaginar guerras con saetas, catapultas y chorros de aceite hirviendo.

En Silves encontramos también miles de almendros. Cuenta una leyenda que el príncipe Al-Mutamid, hijo del califa de Sevilla, se enamoró de una princesa nórdica llamada Romaiquia y se la trajo al castillo de Silves. Cuenta la historia que la bella princesa se moría de añoranza por no ver la nieve.

El príncipe para curarla ordenó plantar en todas sus tierras almendros para que sus flores blancas se confundieran con copos de nieve. Cuentan que al ver los campos teñidos de blanco intenso en primavera la princesa curó su melancolía. Hoy son los visitantes los que se maravillan ante tanta belleza.

Relax termal en Monchique

Seguimos tierra adentro en busca del valle de la Sierra de Monchique, vergel de exuberante vegetación. Famoso por el hotel- balneario, de donde brotan aguas suaves, puras y cristalinas que los romanos bautizaron como “sagradas”. Y que cuentan alivian el reumatismo y las dolencias respiratorias. Buen lugar donde quedarse unos días.

La carretera sigue hasta conquistar los 902 metros de altitud, accesibles gracias al mirador más alto del Algarve: el Pico da Fóia, con el mar en el horizonte. Más frondoso es el paisaje desde el mirador de la Picota (773 metros). Y si la caminata serrana agota, un bollo con chorizo es el mejor aperitivo local. Cocido en horno de leña, y delicioso con aguardiente de madroño.

Ah. Como curiosidad, ya en el casco urbano de Monchique pueblo, al lado de las seductoras ruinas del Convento de Nuestra Señora del Destierro, rodeadas de árboles y donde reina, pegado a la fuente de los passarinhos, el mayor magnolio de Europa, catalogado como patrimonio natural.

Panorámica de Sagres

Sagres, tierra de navegantes

Volvemos a la costa para visitar Sagres, uno de esos rincones sagrados. Repletos de magia y magnetismo referencia de navegantes de coraje como Cristóbal Colón o Vasco de Gama, ambos destacados alumnos de la escuela marítima de la localidad donde: se inventó la carabela, se perfeccionó la nao y se crearon las más avanzadas cartas marinas. Cabe alabar la  fascinante rosa de los vientos, de más de cuarenta metros de diámetro, que reina esculpida en el desgastado enlosado de la fortaleza de Sagres, carcomido por el viento y el mar.

Eso sí. En este punto toca advertir que Sagres tiene microclima. Los conocedores de la zona advierten que en esta punta suele hacer más frío que en las localidades vecinas, casi siempre entre cuatro y seis grados menos. Así que si quieres visitar Sagres, mejor lleva algo de abrigo, por si acaso.

Fin de ruta: Cabo de San Vicente

Sólo seis kilómetros separan Sagres del Cabo de San Vicente. En la punta del Cabo hay un faro, versión moderna del que en 1515 mandó erguir el obispo del Algarve para seguridad de los marineros. Desde ahí, el viajero soñador es capaz de intuir la fuerza de África. Y de América.

La sinfonía del viento resuena siempre como eco entre los acantilados y advierte que tanta belleza puede ser traicionera, como lo fue para esos viejos marineros, naúfragos por la furia de Eolo y la fuerza de Neptuno.

Con esto cierro mi viaje por lo mejor del Algarve, por lo que a mi más me ha gustado. Pero como decía el poeta portugués António Botto. “No sólo de palabras vive el hombre”. Así que mejor vete y compruébalo con tus ojos para creerlo.


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