La sal no puede faltar en ningún hogar. Es un ingrediente básico en cocina: se emplea para cocinar sopas, guisos y platos veganos o vegetarianos de lo más sabrosos. Incluso se introduce la famosa pizca en algunas recetas de repostería, para realzar el sabor. También se utiliza para conservar alimentos o añadir en remedios naturales. Según la Medicina ayurvédica, uno de los sistemas holísticos y preventivos de salud más antiguos del mundo, desarrollado en la India hace miles de años, la sal de buena calidad puede desempeñar un papel importante en el desarrollo del organismo y la salud.
La sal desde la perspectiva ayurvédica
El ayurveda relaciona este mineral con propiedades curativas y beneficiosas. Destaca por su capacidad para equilibrar los doshas, las tres energías o fuerzas biológicas que rigen el cuerpo humano: vata (aire, movimiento), pitta (bilis, digestión) y kapha (flema, crecimiento). En las cantidades adecuadas, se considera que favorece a la digestión, aumentando la absorción y la asimilación de nutrientes de nuestros alimentos, ayudando al estómago a liberar ácido clorhídrico. Por otro lado, contribuye a realzar el sabor, la vitalidad y la energía de los nutrientes, aclarando el sentido del gusto. El sabor salado propicia la salivación y favorece la digestión, absorción, asimilación y eliminación. Favorece el crecimiento, refuerza la fuerza muscular, humedece el cuerpo y ayuda a mantener el equilibrio hidroelectrolítico. Por otro lado, el ayurveda considera este sabor como energizante, nutritivo y calmante para el sistema nervioso. El sabor salado nutre el plasma, despeja los canales del cuerpo, previene la rigidez y mejora el espíritu.
La sal también es concebida como agente potenciador, que ayuda a combatir la monotonía, la tristeza y la falta de creatividad en nuestra vida. Se considera que también ayuda a la concentración y a estar más enfocados.
¿Todas las sales son iguales? La respuesta es no
Existen distintos tipos de sal: de mesa, marina o mineral. De entre ellos, una de las más apreciadas y que ha ganado mayor popularidad es la sal del Himalaya. Procedente de la región del Punjab, en Pakistán, y formada hace millones de años, destaca por su color rosado, su forma de cristales, su alto contenido en minerales y su pureza. Se obtiene de forma natural, no contiene aditivos ni se somete a tratamientos químicos.
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