Lo primero que debes hacer es guardar la parte de la cebolla que tiene la raíz en lugar de tirarla. Corta aproximadamente dos dedos por encima de esta parte.

Luego, toma esta porción de la cebolla y siémbrala en una maceta, asegurándote de colocar la raíz hacia abajo. Cubre la cebolla con tierra y riégala adecuadamente. Notarás cómo, en pocos días, comienza a brotar y crecer una nueva cebolla. Es asombroso ver cómo algo tan simple puede dar lugar a una planta completa.

Para el cuidado de tus cebollas en macetas, es importante regarlas cada 8 días. Asegúrate de proporcionarles suficiente agua para mantener el suelo húmedo, pero evita el exceso de riego, ya que esto puede dañar las raíces y afectar el desarrollo de la planta.

En ocasiones, puede suceder que de una cebolla broten más de una planta. En este caso, es recomendable separarlas para que puedan crecer de manera individual y saludable. Al hacerlo, asegúrate de que cada fragmento tenga raíces y vuelve a plantarlos en macetas individuales.

Un aspecto interesante es que una sola cebolla puede proporcionarte hasta 4 nuevas cebollas. Es asombroso cómo con una pequeña inversión de tiempo y cuidado puedes obtener una cosecha generosa y constante.

Lo mejor de todo es que este proceso se puede repetir tantas veces como desees. Puedes realizarlo con diferentes variedades de cebollas, ya sean blancas, rojas, amarillas o cualquier otra que te guste. De esta manera, tendrás la libertad de elegir tus cebollas frescas según tus preferencias culinarias.

Una vez que hayas plantado tus cebollas en macetas, solo es cuestión de esperar y seguir repitiendo el proceso. A medida que las cebollas crecen, podrás cosecharlas y utilizarlas en tus recetas favoritas. Disfrutarás de cebollas frescas y sabrosas directamente de tu propio jardín, incluso si vives en un espacio reducido como un apartamento.