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Dyrhólafjara y Reynisfjara, las playas más bellas de Islandia

A la hora de imaginar Islandia, nos suele venir a la cabeza imágenes de volcanes, cascadas, glaciares y vastas extensiones de tierra en las que apenas habita nadie. Y, realmente, es una estampa muy fidedigna del increible paisaje que nos regala este país.

Sin embargo, como es habitual en una isla, Islandia también posee un buen número de playas. Dos de las más bellas del país se encuentran en la costa sur, muy cerca una de otra y pegadas a la ciudad de Vik. Ambas presentan una arena negra que delata la naturaleza volcánica de la isla, y sus nombres son Dyrhólafjara y Reynisfjara.

Antes de contarte mi experiencia visitando estas dos maravillas naturales, debo aclarar que no hablo de playas al uso español, con sus sombrillas, gente bañándose y tomando el sol, chiringuitos y demás parafernalia.

En Islandia, la temperatura y bravura del mar suelen desaconsejar el baño, pero yo acabé sucumbiendo a la tentación (me intento bañar siempre, sea lago, río o playa, allá donde voy) en las árticas aguas de los remotos fiordos del noroeste, en un día esplendoroso que jamás olvidaré.

En el caso de Dyrhólafjara y Reynisfjara, a pesar de haberlas visitado en días de agradable sol, jamás vi a nadie bañarse en sus aguas (al menos de manera voluntaria, como luego te contaré).

Cómo llegar a las playas de Dyrhólafjara y Reynisfjara

Las playas de Dyrhólafjara y Reynisfjara se encuentran muy cerca de la población vacacional de Vik, situada casi en el extremo sur de la isla y donde se suele disfrutar de un clima algo más benigno, sobre todo entre los meses de mayo y agosto.

Si estás pensando en realizar una ruta en coche por Islandia, podrás llegar desde a Vik desde Reikiavik de una manera sencilla. Simplemente tendrás que tomar la mejor carretera del pais, la 1 (conocida con el sobrenombre de Ring Road), para alcanzar Vik en unas 2 horas y media.

Encontrarás ambas playas unos kilómetros antes de llegar a Vik, en sendos desvíos a la derecha bien señalizados por carteles en la carretera.

Si decides no alquilar un coche y optas por viajar en autobús, podrás llegar a Vik en algo más de 3 horas y cuarto.

El faro de Dyrhólaey y su arco de lava

faro de dyrholaey

Foto (c) David Escribano

Acercándote a Dyrhólaey desde el oeste, la carretera serpentea entre montañas tapizadas de verde y llanuras prácticamente despobladas. De repente, un cartel te indica que debes girar a la derecha para tomar una carretera que te llevará a ese cabo/promontorio donde encontrarás el faro de Dyrhólaey y uno de los miradores más bellos de Islandia.

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Este tramo de carretera es uno de mis favoritos del país. La playa de Dyrhólafjara se extiende a tu derecha, las montañas frente a ti – titánicas e impresionantes tan cerca del mar – y, al poco, te encuentras cruzando una marisma que da el toque que faltaba a tan preciosa estampa.

Sin embargo, la cosa aún mejora cuando tomas la zigzagueante carretera – recientemente asfaltada – que lleva al faro de Dyrhólaey, situado sobre un promontorio de piedra que se eleva unos 120 metros sobre el mar.

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Playa de Dyrhólafjara. Foto (c) David Escribano

¡Y qué mar!

En las cuatro ocasiones que he visitado el lugar, encontré aguas embravecidas. Quizás por eso nadie se atreva a meter un pie en ellas, ni siquiera en los días soleados.

Hacia el oeste, Dyrhólafjara, una anchísima playa de arena negra, parece extenderse hasta el infinito. Está enmarcada por esas montañas que se alzan bruscamente de la nada, sobre unos valles totalmente planos. A lo lejos, la carretera lleva a Selfoss.

Foto (c) David Escribano

Hacia el norte, los dias claros se ve el hielo perpetuo del glaciar Mýrdalsjökull, que se extiende sobre un área de unos 600 km2 y cuyo hielo cubre el cráter del temible volcán Katla (protagonista de una reciente serie de Netflix y cuya violenta erupción se espera que ocurra en cualquier momento).

Hacia el este, la vista te muestra, en primer plano, la bella playa negra de Kirkjufjara, y más allá, la espectacular Reynisfjara, protagonista de la serie ‘Juego de Tronos’.

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Foto (c) David Escribano

Sin embargo, para muchos la mejor vista desde Dyrhólaey se encuentra en el sur. Allí, junto al faro que se levantó en 1910 (aunque la torre actual se completó en 1927) se halla un balcón desde el que te asomas a un enorme arco de lava que emerge del mar como un titán neptuniano. El agua golpea, incesante y potente, la base de los dos ojos en forma de arcos.

Una visión hipnotizadora que puede verse mejorada si viajas a esta parte del mundo entre mediados de mayo y mediados de agosto, cuando los graciosos frailecillos anidan y crían en los acantilados de la zona.

Reynisfjara, la playa basáltica de ‘Juego de Tronos’

Reynisfjara

Playa de Reynisfjara. Foto (c) David Escribano

Tras vivir la maravilla de Dyrhólaey, regresamos a la carretera 1 para, después de recorrer unos pocos kilómetros, encontrarnos con la que es, sin duda, la playa más famosa de Islandia.

Reynisfjara posee tal honor no solo por haber sido protagonista de algunas imágenes de los episodios 5 y 6 de la séptima temporada de la laureada y famosa serie de HBO, ‘Juego de Tronos’ (por aquí patrullaban los Vigilantes de la Noche),  sino también por sus «trolls» de piedra anclados al mar, sus espectaculares paredes compuestas por columnas de basalto, su cueva volcánica, las lisas y redondeadas piedrecillas que se mezclan con la arena negra y la brava furia que presentan aquí las aguas del océano.

Los trolls de Reynisfjara

playa de Reynisfjara

Playa de Reynisfjara

Al visitar la playa, te darás cuenta de inmediato que hay unos pilares rocosos que se encuentran frente a la costa. A estos ‘trolls’ se les conoce con el nombre de Reynisdrangar.

Según el folclore islandés, estas grandes columnas de basalto alguna vez fueron trolls que intentaban llevar barcos del océano a la costa. Sin embargo, estos trolls eran oscuros y salían demasiado tarde en la noche. Un día, no regresaron a tiempo, amaneció en el horizonte y la luz del sol los convirtió en piedra sólida.

Otra leyenda habla de un marido cuya esposa fue secuestrada y asesinada por dos trolls. El hombre siguió a los trolls hasta Reynisfjara, donde los congeló, asegurándose de que nunca volverían a matar.

Aves entre las columnas

Las bellas columnas basálticas son el hogar de miles de aves marinas que anidan en ellas. Las especies que se pueden encontrar aquí incluyen frailecillos, fulmares y araos, por lo que es un lugar de visita obligada para todos los observadores de aves.

El peligro del océano

Eso sí, te aconsejo que tengas mucho cuidado cuando visitas la playa negra de Reynisfjara porque también posee una leyenda negra. Y es que aquí se han ahogado varios turistas que se confiaron demasiado a la hora de pasear por la orilla.

Aquí las olas pueden llegar a ser enormes, incluso cerca de la orilla, metiéndose en ella y arrastrando, en su regreso al mar a todo lo que coge por medio.

Yo no creía mucho la leyenda hasta la última vez que pasé por la playa (la visité 4 veces el mismo verano, ya que trabajo como guía en Islandia). Ese día el mar estaba especialmente bravo y la marea muy alta. Una de esas olas traicioneras cogió por sorpresa a varias personas, pero especialmente a un chico, que corrió pero fue derribado por la ola y, por un momento, desapareció bajo el agua. Tuvo la inmensa suerte de conseguir agarrarse a la arena antes de ser engullido y llevado al mar.

Después se reía de ello, pero estuvo a unos segundos de no contarlo. Y es que la naturaleza islandesa es hermosa, pero siempre hay que respetarla.

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