Cuando pienso en Huelva, ese rinconcito privilegiado del suroeste de España donde el Atlántico abraza un litoral de vastos arenales y donde los últimas etapas de los ríos Guadalquivir, Guadiana, Tinto y Odiel le lleva a serpentear entre tierras fecundas, veo una provincia capaz de hipnotizar a base de diversidad, riqueza y humildad. Huelva, en el corazón de Andalucía, no tiene la necesidad de chillar muy alto porque es mucho más que un punto en el mapa. Sólo quienes se abrazan a ella son capaces de entender cómo la Historia y la cultura popular se fusionan con la naturaleza más pura en una sinfonía de colores y sabores que dejan una huella imborrable en quienes la exploran. Siempre he considerado a la provincia de Huelva como un viaje a través del tiempo, un relato viviente que se teje como la red de una almadraba, desde los albores del tiempo a la actualidad, desde las andanzas de Cristóbal Colón en su travesía a un Nuevo Mundo a la devoción más profunda que hoy se sigue teniendo con la Virgen del Rocío,

Huelva es un canto a la tierra y a las fachadas blanquecinas, un fandango dedicado a las marismas teñidas del rosa de los flamencos y a sus bosques de interior. A la brisa de sus doradas playas y sus sierras escarpadas donde resuena el eco de los ciervos y siempre huele a largo otoño. A través de un extraordinario y hermoso recorrido, te invito a descubrir algunos lugares imprescindibles que ver en Huelva provincia y que te inspirarán ante futuras escapadas hacia la luz más pura del Atlántico. Desde la majestuosidad natural del Parque Nacional de Doñana hasta el acento británico de las Minas de Riotinto, desde las playas casi vírgenes de la Costa de la Luz hasta el paseo de ronda en el castillo de Niebla, cada rincón de este territorio tiene una historia que contar y una experiencia que regalarte.

Discúlpame lo primero de todo. Porque no voy a ser para nada objetivo. Con Huelva no puedo. Me resultaría imposible. Huelva, de la que me acompañan unos cuantos años soñando despierto con los faros de El Rompido y degustando en la distancia sus deliciosas gambas blancas, se ha convertido en parte de mis nostalgia terrenal. Y mucho más importante, de la niñez e inocencia de mi hijo Unai, quien aprendió sobre el mar y la arena de una playa onubense a crear sus futuros recuerdos de infancia precisamente con su familia.

Lo de Huelva fue amor a primera vista. Y no me extraña, en absoluto. Porque no me la esperaba de esa manera. Todo se me hizo más grande a medida iba tiñendo de color un mapa que para mí era blanco y desconocido. Tierra de encantos y tradiciones arraigadas, despertó pronto mi imaginación más allá de sus kilométricas playas de arena, sus montañas serranas, un clima que invita al disfrute durante todo el año y, por supuesto, las muchas exquisiteces culinarias con las que cuenta su rico  y variado acervo gastronómico. Bajo estos condicionantes que, no hacen si no hacer que cualquier visitante que llegue a Huelva empiece siempre con buen pie.

Huelva despliega un abanico de experiencias y lugares únicos que aguardan a ser descubiertos por esas miradas curiosas e inquietas que siempre van más allá. Y es que con esta provincia se van desplegando niveles hasta lo inimaginable. Quedarse sólo con su fabuloso litoral, con esas playas donde el verano extiende sus confines todo lo que puede, supondría invisibilizar otros muchos aspectos de la provincia que merecen también alzarse con todo el protagonismo.

¿Qué ver en Huelva? Un paseo por lo más destacado de la provincia

La esencia de Huelva reside en su capacidad para sorprender, para revelar capítulo tras capítulo de una historia enriquecida por siglos de tradición y un presente lleno de posibilidades. Para ello vamos a dar un paseo juntos por algunas de las maravillas onubenses. Un caleidoscopio de conceptos, historias y paisajes muy tentadores ideales para configurar una ruta completa con lo mejor que ver en Huelva provincia y quedar de lo más satisfechos. Aunque, aviso, siempre nos espera retornar a esta tierra de marismas y ese acento en el que la autenticidad tiene su propio eco. ¿Empezamos?

1. Parque Nacional de Doñana: Donde la naturaleza gobierna

Comenzaríamos nuestro viaje en el icónico Parque Nacional de Doñana, un santuario natural declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por ser poseedor de los humedales más importantes de toda Europa. Sus vastas marismas, dunas y bosques son el hogar de una asombrosa variedad de vida silvestre, desde flamencos rosados hasta el esquivo lince ibérico, aunque son muchas más las especies presentes en el parque.

Diría el gran Félix Rodríguez de la Fuente sobre este parque: «Doñana es una de las maravillas más grandes que quedan en el mundo, un tesoro excepcional de vida natural que debe ser preservado y protegido para las futuras generaciones.»

Explorar este reino natural en un emocionante recorrido en jeep 4×4 o, incluso a caballo, siempre de la mano de guardas forestales y expertos locales, nos permitirá asombrarnos por la gran belleza que nos ofrece. Junto a la Sierra de Andújar (Jaén), el PN de Doñana es uno de los hogares más nutridos por la presencia del lince ibérico, que no es poco motivo para vivir esta experiencia como una de las mejores experiencias faunísticas a nivel mundial.

2. Mazagón y  Matalascañas, las playas de Huelva oriental

Mazagón y Matalascañas, dos de las perlas más conocidas de la costa de Huelva oriental, ofrecen a los visitantes una experiencia costera de primer nivel. Mazagón destaca por sus extensas playas de arena dorada, rodeadas de pinares y dunas. Esta tranquila localidad costera es perfecta para aquellos que buscan un escape sereno y natural. Sus aguas cristalinas son ideales para nadar, y sus senderos a lo largo de las dunas son perfectos para los amantes del senderismo. Además, Mazagón alberga el Parque Nacional de Doñana a sus puertas, lo que lo convierte en un punto de partida ideal para explorar la biodiversidad única de la región a través de distintas excursiones. .

Matalascañas, por otro lado, es conocida por su encanto playero y su vibrante ambiente. Esta animada localidad costera goza de la máxima popularidad entre los amantes del sol y la playa, pues son muchos los veraneantes que la eligen para pasar aquí sus vacaciones. Sus kilómetros de costa ofrecen oportunidades para relajarse, practicar deportes acuáticos y disfrutar de la brisa marina. Además, dada su cercanía a la aldea de El Rocío, también es otro de los puntos de acceso a las dunas de Doñana, por lo que desde aquí también se pueden realizar distintas rutas y descubrir la belleza natural del parque. Además, la cercanía de Matalascañas a la ciudad de Huelva y su amplia oferta de restaurantes y bares hacen que sea un destino perfecto para disfrutar de la gastronomía local.

Ambas localidades, Mazagón y Matalascañas, capturan la esencia de la costa de Huelva oriental.

3. La aldea de El Rocío, devoción en el corazón de Doñana

Bajo el cálido e incesante sol de Andalucía, la Aldea de El Rocío emerge como un remanso de espiritualidad y tradición en medio de los campos y marismas de Doñana. Cada año allí se produce una de las romerías más célebres y conmovedoras de toda España. Miles de peregrinos, algunos a caballo y en carrozas, se congregan en esta aldea de suelos de arena para rendir homenaje a la Virgen del Rocío y vitorear y rezar ante la Blanca Paloma. El aire se llena de cánticos flamencos, y el eco de los cascos de caballos resuena en las calles, creando una sinfonía de fervor religioso y alegría desbordante que sólo puede entender quien lo ha hecho alguna vez.

Pero no hace falta ir en tiempo de romería si no es posible. Visitar las callejuelas de casas blancas y sencillas de la Aldea de El Rocío, con sus característicos techos de tejas rojas, las cuales se fusionan con el paisaje de marismas y pinares, merece la pena todo el año. Los caballos y carros de caballos son una parte integral de la vida cotidiana aquí, y el sonido de las herraduras golpeando el suelo se mezcla con el murmullo de las conversaciones de fieles y visitantes ocasionales.

La ermita de Nuestra Señora del Rocío, el Sancta Sanctorum de la feligresía rociera, se alza con gracia en el centro de la aldea, rodeada de plazas ajardinadas y bancos de madera donde los viajeros pueden descansar y reflexionar. Sin lugar a dudas, allí el tiempo parece detenerse, permitiendo a los visitantes sumergirse en la esencia misma de las tradiciones más arraigadas a través de un escenario que parece un Far West a la andaluza.

Más info en: Visitas guiadas y excursiones desde la Aldea de El Rocío.

4. Huelva capital, atardeceres junto al puente del Tinto

No nos engañemos, la ciudad de Huelva no se encuentra ni entre las diez ni las veinte urbes más bonitas de España, quizás porque estuvo muy presente en la industrialización del siglo XIX y comienzos del siglo XX, careciendo incluso de un casco viejo propiamente dicho. O, al menos, como sí encontramos en otros municipios de Andalucía y de España. Pero a Huelva capital hay que saber buscarle el aire y utilizar los cinco sentidos. Porque la ciudad atesora una historia rica y diversa, pues muy cerca estaba el puerto de Palos desde el cual las carabelas de Colón salieron en busca de las Indias. Pero ahí iremos después. Muy interesante, por ejemplo, es entrever la fortísima influencia británica existente en la metrópoli, pues, en efecto, los ingleses dejaron una huella perdurable y visible en la actualidad. No conviene olvidar que más de un siglo, la Riotinto Company Limited, una poderosísima empresa minera británica, estableció su presencia en la región al serle concedidos derechos de explotación de las valiosas Minas de Riotinto, marcando el inicio de una era de profundos cambios económicos y culturales en el país. El legado británico se hace evidente al explorar la ciudad, especialmente en la emblemática Casa Colón, un edificio neomudéjar que sirvió como sede de la compañía minera y, a posteriori, como un hotel para las autoridades y personas con alto poder adquisitivo  Este hermoso edificio, con su arquitectura única, ahora es ahora Palacio de Congresos y Centro de Exposiciones de Huelva.

No muy lejos del edificio se sitúa Barrio Reina Victoria, más conocido como el «barrio obrero» donde se aprecia enormemente esta huella británica. Este complejo de viviendas unifamiliares fue concebido por la Rio Tinto Company Ltd. para alojar a sus trabajadores en la ciudad de Huelva a principios del siglo XX. Muchas de las casas de este peculiar barrio exhiben entramados de madera pintados en tonos rojos o azules, aunque el amarillo también es un color predominante en esta exclusiva urbanización que se encuentra en la conocida colina de San Cristóbal.

En las cercanías, justo al pie del barrio, se encuentra la emblemática Casa del Guarda, que actualmente ha sido transformada en un restaurante. Este lugar incluso cuenta con una cabina telefónica londinense clásica, un homenaje a este periodo histórico.

Huelva se erigió como uno de los principales puertos del país para dar salida al inmenso volumen de mineral procedente de Minas de Riotinto, así como de otras minas como Tharsis. Sin embargo, para llevar a cabo esta tarea monumental, se requería una infraestructura donde los barcos pudieran cargar dicho material. Es entonces cuando surge el muelle del mineral, conocido también como el muelle del Río Tinto, aunque las aguas que bañan su orilla pertenecen al río Odiel. Esta construcción, que recuerda a la arquitectura de Gustave Eiffel, fue inaugurada en 1876 y se extiende impresionantemente a lo largo de 1165 metros, de los cuales alrededor de medio millar se adentran en el agua. Este muelle marcó el punto final del recorrido del ferrocarril minero, una proeza de la ingeniería civil de la época que transformó de manera definitiva la apariencia de la ciudad de Huelva. A día de hoy, aunque los trenes cargados de cobre y otros minerales ya no lleguen a su destino, este muelle se ha convertido en uno de los rincones más pintorescos de la ciudad. Es un lugar perfecto para dar un paseo tranquilo y disfrutar de impresionantes puestas de sol que parecen sacadas de una película.

+ Más información sobre visitas guiadas por la ciudad y excursiones (a pie o en barco) organizadas con guías expertos.

5. Palos de la Frontera: Muelle de las Carabelas y Monasterio de la Rábida, hitos del descubrimiento de América

Nuestra siguiente parada nos lleva a Palos de la Frontera, una localidad histórica apenas a cinco kilómetros justo al frente a la ciudad de Huelva cruzando por el viaducto donde se unen el río Tinto y el Odiel, y el cual desempeñó un papel crucial en la era de la exploración, los descubrimientos y el comercio marítimo. Aquí se sitúan nada menos que dos lugares colombinos, que sirven para explicar esos sitios en los que estuvo Cristóbal Colón y que fueron claves en la previa del gran viaje por el Atlántico en 1492 donde se llegó a un nuevo continente. Unos es el Monasterio de Santa María de la Rábida, un pequeño cenobio franciscano donde el Almirante encontró apoyo y financiación para su primer viaje a las Indias. El monasterio en sí es un hermoso ejemplo de arquitectura mudéjar y gótica, con un encantador claustro interior e incluso la tumba de Martín Alonso Pinzón, Capitán de «La Pinta». Al pasear por sus pasillos, es posible sentir la huella indeleble de uno de los capítulos más importantes de la historia de nuestro planeta.ç

Palos de la Frontera también alberga el Muelle de las Carabelas, un auténtico testimonio visual de la era de la exploración y que nos permite imaginarnos cómo fue aquel 3 de agosto de 1492 en que las naves zarparon para llegar meses después a las costas americanas. Y es que aquí se pueden encontrar réplicas a tamaño real de las tres embarcaciones que Colón utilizó en el viaje que cambiaría el mundo: la Santa María, la Pinta y la Niña. Es posible no sólo ver por fuera sino también explorar por dentro estas emblemáticas embarcaciones que, aunque son de facturación moderna y puras copias, logran transportarte a finales del siglo XV e intuir la audacia de quienes se aventuraron en lo desconocido. Una visita que le gusta a todo el mundo, sobre todo a familias con niños, pues éstos se lo pasan realmente bien indagando en el interior de las naves. Nuestro pequeño Unai, quien ha estado ya dos o tres veces, siempre ha disfrutado mucho de esta visita.

6. Moguer, la cuna blanca de Juan Ramón Jiménez

A menos de veinte minutos de Huelva capital, Moguer se alza como una población encantadora, impregnada de historia y, por supuesto, de poesía. Sus calles adoquinadas y fachadas blancas parecen narrar las historias de antaño, mientras que el perfume que sudan naranjos y jazmines evoca un ambiente de serenidad.

El poeta Juan Ramón Jiménez, galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1956, encontró inspiración en las calles de Moguer. Su huella indeleble la podemos seguir en la Casa Museo Zenobia y Juan Ramón, sitio en el cual se puede explorar su legado literario y su profundo amor por esta tierra. Los patios andaluces de Moguer son una delicia para los ojos, con sus macetas rebosantes de flores y sus fuentes que canturrean melodías de frescura.

El Monasterio de Santa Clara, con su fachada blanca y su arquitectura de época, es otro tesoro oculto con que la ciudad invita a los visitantes a sumergirse en la espiritualidad y la historia de la localidad onubense.

7. Las marismas del Odiel, un destino ornitológico de gran valor ecológico.

El Paraje Natural de las Marismas del Odiel, anidado en la confluencia de los ríos Tinto y Odiel en la provincia de Huelva, es un santuario de vida silvestre y un paraíso natural de gran importancia medioambiental. Este enclave se yergue como un testimonio vivo de la riqueza de los ecosistemas costeros onubenses, donde la tierra, el agua y el aire se encargan de brinda refugio a una impresionante variedad de aves migratorias y especies autóctonas.

El valor ecológico de las Marismas del Odiel es incalculable, ya que alberga a más de 200 especies de aves, convirtiéndolo en uno de los humedales más importantes de Europa. Entre las aves que visitan estas marismas, se encuentran flamencos, espátulas (la mayor colonia de Europa de cría de esta especie), grullas, garzas, águilas pescadoras y diversas especies de anátidas, gaviotas y limícolas como andarríos y agachadizas. Vienen, entre otras cosas, porque sus aguas son muy ricas en peces y crustáceos, los cuales contribuyen a la rica biodiversidad de la zona.

A los amantes de la naturaleza y la observación de aves, visitar las Marismas del Odiel nos asegura una experiencia fantástica. Bien explorando sus senderos y observatorios estratégicamente ubicados para admirar la fauna en su hábitat natural (recomiendo llevar prismáticos). Otra opción más cómoda pasa por realizar en barco por este paraje (bien desde Huelva ciudad o desde Punta Umbría), preferentemente al atardecer, para obtener una perspectiva única de este entorno impresionante.

También resulta interesante observar la actividad salinera de la zona, arraigada desde hace siglos y que además permite jugar de más con la cámara de fotos.

Para obtener más información recomiendo pasarse por el Centro de visitantes de las Marismas del Odiel, dejar allí el coche y transitar (con respeto, sin armar ruido ni arrojando basuras) por el  el sendero señalizado Calatilla de Bacuta, el cual se introduce en las salinas industriales o, si nos queremos centrar más en las aves, tomar el sendero Salinas de Bacuta, un estupendo itinerario ornitológico con diversos miradores y un observatorio desde el cual contemplar y fotografiar con calma las escenas naturales que acontezcan. Por supuesto, ni que decir tiene que las primeras y últimas horas del día son las mejores para la observación de aves en el área.

8. La Costa de la Luz desde Punta Umbría y El Rompido hasta Isla Canela y la desembocadura del Guadiana

La Costa de la Luz de Huelva, bañada por las aguas doradas del Atlántico, se despliega como uno de los tesoros naturales y turísticos clave para comprender el suroeste de España. Esta franja costera, que se extiende a lo largo de más de 100 kilómetros desde entre las orillas de los ríos Guadalquivir y Guadiana, es un paraíso para los amantes de la playa y la naturaleza. Pero hablamos, en su mayor parte, de playas kilométricas y casi vírgenes de arena fina y aguas limpias. Con espacio suficiente donde disfrutar del sol y el mar en completa tranquilidad pues, en esta zona de Andalucía, no existe (ni se le espera) el turismo masivo. Las ya mencionadas Mazagón y Matalascañas son bien conocidas. Qué decir de Punta Umbría, donde los trabajadores británicos de Minas de Riotinto acudían ya hace más de un siglo para darse baños de agua y sol prescritos directamente por los médicos de las minas.

En mi caso, y disculpad de nuevo la subjetividad, mi favorito indiscutible entre las playas de Huelva es El Rompido (a 15 km al oeste de Punta Umbría), una zona privilegiada con una aldea marinera encantadora, la desembocadura del río Piedras (de gran importancia ornitológica) y, por supuesto, «La Flecha». Dicho fenómeno natural está considerado como una de las maravillas de las costas onubenses. Se trata de un espectacular cordón dunar que se extiende a lo largo trece kilómetros, formando un paisaje paradisiaco y solitario de dunas, pinares y playas vírgenes que, además, aumenta varios metros cada año. Constituye un valiosísimo refugio para la biodiversidad al cual desde el muelle El Rompido se puede arribar en barco (salen apenas cada quince minutos/media hora) realizando una suave y refrescante travesía de poco más de diez minutos y bañarse en una kilométrica playa sin construcciones turísticas que alteren mínimamente el paisaje (sólo quedan las ruinas de una antigua almadraba). ¡Un auténtico tesoro La Flecha de El Rompido!

Si continuamos por la costa nos encontraríamos también con playas mayúsculas en Islantilla, Isla Cristina o Isla Canela, hasta toparnos con Ayamonte y su puente sobre el Guadiana para alcanzar las costas de El Algarve en Portugal. Desde la frontera hasta Tavira hay tan sólo 30 km. Hasta Faro 60 km. Hasta Lagos y sus formidables acantilados y cuevas en Ponta da Piedade 143 km (menos de hora y media de viaje por autopista). Y hasta el mítico Cabo de San Vicente, el punto más alejado del litoral sur portugués, 175 km. Una combinación de destinos muy a tener en cuenta para aprovechar a fondo el costado suroccidental de la Península Ibérica.

Ponta da Piedade es uno de los grandes atractivos que visitar en El Algarve.

9. Dolmen de Soto y otras joyas prehistóricas que ver en la provincia de Huelva

Huelva alberga un tesoro prehistórico que asombra a los amantes de la Arqueología y la Historia: el Dolmen de Soto. Este monumento megalítico, datado en el tercer milenio antes de nuestra era, es uno de los más grandes y mejor conservados de Europa. Situado en un paraje de Trigueros, en plena campiña onubense, el dolmen es una estructura de piedra con una cámara funeraria y un pasillo de acceso, que se cree que servía como lugar de entierro para las comunidades prehistóricas. Su construcción y diseño testimonian la habilidad y conocimientos de aquellos antiguos habitantes de la zona, quienes debieron llevar a cabo un grandísimo esfuerzo en este tipo dolmen de corredor largo  que no es otra cosa que un conjunto de dólmenes yuxtapuestos. Su anillo perimetral, de 80 metros lo llevan a estar considerado como una de las mayores construcciones megalíticas de toda Europa.

Su acceso (N-435 desde Trigueros al Paraje El Zancarrón) es un tanto complejo, por lo que conviene ayudarse de alguna aplicación de mapas para no perderse con el coche. Eso sí, no admiten visitas sin reserva previa, ya que admiten grupos muy pequeños. Para ello SE EXIGE reservar plaza en la web oficial www.trigueros.es/es/turismo/dolmen-de-soto. Se ofrecen visitas todos los días de la semana, excepto los lunes tanto en mañanas  (10:30 a 13:30 h.) como tardes de todo el año (de 16:00 a 18:30 y en verano de 18:30 a 20:30).

El Dolmen de Soto no es la única maravilla prehistórica que Huelva tiene para ofrecer. La provincia cuenta con una rica herencia megalítica, que incluye otros dólmenes, como el Dolmen de La Zarza, así como yacimientos arqueológicos como el conjunto dolménico de la aldea de El Pozuelo, con una ruta muy poco concurrida a través de distintos monumentos con miles de años de antigüedad.

10. Niebla, algo más que un castillo

A unos 30 kilómetros al noreste de la ciudad de Huelva, nos vemos obligados a atravesar un antiguo puente de origen romano que cruza el río Tinto, tiñendo de tonos de zinc y cobre las rocas, arcos y dovelas que lo componen. Este escenario nos sumerge en la localidad de Niebla, donde el viaje adquiere una dimensión completamente distinta. Aquí, se revela una villa rodeada por gruesas murallas que llevan las huellas de todas las civilizaciones que han dejado su marca en este lugar. En particular, al caer el sol, esta estructura de carácter defensivo se tiñe de un rojo intenso, evocando aromas andalusíes y convirtiéndose en un símbolo del periodo medieval en este rincón histórico a medio camino de la campiña y la costa de Huelva. Niebla exige regresar una y otra vez, ya que siempre hay detalles sorprendentes que atestiguan su rica historia como la antigua Ilípula tartesa, la Ilipla romana, la Elepla visigótica, la musulmana Lebla, cabeza de un reino de Taifa, y la castellana Niebla.

En este viaje al patrimonio histórico de Niebla, existen cinco imperdibles que debes explorar:

1. Bordear las murallas de Niebla: Estas murallas rodean la ciudad en un perímetro de dos kilómetros, con cuarenta y ocho torres cuadradas, dos torres octogonales y cinco puertas de acceso. Representan un tesoro de la arquitectura civil de la época musulmana, aunque cabe destacar que también fueron reforzadas por sus postreros moradores cristianos. Cada puerta de acceso es una joya que revela detalles de su glorioso pasado.
2. Visitar el castillo de los Guzmanes: Ubicado en una de las esquinas de la ciudadela andalusí, el castillo fue mandado construir por Enrique Guzmán, II Duque de Medina Sidonia y Conde de Niebla. Aunque el terremoto de Lisboa de 1755 y la destrucción provocada por los franceses durante la Guerra de la Independencia en el siglo XIX afectaron seriamente su conservación, aún se pueden apreciar sus patios bien conservados. El castillo también alberga el Festival de Teatro y Danza Castillo de Niebla que tiene lugar cada verano. *Nota: El castillo abre todos los días de la semana, mañana y tarde. Precio adulto: 4,5€.
3. Iglesia de Santa María de la Granada: En la Plaza de Santa María, el corazón de la ciudadela andalusí, se encuentra esta iglesia cristiana que, a pesar de su campanario, delata su pasado como mezquita por su torre/minarete y los arcos de herradura que conducen a la iglesia. El interior presenta una clara influencia mudéjar.
4. Iglesia de San Martín: Junto a la Puerta del Socorro, se encuentran las ruinas de la iglesia de San Martín, que en el pasado fue una mezquita menor y sinagoga otorgada a la comunidad judía por el rey Alfonso X el Sabio. Actualmente, solo se conserva el ábside y la puerta mudéjar en la entrada.
5. Puente romano: Este puente es uno de los puntos de acceso a Niebla y cruza el río Tinto, que aún presenta su característico color rojizo en este punto. La mejor manera de apreciar tanto el río como el puente es siguiendo un pequeño sendero de arena desde la gasolinera ubicada en uno de los extremos.

11. Minas de Riotinto, el otro planeta de Huelva

Llegar a Minas de Riotinto desde la casi vecina Aracena, te deja atónito. De pronto, te encuentras frente a una inmensa mina a cielo abierto, el Cerro Colorado, y un modesto dique, que te dan la bienvenida y te revelan que esto no es solo Historia, sino que el territorio que pisas sigue latiendo. Su río de color rojo parece un imposible que sólo crees que sucede en las fotografías de los que saben, pero que cuando se observa in situ te das cuenta de que es la pura realidad. Han transcurrido miles de años desde que comenzó el proceso de extracción de cobre y otros valiosos minerales durante la Revolución Industrial. Y ha pasado casi un siglo y medio, desde 1873, cuando la Rio Tinto Company Limited, una empresa británica, obtuvo el monopolio de los derechos de explotación en esta parte de la Faja Pirítica ibérica, una región excepcionalmente rica en minerales. Permanecieron en este lugar hasta 1954, dejando una huella indeleble en este territorio.

Rápidamente, uno puede notar que en este pueblo de Huelva, además de la vasta presencia minera en el paisaje y de su aspecto casi extraterrestre, existe un cambio palpable en la arquitectura local. Es innegable el influjo anglosajón que ha dejado una marca profunda en la estética del lugar. La influencia británica es evidente, aunque cuando te sientas en un bar a disfrutar de platos como carne con tomate o chocos, no hay duda de que aún te encuentras en el corazón de Andalucía.

La visita a Minas de Riotinto/Nerva, el epicentro de las operaciones de la Rio Tinto Company Limited, requiere una planificación cuidadosa para aprovechar al máximo la experiencia. La mejor manera de abordar esta visita es a través del enfoque del Parque Minero de Riotinto, un proyecto respaldado por la Fundación Río Tinto que tiene como objetivo crear un atractivo recurso turístico que contribuya al desarrollo económico de la región y promueva la importancia del patrimonio histórico vinculado a los 5,000 años de actividad minera en la Cuenca Minera. Desde 1987, esta fundación se ha encargado de restaurar y preservar el valioso legado histórico y cultural dejado por las empresas mineras.

Recomiendo comprar las entradas con anticipación en línea en el sitio web parquemineroderiotinto.es, donde también se pueden seleccionar visitas programadas con horarios específicos. Esto es especialmente importante para el viaje en tren de época, que tiene plazas limitadas y puede llenarse rápidamente en temporada alta.

Recomiendo optar, si se cuenta con tiempo suficiente, por el paquete completo, que incluye cinco visitas: Museo Minero, Casa 21, Peña de Hierro, viaje en tren de época y Corta Atalaya, con un costo de 25€. Aunque es posible reducir el número de visitas, todas son fundamentales para comprender todos los aspectos de este fascinante destino turístico.

1. Museo Minero de Riotinto: Este antiguo hospital construido por la Rio Tinto Company Limited es el punto de partida ideal para contextualizar la historia minera de la región, además de adquirir las entradas para las diferentes atracciones turísticas. El museo ofrece una visión de las diversas civilizaciones que contribuyeron a la historia minera de la comarca, desde el Calcolítico hasta la actualidad. A través de objetos y maquinaria antigua, los visitantes pueden explorar el interior de una mina romana, aprender sobre la geología del subsuelo de la Faja Pirítica y ver locomotoras del siglo XIX, entre otras exposiciones interesantes.
2. Mina Peña de Hierro: Esta visita requiere desplazarse a Nerva y es esencial para comprender la importancia de la minería en la región. Los visitantes ingresan a una galería donde se les proporciona un casco de minero y avanzan 200 metros para experimentar los sonidos de las excavaciones. Al final, se encuentran con la Mina Peña de Hierro, una mina a cielo abierto con terrazas escalonadas y colores terrosos impresionantes. También se pueden explorar senderos que ofrecen vistas elevadas de la mina.
3. Casa 21 (Barrio de Bella Vista): Este barrio inglés separado del pueblo es donde vivían los altos cargos e ingenieros de la compañía. Las casas y la arquitectura son notoriamente británicas, y el barrio alberga una capilla presbiteriana y las primeras pistas de tenis en España. Casa 21, ahora convertida en museo, muestra una residencia típica inglesa de la época, con detalles de época y un salón donde es fácil imaginar reuniones de té.
4. Ferrocarril turístico minero: Este ferrocarril sigue el curso del río Tinto en un tren antiguo restaurado para el turismo. Ofrece una experiencia única para ver paisajes impresionantes, estaciones abandonadas y la característica coloración roja del río. El viaje completo dura alrededor de una hora y media y proporciona una vista cercana de las aguas tóxicas del río Tinto.
5. Corta Atalaya: Esta gigantesca mina a cielo abierto, una de las más grandes de Europa, fue recientemente abierta al público. Se encuentra en un agujero de 1,200 metros de largo, 900 metros de ancho y 350 metros de profundidad, inundado con aguas rojas que reflejan el óxido de los metales. Es una experiencia asombrosa para comprender la magnitud de la minería en la región.

Recomiendo leer para ampliar información Minas de Riotinto y la ruta de los ingleses en Huelva, artículo que elaboré después de visitar la zona de manera particular.

12. Sierra de Aracena y Picos de Aroche: Naturaleza y pueblos blancos

En el interior de la provincia de Huelva, que corresponde a su norte geográfico limítrofe con Badajoz, se yergue un tesoro natural y cultural que cautiva a los visitantes con su encanto pintoresco: Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Esta región montañosa declarada parque natural, abarca más de 1800 kilómetros cuadrados y se describe como un refugio ondulado de exuberante vegetación, profundos valles, con gran presencia de fauna (para acudir a la berrea del ciervo es de lo mejor) y una rica herencia histórica que se manifiesta en sus característicos «pueblos blancos».

El paisaje de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche cubre su rico suelo con bosques de robles, castaños, pinos y alcornoques extendiéndose en un mar inmenso de colinas, creando un mosaico de tonalidades verdes que cambian con las estaciones. Los numerosos senderos y rutas de senderismo permiten a los visitantes explorar esta maravilla natural. El Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, con su diversidad biológica y geológica, es un punto culminante para aquellos que buscan aventuras al aire libre en una Huelva que abandona sus propios tópicos y que demuestra que es mucho más que un destino de sol y playa.

Sin embargo, la verdadera joya de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche son sus encantadores pueblos blancos. Algunos de los más notables incluyen Aracena, Alájar, Jabugo (sí, donde el jamón), Cortegana y Castaño del Robledo. Estos pueblos pintorescos se caracterizan por sus casas encaladas con tejados de tejas rojas, calles empedradas y estrechas, y plazas acogedoras. La arquitectura tradicional andaluza se mezcla con la influencia morisca y se refleja en la sencillez y la autenticidad de la vida rural. Y, cómo no, algunas de las localidades más importantes están custodiados por antiguos castillos medievales como los de la propia Aracena, Cortegana, Cumbres Mayores, Santa Olalla del Cala o Aroche. También es posible alojarse en edificios históricos, como es el caso del Hotel Convento de Aracena (el cual, después de haber estado, recomiendo para una escapada romántica), un cuatro estrellas con un fabuloso spa dentro de lo que fue una abadía del siglo XVII.

La gastronomía de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche es una delicia para los sentidos. La región es famosa por su producción de jamón ibérico de bellota, conocido como «jamón de Jabugo», uno de los manjares más apreciados de España y del mundo. Además, los restaurantes locales ofrecen platos tradicionales como el gazpacho, el salmorejo, la carne de cerdo ibérico y una variedad de quesos. Por lo que no se puede concebir esta región sin degustar su deliciosa comida. ¡Y ojo a la cocina de otoño donde las setas son las protagonistas de muchos de los platos!

La Sierra de Aracena y Picos de Aroche es un destino que ofrece una experiencia completa para los viajeros que buscan la combinación perfecta de naturaleza, cultura y gastronomía. Ya sea explorando los senderos, descubriendo pueblos encantadores o disfrutando de su rica tradición culinaria, esta región de Huelva da para escaparse en cualquier época del año.

Otros lugares recomendados que ver en Huelva

Estos que hemos dado pueden ser los doce lugares o áreas de mayor interés turístico de cara a visitar en Huelva. Pero hay muchos más. Como, por ejemplo:

• Almonaster la Real: Este pintoresco pueblo es famoso por su mezquita del siglo X, una de las pocas mezquitas rurales que quedan en España. Su arquitectura única y su ubicación en una colina hacen que sea un lugar especial para visitar.
• Valverde del Camino: Conocido por su tradición en la fabricación de botas y botines de flamenco. Esta localidad de la comarca del Andévalo también un pasado minero al igual que Minas de Riotinto, por lo que contó con una rica infraestructura ferroviaria relacionada con esta actividad y de la cual hoy se conservan diversos edificios como los antiguos talleres. Hubo una nutrida colonia inglesa, por lo que un rincón excepcional del pueblo de donde tirar de este hilo británico es la conocida como la Casa de la Dirección, mansión construida en estilo inglés a comienzos del siglo XX para albergar al encargado de la explotación minera junto a su familia. En ella hay una exposición permanente que se dedica a explorar la influencia de la sociedad inglesa en Valverde del Camino, además de servir como un museo etnográfico y de artesanías (así como mineralógico). Frente a la casona hay uno de los mejores restaurantes de la provincia de Huelva: Restaurante Casa Dirección (restaurantecasadireccion.com), con cocina creativa de autor donde se trabaja con buen producto local. Merece la pena, y no exagero, venir a Valverde aunque sea sólo para comer. Eso sí, conviene reservar con antelación porque tener una de las mejores propuestas gastronómicas de la provincia de Huelva atrae a mucha gente.

• Tharsis: Antiguamente una próspera localidad minera, la cual conserva un patrimonio industrial único. Se puede visitar el antiguo cargadero de mineral y las antiguas instalaciones mineras que ahora son parte de la historia de la región.

Ya lo dije al principio del artículo. No me sale ser objetivo con Huelva. Porque no quiero. Y creo que algunas razones he podido aportarte. Ahora sólo espero que tú y los tuyos salgáis cuanto antes a descubrir las muchas maravillas que atesora la provincia de Huelva, ese rinconcito galardonado con la no desdeñable cualidad de conservar su brillo y autenticidad.

¡Que viva Huelva!

Sele

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