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¿Existen el pescado y el marisco ecológicos?

Los españoles tienen una gran responsabilidad en lo que se refiere al pescado. Con 23,07 kg por persona y año son los primeros consumidores de Europa y unos de los primeros del mundo.

Una de las iniciativas que podemos tomar cuando vamos a la pescadería es elegir piezas que provengan de la acuicultura ecológica o de la pesca sostenible, opciones que no son demasiado conocidas por los consumidores pero que existen. De hecho, tienen cuatro tipos de pescado según la forma de extraerlo o producirlo. Está el pescado salvaje, el pescado salvaje o de acuicultura con sello de pesca sostenible, el pescado de acuicultura y el pescado de acuicultura certificado ecológico.

Incluso para los expertos es difícil distinguir unos de otros. Francesc Piferrer, Profesor de Investigación del CSIC en el Instituto de Ciencias del Mar (ICM) de Barcelona afirma que “Objetivamente es difícil diferenciar si un pescado es eco o no sin una etiqueta que los distinga ”. Por eso vamos a ver en detalle cada uno de estos tipos de pescado y de etiquetado (o no etiquetado).

Pescado salvaje

Es el pescado ‘normal’, el más extendido en las pescaderías según FEDEPESCA, y no tiene nada malo. Debe estar etiquetado de manera que comunique la siguiente información mínima: nombre comercial de la especie, el nombre de la zona de captura o cría, el método de producción o extracción y el tipo de presentación y tratamiento.

Si queremos el más sostenible deberíamos fijarnos en el método de producción o extracción y en la zona de captura o cría. El método de producción debe expresar el arte de pesca utilizado. Las más selectivas y respetuosas con la diversidad marina son las artes de pesca menor, como jaulas, rastrillo, nasas y trasmallo.

En cuanto a la procedencia, siempre es mejor elegir pescado ‘de proximidad’. Esto lo identifican las zonas FAO, que son divisiones administrativas de los mares y los océanos. Las más próximas a España son la zona 37 –que incluye el Mediterráneo–, la 27 –Atlántico nordeste– y la 34 si estamos en Canarias (Atlántico centro-oriental). Todos los tipos de pescado deben llevar este etiquetado, pero además pueden contar con otros marchamos de origen y calidad.

Pescado salvaje o de acuicultura con sello de pesca sostenible

Los sellos de pesca sostenible son uno de estos distintivos de origen y calidad: el que aplica al pescado salvaje es una etiqueta azul con las letras MSC que emite Marine Stewardship Council; el que corresponde al pescado de acuicultura es una etiqueta de color turquesa con las letras ASC para la acuicultura. Francesc Piferrer afirma: “Hacen referencia a una certificación que afecta a la pesca y que da garantías de que se ha realizado de forma sostenible y responsable”.

Marine Stewardship Council –MSC– es una organización internacional sin ánimo de lucro que emite este estándar de pesca sostenible. El estándar considera sostenibles las pesquerías explotadas en torno al rendimiento máximo sostenible y gestionadas de manera que se garantice su sostenibilidad. Aquiculture Stewardship Council –ASC– sería la organización homóloga para la acuicultura.

Según MSC y ASC, las pesquerías con estos sellos dejan suficientes peces en el medio, de manera que se asegura su continuidad, usan artes de pesca o de producción respetuosas y garantizan que las personas que viven de la pesca puedan tener un futuro.

Pescado de acuicultura

El pescado de acuicultura se produce en granjas marinas, lo que tiene ventajas e inconvenientes. Una de las principales ventajas es que la acuicultura garantiza casi al 100% una pesca selectiva, es decir, no se capturan ni extraen pescados no deseados que luego se desechan por carecer de interés comercial: de acuerdo con WWF, un 40% de las capturas marinas no son deseadas.

Otra bondad es que para extraer los pescados de acuicultura no se emplean artes de pesca poco respetuosas con el fondo marino. Sin embargo la acuicultura también puede generar problemas: en las granjas marinas no certificadas como ecológicas o sostenibles la concentración de especímenes suele ser elevada.

Otros dos efectos secundarios de la acuicultura es la potencial fuga de peces al medio marino, lo que puede desequilibrar ecosistemas, y la concentración de residuos en el fondo marino. La mejor opción dentro de esta categoría, y desde el punto de vista de la sostenibilidad, es el pescado proveniente de acuicultura en esteros -a la venta en Carrefour-, una suerte de embalses de agua salada en marismas fluviales que procuran un buen nivel de vida a los animales y ayudan a mantener el equilibrio del medio ambiente.

Pescado de acuicultura certificado ecológico

Es una opción interesante, porque estamos ante un tipo de producción que reúne lo mejor de los dos mundos. Francesc Piferrer explica lo siguiente: “La etiqueta ‘eco’ significa que el pescado es del tipo de producción llamada ‘ecológica’ o también ‘orgánica’. Se produce poco en España, en comparación con otros países, e implica que trata de hacerse de la forma más respetuosa con el medio ambiente y que si la alimentación del pescado se ha hecho con pienso, este es de componentes de cierta calidad”.

En concreto, la normativa ordena que las instalaciones, la alimentación, el número de peces y la calidad del agua sean adecuados para las necesidades de los animales y para mantener su salud. Además, se minimiza el uso de medicamentos y el pienso es de producción ecológica. Carrefour, por ejemplo, vende en 43 de sus tiendas doradas y lubinas BIO: los peces están criados en jaulas con una menor densidad (15 kilos de pescado por metro cúbico y 100.000 alevines por jaula de 16 metros, frente a los 17 kilos y los 250.000 alevines por jaula de 25 metros de la acuicultura convencional) y se alimentan con piensos especiales en los que sólo se usa harina de pescado certificada como sostenible.

La normativa anterior aplica a crustáceos y pescado. En cuanto a las algas –que también las hay, y muy buenas, de acuicultura ecológica–, la normativa fija que la zona de cría o recolección debe tener alta calidad ecológica, prohíbe el uso de fertilizantes y obliga a aportar de forma periódica algas jóvenes y salvajes.

¿Cuál es la mejor opción?

Hacer una recomendación generalizada es imposible. La capacidad adquisitiva y la disponibilidad de los distintos tipos de pescado son condicionantes que determinan la compra, pero Francesc Piferrer se atreve a concretar: “De pescado salvaje se deberían preferir especies, idealmente, lo más abajo posible en la cadena trófica o que provengan de pesquerías bien administradas y sostenibles. De cultivo, pescados como la lubina, la dorada, el rodaballo y el salmón, por sus excelentes propiedades organolépticas y su valor nutritivo”.

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