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Conociendo a los Senufo en Costa de Marfil

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Cuando se lleva a cabo un viaje a Costa de Marfil se exigen muchas cosas pero, sobre todo, tener capacidad para digerir lo que va sucediendo por el camino y estar preparados para contemplar esa línea invisible entre la razón y la magia. Estar, en definitiva, abiertos a alcanzar las profundidades de determinadas creencias ancestrales y acariciar las raíces más antiguas de la Humanidad. Asumiendo un inevitable regreso con más preguntas que respuestas y empapándonos de esa espiritualidad que aún impregna todo en el corazón de la aldea, desde lo cotidiano hasta lo inexplicable. Y es que, aunque el animismo se considere el punto de partida común, las múltiples etnias de Costa de Marfil así como de África Occidental, existen diferentes instrumentos o maneras de llegar a ese mundo mágico e intangible. Con otros espíritus, otros rituales, otras danzas mágicas, otras máscaras, etc. En el caso de los Senufo, grupo étnico el cual habita en la región más septentrional del país, tuvimos la ocasión de presenciar en momentos distintos dos danzas de la Sociedad Secreta Poro, donde los iniciados, en primer lugar, se convertían en hombres pantera, para más tarde con otros jóvenes retar las mismas gruesas llamas de una hoguera portando máscaras de madera de criaturas fantásticas y monstruosas con dientes afilados que parecían aportarles una inexplicable inmunidad al fuego y a todo lo que les hiciera daño.

Máscaras Senufo en Costa de Marfil

Las danzas mágicas Boloye y Wambele de los Senufo en Costa de Marfil, ceremonias repletas de gestos que acompañan de manera sincronizada y milimétrica a los sonidos de percusión de los intérpretes, representan esa manera de entender la vida como un viaje mismo a los orígenes del ser humano. Se explican como la conexión entre dos mundos, el natural y el espiritual, a través de actos, movimiento, música y la tradición transmitida por generaciones a lo largo de los siglos.

Conociendo a los Senufo en Costa de Marfil: La Sociedad Poro

Nos hallábamos a mediados de abril de 2023. Nuestro viaje a Costa de Marfil (en mi caso, el segundo que hacía a este país situado en el Golfo de Guinea) nos había llevado de ruta desde húmedo sur hasta el árido norte. En la ciudad de Korhogo, capital de la región o provincia Poro, no quedan demasiado lejos las fronteras con países como Mali y Burkina Faso, por lo que siempre se ha considerado un nudo de comunicaciones donde el trasiego de mercancías ha ido a la par que el de etnias e influencias religiosas. Claro parece que quienes están verdaderamente asentados desde hace siglos en el área son los Senufo, grupo étnico de alrededor de tres millones de personas que se extiende en naciones vecinas como la propia Mali, Burkina Faso, Guinea Conakry, Ghana pero que viven, sobre todo, en mayor número dentro de Costa de Marfil. Gentes de una cultura muy rica quienes, a pesar de los influjos del Islam tan presente en buena parte de su territorio, han sabido mantener con celo sus tradiciones ancestrales, su fe en el animismo como modo de interconectar todas las formas de vida visibles e invisibles y, por tanto, el valor de sus danzas y rituales iniciáticos. Aunque cierto es que cada día esté más en boga el sincretismo religioso capaz de aglutinar creencias de una religión monoteísta como la musulmana con los preceptos «paganos» cuyos orígenes se pierden en la oscuridad de los tiempos.

Máscara Wambele de los Senufo en Costa de Marfil

En días anteriores habíamos presenciado la singular danza Zaouli de los Guro donde se honra la figura femenina a través de velocísimos movimientos de piernas por parte del portador de una máscara de bellas y delicadas facciones. O una procesión improvisada de máscaras Gueré en la localidad de Guezon, mientras nos dirigíamos a la ciudad de Man. También la danza acrobática de las niñas serpiente en una pequeña aldea Yacouba-Dan sin olvidarnos de las piruetas de los zancudos de Goudefouma. Formas todas ellas de fusionar a través de una religión bailada todas las formas de vida posibles con los espíritus de los ancestros.

Danza de máscaras Yacouba en el pueblo de Dirouzon (Costa de Marfil)

Lo mismo sucede, como no podía ser menos, con los Senufo, quienes, a través de una hermandad, cofradía o sociedad secreta, los Poro, utilizan sus tradiciones, máscaras, vestimenta y ritmos para enfatizar la enseñanza de los valores de este grupo étnico, tales como la lealtad, la honestidad, la responsabilidad y la importancia de la familia y la comunidad, así como otras habilidades prácticas, como la agricultura, la pesca y la caza, pilares con los cuales han sobrevivido durante toda su existencia. Aunque, además de la educación y la socialización, la sociedad Poro también desempeña un papel importante en la vida religiosa de los Senufo. Se cree que los miembros de la sociedad, sólo los iniciados (siempre varones), atesoran poderes especiales que les permiten comunicarse con los espíritus y los antepasados, desembocando en ceremonias y rituales para garantizar la protección y la prosperidad de la comunidad. Se organizan en ocasiones especiales como nacimientos, funerales, al inicio o final de las cosechas como agradecimiento, ante enfermedades o, en definitiva, aconteceres los cuales afecten a una persona o un grupo determinado de la aldea.

Hombre pantera senufo en Korhogo (Costa de Marfil)

Así es un pueblo típico Senufo

¿Y cómo son las aldeas Senufo? Una característica muy usual que las identifica son los graneros cónicos, largos y muy estrechos levantados en adobe, los cuales se cierran con un tejado triangular de paja que sirve como tapadera. También continúan manteniendo sus chozas también de barro, algo similar a otras etnias vecinas, aunque poco a poco empiezan a ser sustituidas por construcciones rectilíneas de muros de hormigón y tejados de chapa metálica. También poseen, como no podía ser menos, templos o cabañas de fetiches donde guardan máscaras, objetos de poder, huesos humanos, pieles de animales, pócimas y secretos a los que sólo pueden acceder los miembros iniciados de la Sociedad Poro, una vez éstos han pasado una serie de pruebas, en ocasiones muy duras, con las cuales tienen el honor de ser parte importante de la comunidad. Un ejemplo de todo esto se puede encontrar en la aldea de Niofoin, a una hora por carretera de Korhogo, y la cual puede considerarse entre los municipios históricos mejor conservados de la etnia Senufo en Costa de Marfil.

Casa de fetiches en la aldea senufo de Niofoin (Costa de Marfil)

Recuerdo precisamente que en Niofoin un año antes pudimos coincidir de manera fortuita y ver con nuestros propios ojos algunas de las partes de una ceremonia centrada en un funeral que debió durar días. Pero no nos dejaron contemplar todo lo sucedido sino algunas partes de un ritual que guardan con celo para sí mismos ya que normalmente son reacios de que los extranjeros, y menos los blancos, puedan ser testigos. Ni tan siquiera les hizo demasiada gracia que escucháramos las notas del Balafón, instrumento musical de percusión y teclado que recuerda al xilófono y que es originario de África Occidental, el cual se compone de una serie de láminas de madera, dispuestas en orden de tamaño, sostenidas por un marco de madera y que son golpeadas con dos mazos de madera produciendo un sonido resonante muy característico.

Máscara Senufo en Niofoin (Costa de Marfil)

Si bien cuando nos marchamos, varios kilómetros más adelante, camino a Korhogo, nos topamos derechos con otro ritual funerario donde sí nos dejaron participar, aunque sólo pudimos hacer algunas fotografías al final. Pasamos más de una hora viendo máscaras y danzas increíbles, y cómo paseaban las vísceras del finado en una sábana blanca, pero con las cámaras bien guardadas y la retina a flor de piel para perder un ápice de información de todo lo que estaba sucediendo delante de nuestras narices. Esa sería la primera vez en que pudiera admirar una máscara Wambele (pero no fotografiarla).

Funeral Senufo en Costa de Marfil

Danza Boloye: Los hombres pantera

Era una tarde menos calurosa con respecto a los días anteriores, gracias a que había llovido a rabiar la noche antes y había atemperado los ardores que nos llevaban acompañando en Costa de Marfil desde el comienzo del viaje, lo cual era algo digno de agradecer. Llegamos entonces a un barrio de las afueras de Korhogo que hoy día sería incapaz de situar en un mapa. Nos sentamos en un rondo donde varios músicos sostenían inmensos bologues, instrumentos hechos con grandes calabazas muy similares a las koras pero sin cuerdas, con las que los senufo logran un sonido de percusión inimitable y necesario para la conocida como danza Boloye, a la que habíamos sido invitados a presenciar gracias a nuestra amistad con el gran Euloge, nuestros ojos en tierras marfileñas. Una de estas calabazas estaba regada de sangre y tenía plumas pegadas, probablemente de gallina, correspondiente a un sacrificio. Este tipo de danzas mágicas no son shows para turistas sino que tienen siempre un fin. Y sin el beneplácito de los dioses y los espíritus, no se puede comenzar. Dicha petición se logra en el animismo, en no pocas ocasiones, con ofrendas como animales vivos.

Mujer senufo bailando en Korhogo (Costa de Marfil)

Tras mostrar la calabaza teñida de rojo a los asistentes, todos locales salvo nosotros, los músicos comenzaron a tocar golpeando sus dedos aniñados sobre sus bologues gigantes creando una atmósfera de inmediato que nos atrapó bajo sus ritmos poderosos e hipnóticos. De pronto una mujer mayor salió del público y empezó a contonearse dejándose llevar por la música y anticipando lo que iba a llegar enseguida. Porque ella se marchó pero aparecieron de manera repentina cinco figuras masculinas, cuatro de las cuales portaban unos trajes color tierra y moteados con los rostros tapados, orejas de animal y sin más rastro en las manos que unas ramas muy enjutas. Mientras que el quinto, de rostro y piernas cubiertas de un tejido negro, con la cabeza, manos, torso y pies con fibras deshilachadas color marrón oscuro, no parecía tener nada que ver con los anteriores.

Hombres pantera (Danza Boloye). Etnia Senufo. Korhogo (Costa de Marfil)

Y el baile comenzó, primero de manera individualizada de cada uno de los danzantes, deslizándose de manera muy veloz, con saltos trepidantes hacia delante y hacia atrás, imitando los movimientos del leopardo y con un acompasamiento milimétrico con el sonido generado por los músicos. No había duda. Estábamos asistiendo a una danza Boloye donde los protagonistas son los conocidos como «hombres pantera», iniciados de la Sociedad Poro, quienes a través de volteretas en el aire trasladan a los presentes a lo más profundo del bosque sagrado.

Hombre pantera Senufo en Korhogo (Costa de Marfil)

No todo senufo puede ser uno de ellos, ya que se requiere de capacidades especiales que sólo sus mentores y hechiceros pueden observar, requiriéndose un entrenamiento hasta llegar a un punto en que ni un centímetro del cuerpo se mueve sin ajustarse con exactitud a los ritmos de percusión que los imbuye en un estado de trance donde pierden la noción del espacio, el tiempo e incluso de quiénes son realmente.

Hombre pantera senufo (Baile Boloye en Korhogo, Costa de Marfil)

Sin las manos a la vista, realizaban piruetas que parecían imposibles. Tenían un dominio de sus cuerpos que les permitía alzarse a gran altura, como si fuesen realmente panteras en posición de ataque dispuestos a atajar una presa sin la menor dilación y reparo. Agilidad, flexibilidad, velocidad y ritmo son condiciones de quienes convirtieron aquel arenal rodeado de casas del extrarradio de Korhogo en un templo Poro. Había visto muchas cosas en mi vida pero pocas me dejaron sin habla como la Danza Boloye de los fabulosos hombres pantera.

Danza Boloye de los hombres pantera de la etnia Senufo (Costa de Marfil)

El quinto danzante, cuya vestimenta nada tenía que ver con las de los leopardos, hizo un alarde de flexibilidad y ritmo sin igual. Aún desconozco el por qué de su participación y su papel dentro del elenco que participó en este evento mágico. Es evidente que siempre se sale de estas cosas con muchas más preguntas que respuestas. Y precisamente el hermetismo de los locales es parte del encanto de acontecimientos de este tipo. Deslizan sus palabras con timidez, pero nunca te ofrecen demasiadas explicaciones, como si conocerlo en profundidad sólo le correspondiera a una cultura como la senufo, la cual ha sabido transmitir sus tradiciones de manera oral de padres a hijos y donde los extranjeros somos simples testigos ocasionales de su rico universo.

Danza Boloye de los senufo en Korhogo (Costa de Marfil)

Y tal como entraron en el círculo, los hombres pantera se marcharon muy velozmente. Desaparecieron de la escena y en apenas tres segundos el círculo se había roto y todo se había terminado. Bueno, todo no. Aún quedaba algo por suceder.

Sele con los músicos senufo en Korhogo (Costa de Marfil)

Danza Wambele, máscaras en el fuego

A no demasiados kilómetros del ritual Boloye, anduvimos por otro barrio de gente humilde en Korhogo, también de la etnia senufo. Y mientras les veíamos moler grano, cocinar, o salir a charlar a la sombra fuera de sus casas se fue pasando una tarde que empezaba a mirar el reloj. Euloge, como solía ser común en él, había desaparecido durante un rato, dejándonos con nuestras fotos y nuestros intentos de socialización con las personas con las que nos íbamos encontrando.

Mujeres de la etnia Senufo moliendo grano en Korhogo (Costa de Marfil=

Era evidente que él sabía algo desde hace días que los demás no. Y es que nuestra suerte no se había limitado tan sólo con la danza de los hombres pantera. Así que, de pronto, en cuanto le recuperamos para la causa, no tardaron en empezar a sonar los tambores. Cómo no, bajamos para ver qué sucedía. Y, de ese modo, volvimos a ser testigos, esta vez de una danza de máscaras Wambele, grandes cascos de madera que reflejaban seres monstruosos de dos caras y dientes afilados. Todo un icono de la religión de los senufo y que pocos, o muy pocos, logran admirar y retratar.

Máscaras Wambele de los Senufo en Costa de Marfil

Nos permitieron acceder a su templo. Nada que ver con los de otras religiones donde están profusamente decorados. Son espacios sin más sin ornamento alguno más que la acumulación de algunos de los considerados como objetos de poder. La sacralidad en estos lugares se la otorgan los hechos, lo que allí sucede y se realiza. Y, por supuesto, lo que allí se esconde.
De un callejón tuvimos a tiro a tres máscaras, una de ellas negra, otra completamente rosa y otra moteada con dos caras, una delante y otra detrás. Y entonces iniciaron una lenta procesión por un sendero de tierra del pueblo de no más de trescientos metros. Los niños huían en cuanto se les acercaban. En nosotros no había miedo sino entusiasmo de ver cómo se estaba formando algo que ni en nuestros mejores presagios hubiéramos podido imaginar.

Máscaras Wambele de los Senufo en Costa de Marfil

Accedimos a un recinto amurallado y nos sentamos frente a una hoguera que los lugareños iban alimentando con troncos de madera y ramas secas. Apenas quedaban unos minutos para que llegara la noche, con luz suficiente pero a muy corto plazo. Y entonces las máscaras que habíamos visto desfilar desde el templo hicieron acto de aparición. Pero no para quedarse quietas o bailar sino para enfrentarse al fuego e irradiar un aire de inmunidad e inmortalidad de estos auténticos elegidos de la Sociedad secreta Poro, el brazo religioso de la etnia Senufo, entidad encargada de marcar todas y cada una de las fechas especiales dentro de las aldeas, ya sean funerales, festividades de agradecimiento a los dioses por las cosechas o peticiones a los mismos en caso de enfermedades o males que asolen a sus habitantes.

Máscara Wambele de los Senufo en Costa de Marfil

Con los pies descalzos la primera máscara, la de color rosa, pisó impunemente los troncos incandescentes de la hoguera. En una, dos y hasta tres ocasiones, llegando a ver cómo las llamas ascendían hasta el hocico dentado de la criatura que representaba. Ni un solo gesto o movimiento que aparentara dolor o la más mínima molestia.

Máscara Wambele de la etnia Senufo caminando por una hoguera

Máscaras Wambele de los Senufo en Costa de Marfil

Pero llegó una segunda máscara, la negra con plumas, y no se limitó a pasar por encima del fuego. Sino también a agacharse sobre el mismo, e incluso a tumbarse y rebozarse entre llamaradas, las cuales para esta criatura de la mitología senufo parecía ser tan inocua como el soplido de un bebé. Para ellos allí dentro no hay personas. Cuando un iniciado o un elegido se coloca la máscara, existe la creencia de que ésta poseída por un espíritu que le otorga poderes y la capacidad de enfrentarse a todo tipo de mal. Y la prueba del fuego es una muestra de todo esto.

Máscara Wambele Senufo en Costa de Marfil

Máscara Wambele Senufo en Costa de Madrid

Apareció una tercera máscara que subía a personas dentro de un aparejo realizado con hojas de palmera y otras fibras vegetales. Como dando a entender que es imposible que algo así pueda soportar semejante peso. Aunque también se dejó llevar por los rigores de la hoguera que no se detenía y que iluminaba, ahora sí, una noche cerrada de fuego, tambores, máscaras y mirada de incredulidad y asombro por parte de un grupo de testigos de excepción que nos adentramos una vez más en las tradiciones más antiguas de los senufo en el norte de Costa de Marfil.

Hoguera de la danza Wambele de los senufo en Costa de Marfil

Contemplar en directo una danza de máscaras en África Occidental resulta una experiencia única y fascinante. La música, los movimientos y las máscaras en sí mismas crean una atmósfera de misterio y magia que transporta al espectador a otra dimensión. La energía y el entusiasmo de los bailarines y los músicos son contagiosos, y la emoción que se siente al presenciar una danza de máscaras es indescriptible.

Máscaras Wambele de los Senufo en Costa de Marfil

Costa de Marfil, un destino de danzas mágicas y naturaleza a raudales

Este fue tan sólo un episodio de los muchos sucedidos en Costa de Marfil, uno de los mejores destinos posibles en África Occidental. Han sido, hasta la fecha, dos viajes de autor a este increíble país y siempre trae aventuras únicas, de esas que uno creía sólo leer en los libros. Tengo ganas de regresar a la región, de seguir indagando como ya hice con éste o con Benín y Togo. Lo que tengo muy seguro es que Euloge seguirá siendo cicerone en todas las cuitas que están por venir, que espero sean muchas.

Máscara Wambele Senufo en Costa de Marfil

Puedes leer los mejores momentos del viaje a Costa de Marfil de 2022 así como una guía práctica para preparar un viaje a Costa de Marfil.

Sele

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